Hernán Cortés (1.485-1.547).
Hijo de un hidalgo extremeño y primo segundo de Francisco Pizarro, su afán de aventuras le impulsó a embarcarse hacia el Nuevo Mundo. Participó en la conquista de Cuba, recibiendo tierras y esclavos por su servicio, llegando a ser nombrado alcalde Santiago de Cuba. Más tarde partió hacia tierras aztecas con una fuerza de 600 hombres y 200 auxiliares, encontrándose que la península del Yucatán se había fragmentado en dieciséis pequeños reinos que combatían entre sí. A unos por las buenas y a otros por las malas (Potonchan), Cortés acabó por conquistar toda la costa atlántica del Yucatán, aunque poco beneficio logró, ya que apenas encontró oro ni plata. Se enteró que tierra adentro existía un vasto imperio indígena que llamaban México y hacia allá se dirigió, sembrando la muerte a su paso, aunque en este caso, involuntariamente, ya que contagió de viruela a los indígenas con los que trataba. Se calcula que al cabo de algunas décadas la viruela acabó con el 97 % de la población india.
Se estableció Cortés en lo que posteriormente sería la ciudad de Veracruz, donde recibió una embajada del emperador Moctezuma, al que solicitó entrevista, recibiendo varias negativas. Conocedor de que los totonacas eran enemigos ancestrales de los incas, formó un ejército de 13.000 nativos y 400 españoles. Para evitar deserciones, mandó hundir las naves de la flota. Llegó al territorio de Tlaxcala, enemigo de los aztecas, a los que sometió tras tres batallas seguidas y sumó los supervivientes a su propio ejército, llegando a las puertas de Cholula, segunda ciudad en importancia del imperio azteca. Los gobernantes abrieron a Cortés las puertas con la intención de traicionarles pero, apercibiéndose del engaño, los españoles atacaron primero. Murieron cinco mil hombres en cinco horas y, al marcharse, la ciudad fue quemada en su totalidad.
Llegados a la capital mexicana son recibidos por Moctezuma, al que hacen creer que son enviados del dios Quetzalcóatl, lo que provoca que fueran atendidos con toda cortesía.La llegada a la costa de tropas españolas enviadas por Diego Velázquez, gobernador de Cuba, del que se había declarado independiente, obliga a Hernán Cortes a marchar sobre ellas, sorprendiéndolas en la noche y apresándolas con pocas bajas. Al enseñar las piezas de oro que habían descubierto escondidas, la mayoría de los hombres de Velázquez se pasan al bando de Cortés que, de este modo, ve triplicadas sus fuerzas en una sola noche. Pero todo no son buenas noticias: Pedro de Alvarado, a quien había dejado al mando de la capital, asustado ante la cantidad de indios congregados durante una festividad, perpetró una matanza entre ellos. Cuando Cortés llegó a Tenochtitlan, fue inmediatamente sometido a asedio por los rebeldes. Ante esta situación, los españoles huyen por la noche, pero tras ser descubiertos, reciben el ataque de miles de indios, en lo que fue conocida como La noche triste. Mueren la mayoría de los españoles, en tanto que los restantes, tras una semana de persecución, hacen frente a sus atacantes cerca de Otumba, logrando derrotarles. Hernán Cortés regresa a la capital y la reconquista, pereciendo la mayoría de los aztecas en su defensa; los que sobrevivieron fueron reducidos a la esclavitud.
Puesto orden en la que consideraba su casa, Cortés se adentra en Centroamérica, cruzando Honduras y llegando hasta Guatemala, tras superar ríos, montes, selva y traiciones (Cristóbal de Olid).
Hombre inquieto, como hemos podido comprobar, dirigió hasta cuatro expediciones hacia la Baja California, cuyo golfo navegó hacia el norte hasta llegar a la desembocadura del río Colorado.
Falleció en Castilleja de la Cuesta (Sevilla) cuando intentaba regresar a México, siendo enterrado inicialmente en el monasterio de san Isidoro del Campo (Santiponce, Sevilla) y después de varios traslados reposan en el templo del Hospital de Jesús de México creado por el mismo Cortés y, por tanto, el más antiguo del país. |
Preciosa la página, gracias por compartirlo. Y qué lástima que una figura como la de Juan Luis Vives no tenga un reconocimiento como se merece en la tierra que lo vio nacer. Gracias por recordarlo.