Historia, leyendas y curiosidades de nuestra ciudad.

Historia, leyendas y curiosidades de nuestra ciudad y sus alrededores

lunes, 4 de septiembre de 2017

La presencia jesuita en la ciudad de Sevilla. Parte 2: el Colegio de San Hermenegildo Mártir.

Tal como comentábamos en entradas anteriores, en 1.554 llegaron los primeros padres jesuitas a Sevilla, procedentes de Córdoba, donde habían fundado un colegio de Gramática gracias a la ayuda económica de la marquesa de Montilla. Fueron cuatro (o doce, según versión), los miembros de la orden que se instalaron en la ciudad, capitaneados por el padre Antonio de Córdoba, contando en sus filas con el futuro San Francisco de Borja.
Iglesia del antiguo Colegio de San Hermenegildo.
Tras residir cuatro años en casas prestadas por el conde de Olivares, lograron comprar, con el importe de las limosnas, unas casas en las que se enseñaba Gramática, Retórica y Filosofía. La escuela prosperó grandemente y, con la gran (y polémica, nada menos que 50.000 ducados del local y 5.000 más de limosna) ayuda del Ayuntamiento, adquirieron unas casas en la calle de las Palmas, frente a la iglesia de San Miguel. Como la compra y traslado se fue enrevesando, durante la noche santificaron la iglesia y colocaron campana sobre la puerta, de tal modo que al día siguiente ya se pudo celebrar misa.
Fachada principal de la iglesia.
El motivo de tanto sigilo no era otro que adoptar la política de hechos consumados ante la oposición de algunos miembros del cabildo municipal, -como era el caso de Juan del Castillo-, que consideraban que se estaba dando trato de favor a los jesuitas frente a las demás órdenes religiosas, y que consideraban “sospechoso” que sendos hijos del Asistente y del Veinticuatro Melchor del Alcázar (encargado de buscar los locales para los jesuitas) militaran en la Compañía de Jesús. Finalizaba Castillo, aún reconociendo la alta calidad de la labor docente de la orden, afirmando que los jesuitas "no administraban sacramentos a los pobres, sino a los ricos". Y es que una de las principales  características de los seguidores de San Ignacio era la pertenencia a la orden de numerosos miembros de familias nobles e incluso de la familia real.
Fachada lateral (Plaza de la Concordia).
Sin embargo, de nada sirvieron las protestas ante la rapidez con que se actuó. Terminadas las obras en 1.590, se bendijo el edificio y se consagró a San Hermenegildo, santo inexistente en la iconografía de la Orden, pero de gran raigambre en la ciudad.
Los terrenos del colegio ocupaban lo que hoy es la Plaza de la Concordia, la manzana de la antigua Comisaría de la Gavidia y la iglesia de San Hermenegildo.
Fachada lateral (calle Jesús del Gran Poder).
Tras la expulsión de los jesuitas en 1.767, el edificio acogió a la institución de los Niños Toribios, equivalente a lo que hoy sería un reformatorio o correccional, es decir, una institución creada para reconducir a los niños de la calle por el buen camino, por supuesto ateniéndose a unas rígidas normas de funcionamiento.
Durante la invasión napoleónica, como era costumbre por parte del ejército francés, el edificio fue objeto de repetidos saqueos, en los que gran parte del patrimonio del colegio y de la iglesia fue expoliado.
En 1.823, durante el llamado Trienio Liberal, la iglesia fue sede durante unos meses de las Cortes Constitucionales, hasta que el avance de los Cien Mil Hijos de San Luis por orden de Fernando VII (que deseaba y finalmente consiguió el retorno al absolutismo) aconsejó su traslado a Cádiz. Tras la Década Ominosa (1.823-1.833) y en plena Primera Guerra Carlista, el templo se dedicó a Teatro de la Ópera, aprovechando la magnífica acústica que sus formas le conferían.
Cubierta de casetones de un salón, patio del colegio y fachada lateral de la iglesia, en 1957. Diario ABC.
Posteriormente, ya fuera todo o parte del edificio fue dedicado a cárcel religiosa, sede de una de las Escuelas de Cristo sevillanas, reñidero de gallos y, hasta mediados del siglo XX, acuartelamiento del Tercer Regimiento de Artillería. En 1.956 sería en gran parte derribado para crear la plaza y reordenar las calles laterales, conservándose en la actualidad tan solo la iglesia.
Ese mismo año se procede a la restauración de la misma, aunque permanece cerrada hasta que, en 1.968, se le confiere uso cultural, con el paréntesis diciembre de 1.985-febrero de 1.992, periodo en que se celebraron en ella los plenos del Parlamento Andaluz (desde el final de la primera, la totalidad de la segunda y parte de la tercera legislatura).
En 1.980 es restaurada al completo, siendo desde 1.995 propiedad del Ayuntamiento de la ciudad, que le asignó también (pocos) usos culturales, debiéndose cerrar en 2.006 a consecuencia del mal estado de las cubiertas del templo, que amenazaban con desplomarse.
Hubo intentos de cesión a entidades que se comprometieran a realizar las reparaciones necesarias, como fue el caso de las Hermandades de Pasión, el Gran Poder o Los Javieres, e incluso del Consejo General de Hermandades y Cofradías, pero ninguno fructificó y, desde dicho año de 2.006 hasta hoy, permanece vergonzosamente cerrada.
Planta superior de la portada.
Su traza inicial se debió a Juan Bautista Villalpando, sacerdote jesuita, discípulo de Juan de Herrera y autor del diseño de la Catedral de Baeza. En 1.614, el también jesuita Pedro Sánchez, creador de la planta del antiguo Colegio Imperial de Madrid -hoy Colegiata de San Isidro-, dirige una importante transformación de la planta, que comenzaría en 1.616 y finalizaría cuatro años después.
El diseño, de forma casi rectangular y bóveda elíptica, se inspira en la Sala Capitular de la Catedral de Sevilla que, a su vez, tiene fuertes lazos con la plaza del Capitolio, de Roma.
Bóveda de la iglesia. Diario ABC.
En la clave de la bóveda aparece un relieve del Niño Jesús, del que parten doce nervios que dividen la superficie en otros tantos gajos, los cuales terminan en sendas hornacinas con figuras de santos y santas, apoyadas en una gruesa cornisa: en el lado de la Epístola: Santa Justa, Santa Rufina, Santa Lucía, Santa Catalina de Alejandría, Santa Inés y Santa Cecilia; en el Evangelio: San Juan Bautista, San Esteban, San Lorenzo, San Sebastián, San Clemente, San Jorge.
En el interior de cada porción se abre un luneto con contraventanas, además de escudos, símbolos, atributos marianos y cartelas alusivas a la Virgen María. No hay que olvidar la tradicional animadversión entre jesuitas y dominicos sobre el dogma de la Inmaculada.  
La iconografía de las yeserías de la cúpula se debe a otros jesuitas, en este caso Juan de Pineda y Jacobo Granados, siendo llevadas a cabo por Francisco de Herrera, el Viejo.
Una segunda cornisa separa la primera planta de la planta baja. Ambas cuentan con doce arcos de medio punto. Los de la primera albergaban en hornacinas, con imágenes de los doce apóstoles, hoy desaparecidas. Ante ellos encontramos una baranda corrida de madera, que delimitaba la zona de tribuna.
Tras la expulsión de la Compañía, su patrimonio se dispersó entre diversas iglesias, algo habitual en desamortizaciones y revoluciones, (aparte de las que “se pierden”). Como curiosidad, los bienes de la congregación de la Anunciación, allí radicada hasta entonces, fueron a parar a la parroquia de San Esteban; entre ellos figuraba un Ecce Homo de barro que, según algunos estudiosos,  podría tratarse del actual Cristo del Buen Viaje.
Una de las principales obras que se situaban en este templo era La Apoteosis de San Hermenegildo, de Francisco de Herrera, el Viejo, pintura de grandes dimensiones que, afortunadamente, se conserva en la Sala V del Museo de Bellas Artes de nuestra ciudad.
Apoteosis de San Hermenegildo. Francisco de Herrera, el Viejo, 1.620.
Actualmente en el Museo de Bellas Artes de Sevilla; antes en esta iglesia.
El diseño de la fachada es atribuido a Alonso de Vandelvira. Se levanta en dos cuerpos de altura, con arcos de medio punto apoyados en pilastras pareadas. Entre estas se disponen hornacinas que alojaban esculturas que, tras la desacralización, desaparecieron, al eliminar cualquier signo religioso.
Tras el derribo del conjunto, se incorporó a la portada de piedra una fachada que le diera vista desde la plaza.
Derribo del antiguo colegio de San Hermenegildo. Cortesía de http://www.elpasadodesevilla.com/
Fachada lateral de la iglesia, calle Jesús del Gran Poder.
Vista aérea. El número 02 indica la localización del colegio.
Termina aquí el recorrido (virtual, no hay otra) de lo que fue un gran edificio del que apenas queda nada y, además, lo que queda se está cayendo por momentos.


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