Historia, leyendas y curiosidades de nuestra ciudad.

Historia, leyendas y curiosidades de nuestra ciudad y sus alrededores

jueves, 12 de octubre de 2017

La presencia jesuita en Sevilla. Parte 5e. La antigua Casa Profesa. Retablo de la Hermandad del Valle.

Proseguimos nuestro recorrido y, en el muro del brazo del Evangelio, podremos contemplar el retablo de la Hermandad del Valle, antiguo de San Ignacio de Loyola, realizado entre 1.836 y 1.842. 
Brazo del Evangelio del transepto, con el retablo de la Hermandad del Valle.
Retablo de la Hermandad del Valle.
Sagrario del retablo, con representación de los Seises.
Cartela.
Ático del retablo.
La Verónica con el paño de la Santa Faz.
Está presidido por la imagen de la Nuestra Señora del Valle, obra anónima del siglo XVII, atribuida tanto a Juan de Mesa como a Martínez Montañés (el IAPH da casi por segura la autoría del primero). Se trata de una imagen de candelero, para vestir, tallada en madera de cedro, de 168 cm de altura, con cabeza, cuello y manos tallados y policromados. Los ojos son de cristal, y el pelo realizado con fibras vegetales encoladas, estucadas y policromadas. Está fechada entre 1.618 y 1.621, aunque las manos son de 1.810, ya que durante el traslado de la Hermandad del Convento del Valle a la parroquia de San Román, se produjo la pérdida de las originales.
Nuestra Señora del Valle.
La imagen se ha sometido a diversas restauraciones: en 1.878 a cargo de Emilio Pizarro y Cruz, en 1.909 por Joaquín Bilbao, para reparar los desperfectos producidos por un incendio declarado en la iglesia del Santo Ángel, en 1.980 por José Rivera García, con la supervisión Enrique Pérez Comendador y, finalmente, en 2.006, por el IAPH, incluido cambio de candelero.

Su culto tiene lugar durante la última semana de Cuaresma. El 1 de noviembre de 2.002, festividad de Todos Los Santos, fue coronada canónicamente por fray Carlos Amigo Vallejo, arzobispo de Sevilla.
Nuestra Señora del Valle ante el retablo Mayor, durante su culto.
A la izquierda de la Virgen se halla el Santísimo Cristo de la Coronación de Espinas, realizado por el malagueño Agustín de Perea en madera de cedro, ciprés y cedrela durante 1.687, por encargo y patrocinio del Hermano Mayor de la Hermandad, Toribio Martínez de Huertas. Recibió las mismas restauraciones que la Virgen del Valle.
Santísimo Cristo de la Coronación de Espinas.
Se nos muestra sentado, semidesnudo, atado por las muñecas y con una caña en la mano derecha como cetro, recibe en su frente una corona de espinas. Representa el momento en el que Cristo es coronado y objeto de burla por parte de sayones y soldados. La misma escena se recoge en el relieve que decora la peana sobre la que se sitúa la imagen.
Banco del retablo y peana del Santísimo Cristo de la Coronación de Espinas.
Al otro lado encontramos la escultura de Nuestro Padre Jesús con la Cruz al Hombro, talla anónima de la segunda mitad del siglo XVII, atribuible tanto al círculo de Martínez Montañés como al de Pedro Roldán.
Nuestro Padre Jesús con la Cruz al Hombro.
Nos muestra un Nazareno con cuerpo totalmente tallado en madera de cedrela policromada y de 176 cm de alturaRepresenta el misterio que engloba las estaciones sexta y octava del Vía Crucis. Se trata del encuentro de Jesús con las Santas Mujeres en la Calle de la Amargura. En el misterio aparece la Verónica arrodillada, y junto a ella las Santas Mujeres de Jerusalén, y no las Tres Marías como se las ha venido identificado erróneamente.
Hasta la remodelación efectuada en el paso por Joaquín Bilbao en 1.909, el Nazareno sujetaba la cruz con ambas manos. A partir de entonces, la talla extendía el brazo derecho para consolar a sus acompañantes, la Verónica y las Santas Mujeres de Jerusalén, eliminándose desde ese momento otras ocho (nada menos) figuras que figuraban en el cortejo. 
Entre este retablo y la puerta de la sacristía se exhibe, sobre una peana, una pequeña imagen del Niño Jesús. Se trata de una escultura de madera policromada del siglo XVII, obra de artista próximo a los hermanos Ribas. El niño se muestra erguido, con la pierna izquierda adelantada y la rodilla ligeramente flexionada, con la mano derecha bendice y con la izquierda suele portar una cruz. La figura se alza sobre una peana, que adquiere la forma de un círculo de nubes, tachonada por tres cabezas aladas de querubines. Desfila todos los días dos de enero, en una efeméride muy especial para los niños, e inaugurando el año de procesiones en la ciudad.
Dos imágenes tomadas en fechas diferentes del Niño Jesús del Valle.
La iglesia de la Anunciación estuvo inicialmente encalada en su totalidad, aunque por poco tiempo, ya que se estucó en 1.616, dorándose bóvedas, cúpula, pechinas y cornisas. A esta decoración mural del XVII corresponde la pintura que decoran la bóveda del sotocoro: el cordero, Agnus Dei, portador de una cruz y una banderola, tendido sobre el Libro de los Siete Sellos. Rodeando este motivo central, se disponen cuatro óvalos con las siguientes inscripciones: “ECCE”, “AG”, “NUS”, “DEI” (“He aquí el Cordero de Dios”).
Pinturas del sotocoro.
En el siglo XVIII, la iglesia se enriqueció con pinturas al temple de corte decorativo, con motivos arquitectónicos, vegetales, ángeles y emblemas. Se advierte hoy día esta ornamentación en la zona del coro, sotocoro y crucero.
Pinturas murales del brazo del Evangelio del transepto.
Las pinturas del brazo del Evangelio del crucero recogen escenas relacionadas con San Ignacio de Loyola, pues aquí se situaba el retablo dedicado al fundador de la Compañía de Jesús. En el muro frontal, tras el retablo de la Hermandad del Valle, aparecen pintadas pilastras con decoración de candelieri, junto a una serie de emblemas, algunos de ellos extraídos de las Letanías Lauretanas. En la parte superior, se disponen ángeles y anagramas del nombre de María.
En el muro lateral izquierdo se finge con pintura un retablo con columnas salomónicas, que encierra en su interior la figura de San Ignacio de Loyola, entre dos globos terráqueos. Le acompaña la inscripción: “HASTA QUE NAZCA EL DÍA / Y SE DESVANEZCAN LAS SOMBRAS”.
San Ignacio de Loyola.
En el remate de este testero, sendos ángeles con las inscripciones “YO SOY LA FLOR / DEL CAMPO” y “HERMOSA COMO LA LUNA”. Se trata de frases extraídas del Cantar de los Cantares.
En el muro derecho, inserto en un retablo-marco fingido, una escena en la que aparece el dios Mercurio (identificable por el sombrero alado y el caduceo que lleva en la mano) elevado sobre un pedestal, siendo adorado por unos personajes masculinos. Figura la inscripción: “POR EL AMOR DA EL HOMBRE / TODAS SUS RIQUEZAS”. En la parte superior del muro, sendos ángeles con inscripciones extraídas del Cantar de los Cantares: “COMO AZUCENA / ENTRE ESPINAS” y “MI NARDO DIFUNDIÓ / SU OLOR”.
En cada uno de los extremos de la bóveda que cubre este sector del brazo del crucero, se dispone una representación junto a una inscripción bíblica (aluden a episodios del Éxodo). Son: el candelabro de los siete brazos (“LO HABÍA HECHO MOISÉS / CONFORME LE HABÍA / MOSTRADO YAVÉ”); una fuente (“YAVÉ DIJO A MOISÉS / REÚNE AL PUEBLO / Y YO LE DARÉ AGUA”); un águila (“OS HE LLEVADO SOBRE / ALAS DE ÁGUILAS Y OS HE TRAÍDO A MÍ”); y un olivo (“OLIVO SIEMPRE VERDE Y HERMOSO / TE QUISO YAVÉ”).
Colgado del muro lateral de este brazo del transepto veremos, a duras penas, pues la oscuridad es grande, un lienzo que representa la escena de Jesús atado a la columna. Nos muestra momento en el que dos sayones romanos se disponen a atar a Cristo a la columna en la que será posteriormente azotado. La acción transcurre en una gran penumbra, (tenebrismo tan común en lienzos napolitanos de primeros del XVII, al estilo de Caravaggio o Ribera) en la que destaca el cuerpo de Cristo debido al reflejo luminoso.
Cristo atado a la columna. Anónimo, siglo XVII.
En el interior de los casetones de la cúpula del crucero aparecían emblemas acompañados por inscripciones laudatorias de la Compañía de Jesús (“SOCIETAS MILITANS”, “SOCIETAS PAUPER”, “SOCIETAS CASTA”…), figuras de santos jesuitas y cabezas de querubines, prácticamente perdidas en la actualidad.
Finalmente, en la bovedilla de la linterna de la cúpula se representa el anagrama del nombre de la Virgen María, rodeado de cabezas de querubes y diversos santos jesuitas. La realización de esta pintura debe fecharse hacia 1.755, pues este año fue reconstruida la interna tras haber quedado afectada por el terremoto de Lisboa.
Pinturas de cúpula y cupulín.
Todas las pinturas murales del crucero y la cúpula fueron recuperadas en 1.941, tras una restauración, ya que durante siglos habían estado cubiertas por numerosas capas de cal. Desgraciadamente, el estado de conservación es pésimo, ennegrecidas por el humo de las velas y el tráfico exterior, colgando en tiras y con numerosas zonas no recuperables.
Aparte, leo en prensa que en octubre de 2.014 se estrenó iluminación artística en la iglesia, patrocinada e instalada por Endesa. Pues bien, o el efecto no es tan artístico o en el horario normal de apertura de la iglesia no se encienden todas las luces porque, como se puede comprobar en las fotografías, tan solo se puede observar con claridad la parte inferior del templo. 

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