Por fin llega el momento. Después de cinco años de espera, con
anuales amagos de apertura (curiosamente, siempre en el mes de julio), se abre
al público la iglesia de San Luis de los Franceses. O quizás debería decir se
abre a las empresas sevillanas dedicadas al turismo cultural, las cuales,
previo pago y reserva con semanas de antelación, nos muestran (muy profesionalmente,
eso sí) las maravillas que contiene tan soberbio edificio. Los sevillanos de a
pie deberán (deberemos) aguardar la apertura pública “próximamente”, adverbio
este que me pone los pelos de punta, ya que lo mismo puede significar dentro de
dos semanas que dentro de dos años.
Vista aérea del conjunto de edificios que forman el antiguo noviciado de los jesuitas. Cortesía de patrimoniohistorico.fomento.es. |
Los arcángeles Rafael, Miguel y Gabriel presiden la fachada de la iglesia. |
Hago un inciso para elogiar el entusiasmo de las empresas, muy
recientes, dedicadas a mostrarnos a sevillanos y forasteros, las maravillas que
atesora nuestra ciudad. Han cubierto el hueco existente entre los guías
oficiales y la nada, es decir, el que viene aquí y
se limita a ver lo que hay, sin más. He sido cliente de la mayoría de ellas (si
no de todas) y puedo afirmar que ninguna me ha decepcionado. Son chavales
jóvenes, casi todos licenciados en Historia del Arte, con una muy completa
formación y enormes ganas de trabajar en lo que han estudiado. Chapeau por ellos.
Estas dos últimas fotografías son cortesía de www.unpocodesevilla.blogspot.com. |
Pero vamos a lo que vamos. En 1.699, doña Lucía de Medina cede a
la Compañía de
Jesús (que se había instalado en la ciudad en 1.554), para la construcción de
un Noviciado con su correspondiente iglesia, la que fuera casa de los Enríquez
de Ribera antes de habitar la Casa de Pilatos. Dos condiciones puso: debería
estar dedicada a San Luis, rey de Francia y primo hermano de nuestro San
Fernando, y ser sepultada bajo el altar mayor.
Las torres nos muestran imágenes de los cuatro evangelistas en sus esquinas. |
Debido a las normales apreturas económicas en sus comienzos, la
Orden no tiene más remedio que ir adaptando las estancias a los nuevos usos,
construyéndose una primitiva capilla cuyo presbiterio se vendrá abajo en 1.695.
Este hecho motivará, entre otras cuestiones, que los rectores del Noviciado
decidieran construir un nuevo templo, tarea encomendada al gran maestro barroco
Leonardo de Figueroa, según veremos más adelante.
Las obras comienzan en el año 1.699, siendo finalizadas e
inauguradas por el arzobispo Luis de Salcedo y Azcona en 1.731, coincidiendo (por
casualidad, dicen) con el llamado "Lustro Real", (1.729-1.733), años
en los que Felipe V instaló su Corte en Sevilla.
El Noviciado se mantuvo en funcionamiento hasta 1.767, fecha en
que la Compañía
es expulsada por Real Orden de Carlos III, celoso de la gran influencia alcanzada
por los jesuitas, merced a la gran labor asistencial y educativa realizada entre
las clases menos favorecidas.
Inmediata consecuencia es la avidez con que otras órdenes
religiosas aspiraron a quedarse con las propiedades de los desterrados.
Finalmente, fueron los franciscanos del convento de San Diego los agraciados,
pues su cenobio, situado en el actual Prado de San Sebastián, había sufrido
grandes desperfectos durante una de las periódicas riadas del Guadalquivir.
Adorno de la fachada. |
Con la invasión francesa, el edificio fue ocupado por los franceses,
hasta que, con el regreso de Fernando VII (el
Deseado, manda narices) al trono, vuelven los jesuitas en 1.817,
permaneciendo en el edificio hasta 1.835, en que la desamortización de
Mendizábal les obliga a un nuevo abandono, esta vez definitivo.
Su nuevo propietario fue la Diputación Provincial, que unirá el
edificio con el cercano Hospital de los Inocentes para convertirlo en Hospicio
Provincial. Durante la II República se convierte en centro administrativo, lo
que, paradójicamente, pues estaba situada en pleno “Moscú sevillano”, salva la
finca de los incendios y saqueos que sí afectaron a templos tan cercanos como
los de Santa Marina, San Marcos, Omnium Sanctorum o San Julián.
Se cerró definitivamente en 1.960, cayendo en ruina progresiva. En
1.984 se inició una restauración del conjunto que finalizaría en 1.990.
Actualmente, sigue perteneciendo a la Diputación Provincial
de Sevilla y en ella no se realiza ningún tipo de culto religioso, sino que se
utiliza fundamentalmente para exposiciones, conciertos y representaciones
teatrales. Aquí estuvo radicado el Centro Andaluz de Teatro (C.A.T.) hasta
2.010
Recientemente (septiembre de 2.016), finalizó otra serie de
intervenciones para su restauración, cuyo fin se programó para julio de 2.012,
con cargo al “Céntimo Cultural”, pero que sucesivos retrasos han pospuesto
dicho final a las actuales fechas.
Cartel en el que se anunciaba la apertura para julio de 2.012 . |
La iglesia de San Luis de los Franceses está considerada como el
más suntuoso de todos los templos barrocos hispalenses. Ubicada en el número 27
de la calle San Luis (antigua calle Real, antiguo Cardo Máximo romano y antigua
calzada romana), se consideraba hasta hace poco que su diseño era italiano y
propio de los mismos jesuitas, pero en la actualidad se admite plenamente la
autoría de Leonardo de Figueroa, el arquitecto más prestigioso de la Sevilla de
la época, auxiliado por su hijo, Antonio Matías de Figueroa y, tras la muerte
del maestro en 1.730, por Diego Antonio Díaz.
La estrechez de la calle en el lugar en que está situada la
iglesia impide que podamos contemplar el esplendor de la construcción. Es un
edificio que pide a gritos un emplazamiento más despejado, en el que se pueda
admirar sus muchas virtudes artísticas en todo su esplendor pero, claro está,
eso es ya un imposible.
La fachada se levanta
sobre cinco gradas, a modo de retablo, con dos cuerpos y cinco calles, siendo
las tres centrales las que permiten el acceso. Todo ello cerrado mediante una
verja de hierro. Se abren estas calles mediante arcos de medio punto y vanos
rectangulares.
Debido a la estrechez de la calle San Luis, la cúpula del crucero es más visible desde las calles traseras. |
En el segundo cuerpo, separado del primero por un entablamento,
se posicionan cinco ventanales, rematados por un tímpano trilobulado. Está
enmarcado por un relieve del escudo real, sostenido por dos angelitos, sobre el
que aparecen las estatuas de los tres arcángeles: San Rafael, San Miguel y San
Gabriel, atribuidos a Duque Cornejo.
Dos torres idénticas en tamaño y forma ocupan los extremos de la
fachada, centrando la gran cúpula del crucero. Tienen cuerpo octogonal, con
arcos de medio punto ciegos en cuatro lados, rematados con frontones
triangulares, en tanto que en los otros cuatro aparecen, en la parte visible
desde la calle, las figuras de los cuatro evangelistas: San Mateo y San Marcos
(torre izquierda) y de San Lucas y San Juan (derecha).
Pasamos al atrio, sencillo, en el que aparecen, en el interior
de sendas hornacinas, las esculturas de San Fernando y San Hermenegildo,
anónimas del XVIII. La puerta de acceso a la iglesia se articula mediante un
arco de medio punto, enmarcado por alfiz, con las enjutas decoradas con motivos
vegetales y flores de lis.
San Hermenegildo. |
San Fernando. |
Puerta principal de acceso a la iglesia. |
Aquí se pueden leer el resto de entradas correspondientes a esta iglesia:
Iglesia de San Luis de los Franceses. La iglesia, primera parte.
Iglesia de San Luis de los Franceses. La iglesia, segunda parte.
Iglesia de San Luis de los Franceses. La Cripta.
Iglesia de San Luis de los Franceses. La Capilla Doméstica.
Iglesia de San Luis de los Franceses. La iglesia, primera parte.
Iglesia de San Luis de los Franceses. La iglesia, segunda parte.
Iglesia de San Luis de los Franceses. La Cripta.
Iglesia de San Luis de los Franceses. La Capilla Doméstica.
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