Historia, leyendas y curiosidades de nuestra ciudad.

Historia, leyendas y curiosidades de nuestra ciudad y sus alrededores

sábado, 28 de octubre de 2017

La presencia jesuita en Sevilla. Parte 6 y final. Iglesia del Sagrado Corazón.

La última visita a los edificios de la Compañía de Jesús nos lleva a la calle Jesús del Gran Poder, número 40. Se trata de la iglesia del Sagrado Corazón.
Portada de la iglesia del Sagrado Corazón.
Ocupa el solar, en parte, de lo que fue el antiguo convento-noviciado de los frailes Mínimos de San Francisco de Paula, edificio iniciado en 1.589, siendo provincial el padre Alonso Becerra (¡!). En sus inicios, la puerta principal del convento se abría al llamado Sitio del Potro, en la Alameda de Hércules, aunque también tenía entradas (que sí se conservan) por la calle de las Palmas (hoy Jesús del Gran Poder) y por la calle del Puerco (actual Trajano). Las obras se dilataron, debido a las habituales dificultades económicas, hasta 1.646, año en que se pudo finalizar la Capilla Mayor del templo.
Fachada de la iglesia, en la calle Jesús del Gran Poder.
Una puerta en el muro del Evangelio de la iglesia conducía al patio principal, de dos plantas. La inferior estaba conformada por cuatro galerías, abiertas al patio, en cuyo centro se situaba una fuente con el caño colocado bajo el nivel del suelo, con cuatro pequeños escalones, al estilo del Hospital de la los Venerables. El piso superior estaba cerrado, disponiendo de balcones con vistas al patio.
Desgraciadamente, los sucesos acaecidos durante el siglo XIX provocaron la desaparición del conjunto de edificios, con la única excepción de la iglesia que, sin embargo, también sufrió el expolio y deterioro de imágenes, muebles y pinturas. Así, las tropas francesas saquearon el convento en 1.810, no pudiendo reabrirse hasta cuatro años más tarde. La Desamortización de 1.835 lo transformó en cuartel de Artillería de Montaña y, más tarde, en viviendas. La iglesia, por su parte, fue cedida en 1.866 a los jesuitas pero, durante La Gloriosa, en 1.868, el Gobierno republicano la incautó, siendo vendida, curiosamente, a la Sociedad Bíblica de Londres, que estableció en ella la primera iglesia evangélica de la localidad.
En 1.887, doña Dolores Armero y Benjumea compró la iglesia a Mr. John Sutherland Black, con dinero de su padre, rescatándola de nuevo para el culto católico. Encomendó su gestión a los jesuitas, propietarios desde entonces, con el título del Sagrado Corazón de Jesús. Completaron el terreno comprando o recibiendo en donación otras casas que había entre el hogar de la donante y la iglesia. En este espacio se levantó el actual edificio.
La fachada de la calle Trajano del conocido como Colegio de los Luises es de estilo neogótico italiano, realizada en ladrillo tallado, al igual que los adornos de los arcos polilobulados de las numerosas ventanas, las cenefas con motivos vegetales e incluso la talla de San Ignacio que corona la puerta de entrada, realizada por José Laffita. Sobre esta, está situada una torre-mirador, que se eleva una planta sobre el resto, abierta por sus cuatro lados, rematada por una intrincada crestería. El conjunto se edificó bajo la dirección de Aníbal González, entre 1.913 y 1.920, siendo bendecido este último año.
Detalles decorativos. Cortesía de http://sede.fundacionsafa.es.
Fachada del colegio a la calle Trajano.
San Ignacio de Loyola preside la entrada al antiguo colegio.
Puerta principal.
En la fachada de la calle Jesús del Gran Poder, en cambio, no asoma el ladrillo, sino un paramento revocado y encalado. La entrada consiste en un gran vano adintelado, situado entre pilastras que soportan un entablamento profusamente adornado, que muestra el emblema IHS en el centro y motivos vegetales en los lados. Encima, una cornisa apoyada sobre canecillos sostiene un frontón, curvo y partido, enmarcando un retablo cerámico, anónimo, del siglo XVII, del fundador de la Orden de los Mínimos, San Francisco de Paula; se le representa penitente en el desierto, vestido con hábito y acompañado por querubines.
Retablo cerámico de San Francisco de Paula, inicial titular del templo.
Y ya que hablamos de azulejos, tan solo hay que mirar las fotos para darse cuenta que esta fachada está provista de numerosos conjuntos cerámicos, dispuestos aleatoriamente, reflejo de las distintas épocas en que fueron colocados.
En el lado izquierdo (mirando a la puerta de frente) y abajo, vemos representado al padre Francisco Tarín, gran propagador de la advocación del Corazón de Jesús, que fue sepultado en este templo. Es azulejo moderno, de 1.987, pintado por Juan Sánchez Cueto y realizado por Cerámica Santa Ana.
El Venerable padre Francisco Tarín.
Sobre él aparece San Cristóbal, anónimo y del XVII, con San Isidoro más arriba.
San Isidoro. Anónimo, siglo XVII.
San Cristóbal. Anónimo, siglo XVII.
En el lado derecho del vano de entrada podemos contemplar los azulejos que representan a San Jerónimo en el desierto y San Leandro, todos ellos anónimos del siglo XVII.
Lado derecho de la puerta de entrada.

San Leandro. Anónimo, siglo XVII.
San Jerónimo en el desierto.
Más a la derecha, retablo del Sagrado Corazón de Jesús, de Arturo Ojeda en 1.925, elaborado por Cerámica Montalván y un tríptico cerámico con imágenes de San José, la Virgen con el Niño y San Juan Bautista, parcheados de mala manera, por cierto.
San José, la Virgen con el Niño y San Juan Bautista.

Retablo del Sagrado Corazón de Jesús.
Pintado por Arturo Ojeda, 1.925, para Cerámica Montalbán.
Finalmente, podremos observar una pequeña torre, de caña cuadrada, cuerpo de campanas de planta cuadrangular con un vano de medio punto por cada cara y decoración de azulejos de color azul. Se corona con un remate más pequeño, de sección rectangular, con arcos de medio punto en sus cuatro lados, cegados por paños cerámicos con figuras, en muy mal estado de conservación.
Torre de la iglesia.
Ha llegado el momento de pasar al interior de la iglesia. Es de planta rectangular, distribuida en tres naves, siendo la central más alta y ancha. Están separadas por amplios arcos de medio punto, sostenidos  por grandes pilastras adornadas con yeserías de motivos vegetales, que se prolonga hasta la siguiente planta; sobre ellas se apoya una larga cornisa corrida que, a su vez, soporta el muro en el que se abren grandes y numerosas ventanas que aportan luz al templo. Cubre la nave una magnífica cubierta de armadura con técnica de par y nudillo y decoración de piñas de mocárabes, fechada a mediados del XVII.
Vista general desde la entrada. 
Presbiterio y crucero.
Cubierta mudéjar de la nave central.
Sobre cada uno de los seis arcos están colocados grandes lienzos: una copia de la Caída en el camino del Calvario –el famoso Pasmo de Sicilia, de Rafael Sanzio-, copia de La Piedad, de Van Dyck, El Tránsito de la Virgen (los tres en el lado de la Epístola), copia de La Anunciación, de Van Dyck, El Nacimiento de Cristo y El Niño discutiendo entre los doctores, en el lado del Evangelio. Todos ellos datan del siglo XVII.
Caída en el camino del Calvario.

La Piedad.
El Tránsito de la Virgen.
La Anunciación.
El Niño discutiendo entre los doctores.
Tomada conciencia del aspecto general del templo, pasamos a su visita pormenorizada.
A nuestra izquierda encontraremos la Capilla de las Ánimas, en la que se encuentra el sepulcro del padre Tarín, sacerdote valenciano que desarrolló una importante labor asistencial entre los más pobres de las zonas de San Roque y San Benito de nuestra ciudad.
Capilla de las Ánimas.

Tiene la capilla una cubierta plana, con pinturas al fresco de ángeles, que se ve necesitada de restauración. Al fondo, retablo de las Ánimas Benditas del Purgatorio, de principios del siglo XX, con medallones laterales de los Sagrados Corazones de Jesús y la Virgen, y pintura en el ático representando la Virgen con el Niño.
Cubierta de la Capilla de las Ánimas.
Retablo de las Ánimas.
Ante el muro del lado derecho de la capilla está situado el sepulcro del padre Tarín, declarado Venerable en 1.987, flanqueado por dos pequeñas alacenas que contienen diversas reliquias suyas. Encima, fijado a la pared, el crucifijo con el que solía bendecir a los fieles.
Sepulcro del padre Tarín.
En la capilla también podemos observar un retrato moderno y un busto realizado en bronce del Venerable.
Retrato y busto del Venerable padre Tarín.
Salimos de la Capilla de las Ánimas  e iniciamos el recorrido de la nave del Evangelio. 
Vista de la nave del Evangelio desde la Capilla de las Ánimas.
En primer lugar, encontramos el altar de Nuestra Señora del Sagrado Corazón, imagen que lo preside y cuya cabeza fue tallada por Enrique Pérez Comendador, afamado escultor del siglo XX, cacereño de Hervás (donde tiene dedicado un magnífico museo), que dejó en nuestra ciudad algunos importantes trabajos: monumento a la Infanta María Luisa Fernanda de Borbón en el Parque de María Luisa,  las dos Alegorías de la ciudad de Sevilla situadas en la Glorieta de San Diego o la figura de Alfonso X, el Sabio, del monumento a San Fernando en Plaza Nueva.
Altar de Nuestra Señora del Sagrado Corazón. 
Nuestra Señora del Sagrado Corazón. 
A los lados de la Virgen vemos estatuas de San Luis Gonzaga (izquierda mirando de frente) y San Estanislao de Kotska y, en el ático, una pintura de la Virgen apareciéndose a un santo jesuita, cuya identidad no logro distinguir.
San Luis Gonzaga. 

San Estanislao de Kotska.
Ático del altar de Nuestra Señora del Sagrado Corazón.
La siguiente parada tiene lugar ante el altar de San Francisco de Paula, neoclásico, del siglo XX. A los lados del antiguo titular del templo hay dos medallones pintados que representan a San Andrés Bobola y San Pedro Claver.
Altar de San Francisco de Paula.
San Francisco de Paula.
El primero fue un santo polaco que murió martirizado por los cosacos en el siglo XVII, cuyo cuerpo apareció incorrupto dos siglos más tarde, condición que sigue manteniendo en la actualidad.
San Andrés Bobola.
Pedro Claver era español, contemporáneo del anterior, santificado por dedicar su vida a aliviar el sufrimiento de los esclavos que llegaban al puerto negrero de Cartagena de Indias.
San Pedro Claver.
A continuación se sitúa el altar de plata de La Milagrosa. La mejor forma de describirlo es la utilizada por el padre Fernando García Gutiérrez en un artículo publicado en la Revista de la Archidiócesis de Sevilla:
Altar de plata de La Milagrosa.
La Virgen Milagrosa.
La imagen de la Milagrosa, que actualmente se encuentra en la iglesia del Sagrado Corazón de Sevilla, tiene una historia singular: la dejaron los jesuitas para un centro de acogida, titulado Centro del Niño Jesús de Praga, en la calle Quevedo, en la primera decena del siglo XX. Se produjo alrededor de esta imagen una enorme devoción popular, porque se decía que abría y cerraba los ojos… La devoción llegó a tanto, que se encargó al gran arquitecto Aníbal González que construyera una basílica para esta imagen, en la finca que habían comprado los jesuitas- Huerta del Rey-, de la que sólo se hizo hasta el basamento de las columnas. Hacia 1950 se cerró el centro de la calle Quevedo, y la imagen de la Virgen se llevó a la iglesia de la Compañía. Se llevaba con ella un magnifico retablo de plata repujada, que había hecho para la imagen el célebre orfebre Cayetano González.
Según otro conocido orfebre, Fernando Marmolejo, este retablo era una de las mejores obras de Cayetano González. Es de un tamaño reducido (350 cm de alto por 200 cm de ancho), y sobre el sagrario tiene una hornacina en la que está colocada la Milagrosa; sobre ella hay una pequeña cúpula coronada por una corona. A los dos lados hay dos hornacinas y tiene varios escalones  sobre el altar. En el centro del frontal está la Anunciación de la Virgen repujada en la plata.
Todo el repujado de este retablo recuerda, en sus frisos, elementos decorativos, cornisas… otras obras de Cayetano González, como el paso del Señor de la Pasión, el palio de la Concepción de la Hermandad del Silencio, etc. Es una joya desconocida de la orfebrería sevillana, que mantiene la memoria de una imagen sencilla, que en otro tiempo arrastró multitudes por la devoción mariana.
Como se puede ver, amable lector, poco más podría añadir.
Zona del Evangelio que queda por recorrer.
Llegamos a lo que sería el transepto del Evangelio, donde está colocado el retablo de la Virgen Gran Madre. De estilo neogótico, la escultura central es obra de Pedro Duque Cornejo, esculpida en 1.721 y flanqueada por imágenes modernas de los Padres de la Virgen, Joaquín y Ana, con un pequeño Ecce Homo de finales del XIX en el remate.
Brazo del transepto del Evangelio.

Retablo de la Virgen Gran Madre.
Virgen Gran Madre. Pedro Duque Cornejo, 1.721.
Santa Ana.
San Joaquín.
Sustentadas por peanas, a los lados del retablo, podemos ver dos imágenes de San Ignacio de Loyola y San Francisco de Borja, realizadas en terracota y policromadas, que por su semejanza y época se consideran relacionadas con las tallas de ambos santos llevadas a cabo por Martínez Montañés para la iglesia de la Antigua Casa Profesa de los Jesuitas de la calle Laraña.
San Francisco de Borja.
San Ignacio de Loyola.
Dos grandes lienzos escoltan este retablo: la Virgen protegiendo bajo su manto a los padres jesuitas y la Inmaculada chica de Murillo del Museo de Bellas Artes.
La Virgen protegiendo bajo su manto a los padres jesuitas.
Inmaculada Chica. Copia del original de Murillo.
Situémonos ahora ante la Capilla Mayor. Está cubierta (al igual que los brazos del transepto) por bóveda de cañón, decorada con casetones octogonales. El crucero, en cambio, se cubre con bóveda semiesférica sobre pechinas, con los mismos adornos de casetones y una gran piña de mocárabe en el centro. Está igualmente adornada con casetones octogonales. Las pechinas muestran pinturas de los cuatro Evangelistas.
Retablo Mayor. José Frapolli Pelli, mediados del siglo XIX.

Presbiterio. Muro del Evangelio.
Presbiterio. Muro de la Epístola.
El retablo Mayor es neoclásico, realizado con mármoles de dos colores, rojo y negro, es de un autor poco conocido, un suizo llamado José Frapolli Pelli, que tiene alguna obra más en el cementerio de San Fernando, así como en las catedrales de Málaga y Cádiz.
Otra vista del retablo Mayor.
Consta de banco, dos cuerpos de tres calles cada uno, (separadas en el primer cuerpo por pilastras y en el segundo por columnas estriadas) y ático. Está presidido por una gran escultura del Sagrado Corazón de Jesús, con la Virgen con el Niño y San José a sus lados.
Altar de plata.
Primer cuerpo del retablo.
La Virgen María con el Niño.
Sagrado Corazón de Jesús.
San José con el Niño.
El segundo cuerpo nos muestra al fundador de la Compañía, San Ignacio de Loyola, sosteniendo un ejemplar de sus Ejercicios Espirituales, con sendos relieves laterales que representan el Calvario (Xtus Psus est pro nobis: Cristo Jesús es para nosotros) y la Natividad (Ctus natus est nobis: Cristo nacido para nosotros).
Segundo cuerpo del retablo.
Relieve izquierdo.
San Ignacio de Loyola.
Relieve derecho.
Coronan las tres calles sendos frontones triangulares con diversos adornos.
Todo el frontal del altar está delicadamente repujado en plata.
Bóveda del crucero.
San Juan.
San Mateo.
San Marcos.
Falta San Lucas, que incluiré próximamente.
Nave del Evangelio, vista desde el presbiterio.
Coro y órgano.
Nave de la Epístola, vista desde el mismo lugar.
Pasamos a recorrer el lado de la Epístola, partiendo de su cabecera. Dos grandes cuadros adornan el rincón: El Descendimiento de la cruz (escuela sevillana, siglo XVIII) y Adoración de jesuitas a Cristo Crucificado (siglo XX).
Cabecera de la epístola, vista desde la nave del Evangelio.
Transepto del lado de la Epístola.
Descendimiento de la cruz. Siglo XVIII.
Adoración de jesuitas a Cristo Crucificado. Siglo XX.
Ante el retablo de San Alonso Rodríguez (según indica el rótulo) iniciamos el trayecto. Este santo jesuita segoviano, muy poco conocido fuera de la Orden, vivió en el siglo XVI. Tomó los hábitos tras los sucesivos fallecimientos de su esposa y sus tres hijos, distinguiéndose por su austeridad y espiritualidad, brindando consejos y consuelo a sus hermanos durante los 32 años que desempeñó el cargo de portero del Colegio de Nuestra Señora de Montesión, en Mallorca. Difundió y popularizó el Oficio Pequeño de Inmaculada Concepción, de ahí que se presente habitualmente sosteniendo una pequeña figura de la Inmaculada.
Sin embargo, un amable lector me aclara que la figura que preside el retablo no representa al santo jesuita, sino a San Felipe Neri, procedente del antiguo retablo mayor del antiguo Oratorio (hoy iglesia de San Alberto de Sicilia), que actualmente se conserva en el convento de San Antonio de Padua (más detalles en Comentarios).
Retablo de San Alonso Rodríguez.
San Miguel Arcángel.
El titular del retablo, San Alonso Rodríguez (San Felipe Neri, en realidad).
Arcángel San Rafael.
Ático del retablo.
Está escoltado por figuras de los arcángeles Miguel y Rafael, con una pequeña Dolorosa en el ático, todas del XVIII.
Niño Jesús representado como pastor de almas.
A continuación cuelga del muro un cuadro de chapa galvanizada con la imagen de Nuestra Señora del Perpetuo Socorro, cuyo original, pintado sobre tabla  (siglos X-XI), se encuentra en la iglesia de San Alfonso, en Roma.
Nuestra Señora del Perpetuo Socorro.
Le sigue el Altar de Santa María la Mayor, presidido por un cuadro de la titular del siglo XVIII, mostrando debajo un crucifijo y cuatro pequeñas vitrinas con reliquias de santos.
Altar de Santa María la Mayor.
Santa María la Mayor. Siglo XVIII.
Vistas de la nave de la Epístola, con curiosa disposición doble.
San Francisco de Borja, en retablo de estilo neogótico, es la siguiente parada. La imagen data del siglo XIX y presenta al santo jesuita con la típica iconografía, sosteniendo con la mano izquierda la calavera de la emperatriz Isabel de Portugal y con la derecha el crucifijo. Debajo, pequeña pintura del Sagrado Corazón.
Retablo de San Francisco de Borja.

Estamos ahora ante un pequeño retablo que nos muestra la escena del Calvario, con aspecto moderno, del que no he podido encontrar ninguna información.
Calvario.
Un nuevo retablo neogótico viene después, dedicado a Santa Teresa de Jesús, cuya imagen fue realizada a principios del pasado siglo.
Retablo de Santa Teresa de Jesús.
Finalmente aparece una talla moderna de Santa Teresita de Lisieux sobre una peana.
Santa Teresita de Lisieux.
A los pies de la nave principal, sobre la entrada, está situado el coro, sostenido por una estructura de madera tallada, y en donde aún se conserva el órgano realizado a comienzos del XIX por el maestro organero Pedro Otín.
Aún queda una parte por visitar. En la cabecera de la nave del Evangelio se abre una puerta, que nos conduce a una habitación cuadrada en la que vemos un altar dedicado a un sacerdote ¿con hábito coral?, mostrando el Sagrado Corazón en su pecho. No he podido identificarlo y la mala calidad de la foto que hice no ayuda.
Retablo desconocido.
Frente a él vemos una nueva imagen del Sagrado Corazón situado sobre el orbe.
Sagrado Corazón de Jesús.
Esta sala sirve, además, de comunicación con la zona llamada popularmente Colegio de los Luises, que linda con la calle Trajano, donde se situaban el Centro Vida, Radio Vida o el Cine-Club Vida, que fue cedido en 2.012 a las Fundaciones SAFA y Loyola, vinculadas a la Compañía de Jesús.
Puerta de comunicación entre la iglesia y el antiguo Colegio de los Luises.
Salida a la calle Trajano.
De esta zona apenas puedo aportar imágenes publicadas en su página web: http://sede.fundacionsafa.es.
Caja de escaleras.
Biblioteca.
Recuerdos del Cine-Club Vida.
Azotea.
Termina aquí esta larga peregrinación entre las principales edificaciones que poseyó (algunas les queda) la Compañía de Jesús en Sevilla. Como se ha podido comprobar, la incidencia e influencia de la orden en nuestra ciudad ha sido importante durante casi cinco siglos. Su huella aún permanece en las mentes de los sevillanos.

1 comentario:

  1. Se dice: "Aún queda una parte por visitar. En la cabecera de la nave del Evangelio se abre una puerta, que nos conduce a una habitación cuadrada en la que vemos un altar dedicado a un sacerdote ¿con hábito coral?, mostrando el Sagrado Corazón en su pecho. No he podido identificarlo y la mala calidad de la foto que hice no ayuda".
    Esa imagen es de San Francisco Javier, con roquete o sobrepelliz. Tiene las manos abre su pecho abriendo la sotana, porque escribió desde la India que el pecho le ardía de amor de Dios. Es una representación muy conocida. La gente le tiene mucha devoción a esta imagen y se para a rezarle.
    Esa habitación cuadrada es como un zaguán, entrando por la calle Trajano.
    Gabriel Verd Conradi, sj. gvc@jesuitas.es

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