Nuestra próxima parada no es otra que el interior de la Puerta del Príncipe, también llamada de
la Lonja, por motivos obvios, y de San Cristóbal, luego veremos por qué.
Vista de la zona del interior de la Puerta del Príncipe. |
Se trata de un abigarrado espacio, correspondiente al lado de la Epístola del transepto, en el que se sitúan dos pequeñas capillas, el cenotafio de Cristóbal Colón y un gigantesco San Cristóbal (de ahí el sobrenombre de la puerta) pintado sobre la pared izquierda, amén de la portada interior y el imprescindible reloj eclesiástico colocado sobre ella.
Desde otro ángulo. |
La capilla que vemos a la izquierda cerrada por una reja del
siglo XVI cobija el Altar de la Piedad o
de Santa Cruz. Fue donado por Alonso Pérez de Medina y su esposa, Mencía de
Salazar, cuyos retratos pueden contemplarse, como era costumbre en la época, en
los laterales del banco del retablo. A los pies del altar hay una losa sepulcral
con la inscripción: “Aquí están
enterrados Alonso Pérez de Medina,
jurado que fue de esta ciudad, el qual falleció a los 13 días del mes de agosto
año de 1.524, e de doña Mencía de Salazar, su muger, la qual falleció a 15 días
del mes de octubre de 1.546, de los quales y de sus hijos y descendientes es
este entierro, capilla y altar. Rogad al Señor por ellos”.
Altar de la Piedad. |
La pintura central es de Alejo Fernández en 1.527 y representa
la escena de La Piedad, con las
figuras de Jesucristo, la Virgen María, José de Arimatea, María Salomé, María
de Betania y María Salomé (las Tres Marías) y, al fondo, la Magdalena a los
pies de Cristo y la visita de Cristo a los patriarcas. En los laterales del
retablo figuran pinturas con San Andrés, San Miguel, Santiago y San Francisco,
mientras que en el banco aparece Cristo atado a la columna con San Pedro. Fue
restaurada en febrero de 2.011.
La Piedad. Alejo Fernández, 1.527. |
Zona alta del altar. |
Pinturas laterales. |
Pinturas del banco del retablo. |
Cristo atado a la columna, con San Pedro. |
A la derecha de la Puerta del Príncipe tenemos el Altar
de la Concepción, que no debe confundirse con la Capilla de la
Concepción Grande, que se encuentra también en la Catedral de Sevilla
y está dedicada a la misma advocación de la Virgen María.
Altar de la Concepción. |
Destaca en este espacio la pintura principal del retablo, que
fue realizada por Luis de Vargas en 1.561 y representa La Genealogía de Cristo. Los personajes que aparecen en torno al
árbol de Getsé son los distintos eslabones genealógicos desde Adán hasta la
Virgen.
Dos imágenes de La Genealogía de Cristo, del sevillano Luis de Vargas, 1.561. |
En esta obra ha sido siempre famoso el dibujo de la figura de Adán y
especialmente su pierna, que constituye un gran acierto pictórico. Es conocido
popularmente desde muy antiguo como Cuadro
de la Gamba. El origen del nombre es el siguiente:
Se cuenta que en el siglo XVI, el maestro Mateo Pérez de
Alesio (italiano a pesar de tan hispano nombre) se encontraba en la Catedral
pintando un San Cristóbal de gran tamaño, y admiraba tanto la obra de Luis de
Vargas, que un día le dijo a este: "Piu vale la tua gamba, che tutto il
mio San Cristoforo" (Vale más tu pierna que todo mi San Cristóbal). De
esta anécdota proviene la denominación popular. Aunque, hablando de arte para
rabiar, hay que leer cómo cuenta esta leyenda nuestro amigo de
El gran San Cristóbal, de Mateo Pérez de Alesio. |
En los laterales del retablo figuran pinturas de San Pedro y San
Pablo, mientras que en el banco aparece una representación de La Iglesia Triunfante, flanqueada por el retrato
del chantre y canónigo de esta Catedral,
Juan de Medina, donante de la capilla junto a su padre (sic) el
presbítero Pedro de Medina, y su escudo de armas.
Pinturas laterales. |
Zona alta del arcosolio. |
Altar cerámico. |
Entre los altares de la Piedad y de la Concepción, y justo delante
de la Puerta del Príncipe, tenemos uno de los lugares más visitados de la
Catedral: el sepulcro de Cristóbal Colón.
Es obra de Arturo Mélida y Alinari (1.849-1.902), artista
madrileño de gran renombre que llegó a ser distinguido con la Medalla de Oro de
la Academia Francesa y con la Gran Cruz de la Legión de Honor por sus trabajos
en la Exposición Universal de París de 1.889. Es también el autor del Monumento
a Colón, en Madrid, y de numerosas pinturas.
Forman el monumento funerario cuatro reyes de armas vestidos de
gala que portan a hombros el féretro de Colón. Representan a los cuatro reinos
históricos de España: Castilla, León, Aragón y Navarra sobre una base de estilo
azteca con numerosas inscripciones. Quería simbolizar la unión de España con las
tierras de América.
Objeto de gran polémica, las discrepancias sobre el contenido del cenotafio comienzan cuando se considera la veracidad de los restos
que guarda el sepulcro: ¿son los del Almirante o no? Se disputan tal honor
la República Dominicana, Cuba y Sevilla. Lo que se sabe de cierto es que
Cristóbal Colón murió y fue enterrado en Valladolid en 1.506 y, en 1.509, se le
dio nueva sepultura en la Cartuja de Sevilla.
Dejó escrito en su testamento la voluntad de ser enterrado en el
Nuevo Mundo, deseo que no fue cumplido hasta 1.537, cuando María de Rojas y
Toledo, viuda de Diego Colón, hijo, embarcó los huesos de su esposo y de su
suegro rumbo a Santo Domingo. En 1.795, España perdió en guerra contra
Francia la isla de La Española, por lo que las autoridades hispanas trasladaron los restos del navegante a Cuba. En 1.898 se repitió el proceso,
esta vez a causa de los Estados Unidos. Nuevo viaje de los restos, que quedan
finalmente depositados en la Catedral de Sevilla.
No obstante, expertos dominicanos afirman que, en 1.877, al
realizarse unas obras en la Catedral de Santo Domingo, se encontró un
sarcófago de plomo con una inscripción que rezaba: “Varón ilustre y
distinguido, don Cristóbal Colón”. Interpretaron que, en 1.795, los españoles
se equivocaron la tumba y se llevaron los restos de Diego Colón.
Las nuevas posibilidades abiertas por los avances científicos en
el estudio e identificación del ADN llevaron, en junio de 2.003,
a nuevamente abrir el sepulcro sevillano. Los muy escasos restos,
apenas 200 gramos de huesos, fueron confiados al Laboratorio de
Identificación Genética de la Universidad de Granada, dirigido por el
doctor José Antonio Lorente. A su vez, éste distribuyó porciones de huesos entre
los laboratorios forenses de las universidades de Santiago, Barcelona, Tor
Vergatta de Roma y el Instituto Max Planck de Leipzig. Las conclusiones de
los análisis del doctor Lorente indican que los huesos tienen exactamente una
antigüedad de 6.002 meses y, al comparar la secuencia de su ADN con la de los
restos de Diego Colón, hermano menor del Almirante, la conclusión no ofrece la
menor duda: son hijos de la misma madre y, por tanto, la sepultura de Sevilla
es auténtica.
En enero de 2.005 se solicitó permiso a las autoridades
dominicanas para examinar los huesos que ahora reposan en el colosal Faro a
Colón, trasladados recientemente desde la Catedral, pero hasta la fecha
sigue sin materializarse la autorización.
Sin embargo, hay que considerar que en Sevilla tan solo se
conserva entre un 15 y 20 % de la totalidad de la osamenta, por lo que no es
descartable que en la República Dominicana también existan restos del
descubridor de América.
Dejamos tranquilo al Almirante y contemplamos un último elemento
de este espacio catedralicio: el reloj que existe sobre la Puerta del Príncipe.
Fue realizado en 1.789 por fray José Cordero y albergado en una caja de sobrio
diseño neoclásico.
Terminamos aquí la visita a este rincón del templo catedralicio.
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