Proseguimos nuestro recorrido
y, en el muro del brazo del Evangelio, podremos contemplar el retablo de la
Hermandad del Valle, antiguo de San Ignacio de Loyola, realizado entre 1.836 y
1.842.
Brazo del Evangelio del transepto, con el retablo de la Hermandad del Valle. |
Retablo de la Hermandad del Valle. |
Sagrario del retablo, con representación de los Seises. |
Cartela. |
Ático del retablo. |
La Verónica con el paño de la Santa Faz. |
Está presidido por la imagen de la Nuestra Señora del Valle, obra
anónima del siglo XVII, atribuida tanto a Juan de Mesa como a Martínez Montañés
(el IAPH da casi por segura la autoría del primero). Se trata de una imagen de
candelero, para vestir, tallada en madera de cedro, de 168 cm de altura, con cabeza,
cuello y manos tallados y policromados. Los ojos son de cristal, y el pelo
realizado con fibras vegetales encoladas, estucadas y policromadas. Está
fechada entre 1.618 y 1.621, aunque las manos son de 1.810, ya que durante el
traslado de la Hermandad del Convento del Valle a la parroquia de San Román, se
produjo la pérdida de las originales.
Nuestra Señora del Valle. |
La imagen se ha sometido a
diversas restauraciones: en 1.878 a cargo de Emilio Pizarro y Cruz, en 1.909
por Joaquín Bilbao, para reparar los desperfectos producidos por un incendio
declarado en la iglesia del Santo Ángel, en 1.980 por José Rivera García, con
la supervisión Enrique Pérez Comendador y, finalmente, en 2.006, por el IAPH,
incluido cambio de candelero.
Su culto tiene lugar durante la
última semana de Cuaresma. El 1 de noviembre de 2.002, festividad de Todos Los
Santos, fue coronada canónicamente por fray Carlos Amigo Vallejo, arzobispo de
Sevilla.
Nuestra Señora del Valle ante el retablo Mayor, durante su culto. |
A la izquierda de la Virgen se
halla el Santísimo Cristo de la Coronación de Espinas, realizado por el
malagueño Agustín de Perea en madera de cedro, ciprés y cedrela durante 1.687,
por encargo y patrocinio del Hermano Mayor de la Hermandad, Toribio Martínez de
Huertas. Recibió las mismas restauraciones que la Virgen del Valle.
Santísimo Cristo de la Coronación de Espinas. |
Se nos muestra sentado, semidesnudo, atado por las muñecas y con una caña en la mano derecha como cetro, recibe en su frente una corona de espinas. Representa el momento en el que Cristo es coronado y objeto de burla por parte de sayones y soldados. La misma escena se recoge en el relieve que decora la peana sobre la que se sitúa la imagen.
Banco del retablo y peana del Santísimo Cristo de la Coronación de Espinas. |
Al otro lado encontramos la
escultura de Nuestro Padre Jesús con
la Cruz al Hombro, talla anónima de la segunda mitad del siglo XVII,
atribuible tanto al círculo de Martínez Montañés como al de Pedro Roldán.
Nuestro Padre Jesús con la Cruz al Hombro. |
Nos muestra un Nazareno con cuerpo totalmente tallado en madera de
cedrela policromada y de 176 cm de altura. Representa el misterio que
engloba las estaciones sexta y octava del Vía Crucis. Se trata del encuentro de
Jesús con las Santas Mujeres en la Calle de la Amargura. En el misterio aparece
la Verónica arrodillada, y junto a ella las Santas Mujeres de Jerusalén, y no
las Tres Marías como se las ha venido identificado erróneamente.
Hasta la remodelación efectuada
en el paso por Joaquín Bilbao en 1.909, el Nazareno sujetaba la cruz con ambas
manos. A partir de entonces, la talla extendía el brazo derecho para consolar a
sus acompañantes, la Verónica y las Santas Mujeres de Jerusalén, eliminándose
desde ese momento otras ocho (nada menos) figuras que figuraban en el cortejo.
Entre este retablo y la puerta
de la sacristía se exhibe, sobre una peana, una pequeña imagen del Niño Jesús. Se trata de una escultura
de madera policromada del siglo XVII, obra de artista próximo a los hermanos
Ribas. El niño se muestra erguido, con la pierna izquierda adelantada y la
rodilla ligeramente flexionada, con la mano derecha bendice y con la izquierda
suele portar una cruz. La figura se alza sobre una peana, que adquiere la forma
de un círculo de nubes, tachonada por tres cabezas aladas de querubines. Desfila
todos los días dos de enero, en una efeméride muy especial para los niños, e
inaugurando el año de procesiones en la ciudad.
Dos imágenes tomadas en fechas diferentes del Niño Jesús del Valle. |
La iglesia de la Anunciación
estuvo inicialmente encalada en su totalidad, aunque por poco tiempo, ya que se
estucó en 1.616, dorándose bóvedas, cúpula, pechinas y cornisas. A esta decoración
mural del XVII corresponde la pintura que decoran la bóveda del sotocoro: el
cordero, Agnus Dei, portador de una cruz y una banderola, tendido sobre el
Libro de los Siete Sellos. Rodeando este motivo central, se disponen cuatro óvalos
con las siguientes inscripciones: “ECCE”, “AG”, “NUS”, “DEI” (“He aquí el
Cordero de Dios”).
En el siglo XVIII, la iglesia se enriqueció
con pinturas al temple de corte decorativo, con motivos arquitectónicos,
vegetales, ángeles y emblemas. Se advierte hoy día esta ornamentación en la
zona del coro, sotocoro y crucero.
Pinturas murales del brazo del Evangelio del transepto. |
Las pinturas del brazo del
Evangelio del crucero recogen escenas relacionadas con San Ignacio de Loyola,
pues aquí se situaba el retablo dedicado al fundador de la Compañía de Jesús. En
el muro frontal, tras el retablo de la Hermandad del Valle, aparecen pintadas
pilastras con decoración de candelieri,
junto a una serie de emblemas, algunos de ellos extraídos de las Letanías
Lauretanas. En la parte superior, se disponen ángeles y anagramas del nombre de
María.
En el muro lateral izquierdo se
finge con pintura un retablo con columnas salomónicas, que encierra en su
interior la figura de San Ignacio de Loyola, entre dos globos terráqueos. Le
acompaña la inscripción: “HASTA QUE NAZCA EL DÍA / Y SE DESVANEZCAN LAS
SOMBRAS”.
San Ignacio de Loyola. |
En el remate de este testero,
sendos ángeles con las inscripciones “YO SOY LA FLOR / DEL CAMPO” y “HERMOSA
COMO LA LUNA”. Se trata de frases extraídas del Cantar de los Cantares.
En el muro derecho, inserto en
un retablo-marco fingido, una escena en la que aparece el dios Mercurio
(identificable por el sombrero alado y el caduceo que lleva en la mano) elevado
sobre un pedestal, siendo adorado por unos personajes masculinos. Figura la
inscripción: “POR EL AMOR DA EL HOMBRE / TODAS SUS RIQUEZAS”. En la parte
superior del muro, sendos ángeles con inscripciones extraídas del Cantar de los
Cantares: “COMO AZUCENA / ENTRE ESPINAS” y “MI NARDO DIFUNDIÓ / SU OLOR”.
En cada uno de los extremos de
la bóveda que cubre este sector del brazo del crucero, se dispone una
representación junto a una inscripción bíblica (aluden a episodios del Éxodo).
Son: el candelabro de los siete brazos (“LO HABÍA HECHO MOISÉS / CONFORME LE
HABÍA / MOSTRADO YAVÉ”); una fuente (“YAVÉ DIJO A MOISÉS / REÚNE AL PUEBLO / Y
YO LE DARÉ AGUA”); un águila (“OS HE LLEVADO SOBRE / ALAS DE ÁGUILAS Y OS HE
TRAÍDO A MÍ”); y un olivo (“OLIVO SIEMPRE VERDE Y HERMOSO / TE QUISO YAVÉ”).
Colgado del muro lateral de
este brazo del transepto veremos, a duras penas, pues la oscuridad es grande,
un lienzo que representa la escena de Jesús
atado a la columna. Nos muestra momento en el que dos sayones romanos se
disponen a atar a Cristo a la columna en la que será posteriormente azotado. La
acción transcurre en una gran penumbra, (tenebrismo tan común en lienzos
napolitanos de primeros del XVII, al estilo de Caravaggio o Ribera) en la que
destaca el cuerpo de Cristo debido al reflejo luminoso.
Cristo atado a la columna. Anónimo, siglo XVII. |
En el interior de los casetones
de la cúpula del crucero aparecían emblemas acompañados por inscripciones
laudatorias de la Compañía de Jesús (“SOCIETAS MILITANS”, “SOCIETAS PAUPER”,
“SOCIETAS CASTA”…), figuras de santos jesuitas y cabezas de querubines,
prácticamente perdidas en la actualidad.
Finalmente, en la bovedilla de
la linterna de la cúpula se representa el anagrama del nombre de la Virgen
María, rodeado de cabezas de querubes y diversos santos jesuitas. La
realización de esta pintura debe fecharse hacia 1.755, pues este año fue reconstruida
la interna tras haber quedado afectada por el terremoto de Lisboa.
Pinturas de cúpula y cupulín. |
Todas las pinturas murales del
crucero y la cúpula fueron recuperadas en 1.941, tras una restauración, ya que
durante siglos habían estado cubiertas por numerosas capas de cal.
Desgraciadamente, el estado de conservación es pésimo, ennegrecidas por el humo
de las velas y el tráfico exterior, colgando en tiras y con numerosas zonas no
recuperables.
Aparte, leo en prensa que en
octubre de 2.014 se estrenó iluminación artística en la iglesia, patrocinada e
instalada por Endesa. Pues bien, o el efecto no es tan artístico o en el
horario normal de apertura de la iglesia no se encienden todas las luces
porque, como se puede comprobar en las fotografías, tan solo se puede observar
con claridad la parte inferior del templo.
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