El lugar conocido como Sevilla la Vieja y la vecina villa de
Santiponce fueron comprados por Alonso Pérez de Guzmán, el Bueno, y su esposa, María Alonso Coronel a la mujer de Sancho
IV, María de Molina, tras la muerte de este. Sus nuevos propietarios consiguen
en 1.298 permiso del rey Fernando IV para la construcción de un monasterio.
Monasterio de San Isidoro del Campo. |
Es creencia popular que
en este mismo sitio se situó un colegio edificado por San Isidoro, con su
correspondiente iglesia, en la que fueron inhumados en el siglo VI los restos
del arzobispo sevillano, descubiertos cinco siglos más tarde, según narrábamos
en la entrada:
El caso es que Guzmán el
Bueno, gran devoto de San Isidoro como leonés que era (aunque de esto
hablaremos más adelante, con sorpresa incluida), mandó levantar un monasterio
en el lugar, que puso bajo la advocación de San Isidoro, entregándoselo a
monjes cistercienses.
Detengámonos unos
momentos en la persona de Alonso Pérez de Guzmán. Nacido en 1.256 en el palacio
de los Guzmanes, en León, según afirma la tradición, le tocó vivir una época turbulenta, en la que tanto
nobles cristianos como musulmanes lo mismo se aliaban entre sí para conquistar
nuevos territorios y obtener más poder, que luchaban los unos con los otros,
dando igual que aliado o enemigo profesara una religión u otra. Época de
promesas y traiciones, de emboscadas y sangre derramada.
Alonso Pérez de Guzmán, el Bueno. Tarifa. |
Don Alonso luchó primero
a las órdenes de Alfonso X, el Sabio
contra su hijo Sancho IV, el Bravo, cuando
este se rebeló contra su padre, acusándolo de mala gestión del reino (lo que
parece que era cierto, pues en plena guerra con los musulmanes se marchó a
Francia con la pretensión de conseguir la corona del Sacro Imperio Romano
Germánico). Cuando fallece el rey sabio, se pasa a las filas de don Sancho, que
lo acoge con agrado, ya que en esos momentos tiene como enemigo a su hermano,
el infante don Juan, que también aspira al trono.
Igualmente, suele cruzar
el estrecho para ayudar al sultán Aben Yucef en la conquista norteafricana de
los bereberes. Gracias a esas contiendas (y a la muy abundante dote aportada
por su esposa), Alonso Pérez Guzmán fue ganando posición y poder en la Corte
española, hasta convertirse en una de las fortunas más importantes de la
España de aquellos tiempos.
Sancho IV, el Bravo. Óleo de Luis Ferrant. |
En 1.294, don Alonso
compra (o arrienda, según se mire), la alcaydía de Tarifa a Sancho IV por un
tercio de lo que pagaba su entonces defensor, don Rodrigo, Maestre de
Calatrava. (dicen las malas lenguas que obligado por su mujer, que veía como el de Guzmán se gastaba en francachelas los haberes obtenidos en el campo de batalla). La ciudad había sido recién arrebatada a los musulmanes y no pasó un
año sin que los mismos benimerines de Aben Jacob, primogénito de aquel al que
el propio Alonso ayudara en sus conquistas del norte de África, pusieran cerco
a la fortaleza, con la complicidad del infante don Juan.
Y fue el infante quien
dio origen a la famosa leyenda de Guzmán, el
Bueno cuando, tomando al hijo menor de este, Pedro Alonso, de diez años de
edad, que ejercía como paje suyo, emplaza al alcayde don Alonso a rendir la
plaza, so pena de asesinar a su hijo ante las murallas. Lo que seguramente era
un farol del infante se volvió en su contra ya que don Alonso antepuso los
intereses del reino a los propios y, asomándose a las almenas, arrojó su propio
puñal para que con él degollaran a su hijo: E
el mismo lanzó un su cuchiello a los moros con que matasen el su fijo, porque
fuesen ciertos que non daría la villa, que antes no tomase y muerte, según
se registra en documento de 1.297. Otra
versión afirma que dijo algo así como “Hijos
tengo varios, pero patria solo una”. Unos dicen que fueron los moros los
que mataron al niño; otros que el infante don Juan. Da lo mismo, el caso es que
el chaval fue asesinado por intereses políticos. Desde entonces el infante fue conocido como Juan de Castilla, el de Tarifa.
Guzmán el Bueno arrojando la daga con que matarían a su hijo. Óleo de Martínez-Cubells (siglo XIX), Museo de Arte Contemporáneo, Madrid. |
A todo esto, la fortaleza
resistió el asedio, dando tiempo a que llegaran refuerzos y obligaran a infante
y benimerines a regresar a Fez. Al conocerse en la Corte estos sucesos, Sancho
IV concedió a Alonso Pérez de Guzmán el Señorío de Sanlúcar de Barrameda,
ciudad que se convertiría en el principal solar de la Casa de los Guzmanes. Se
le considera el fundador de la Casa de Medina Sidonia pues, aunque nunca
ostentó el título de duque de la Casa, fue él quien puso las bases sobre las
cuales se asentaría a lo largo de los siglos la heredad.
Contrariamente a la creencia popular, el apelativo de “El Bueno” no le fue aplicado en vida a don Alonso, al menos de manera oficial; el documento más antiguo, una biografía sobre el personaje, en que aparece tal sobrenombre data de 1.436, aunque es posible que ya fuera conocido con ese apelativo desde un siglo antes.
Aparte está la cuestión política: desde la época de los Reyes Católicos hasta la más reciente del general Franco, la acción de Guzmán el Bueno fue usada con fines propagandísticos, siendo esgrimida como símbolo de la unidad de la Patria (con mayúsculas) frente a aquellos que desearan otra ordenación del territorio.
Contrariamente a la creencia popular, el apelativo de “El Bueno” no le fue aplicado en vida a don Alonso, al menos de manera oficial; el documento más antiguo, una biografía sobre el personaje, en que aparece tal sobrenombre data de 1.436, aunque es posible que ya fuera conocido con ese apelativo desde un siglo antes.
Aparte está la cuestión política: desde la época de los Reyes Católicos hasta la más reciente del general Franco, la acción de Guzmán el Bueno fue usada con fines propagandísticos, siendo esgrimida como símbolo de la unidad de la Patria (con mayúsculas) frente a aquellos que desearan otra ordenación del territorio.
Castillo de Tarifa, en el que tuvieron lugar los hechos narrados. |
Tarifa. Torre de Guzmán, el Bueno y monumento dedicado a Sancho IV, el Bravo, conquistador de la plaza. |
Y ahora viene la
sorpresa: Alonso Pérez de Guzmán no era de León, sino moro. ¿Cómo se les queda
el cuerpo? No hago yo la afirmación, sino nada menos que la XXI duquesa de
Medina Sidonia, doña Luisa Isabel Álvarez de Toledo y Maura, la Duquesa Roja como le llamaban en tiempos
de Franco, quien, antes de su fallecimiento aportó una serie de documentos del
siglo XIII, procedentes del archivo familiar, en los que parece demostrarse el
origen musulmán de don Alonso, concretamente descendiente de los Quzmán
almorávides, hombres de pluma y funcionarios en Extremadura. Al parecer, la
historia de la familia fue "limpiada" en el siglo XVI para borrar su origen
de los registros oficiales y adecuarla a la sociedad cristiana del país.
Otros eruditos esgrimen teorías (sin pruebas documentales directas, dicho sea de paso) de que don Alonso era natural de Burgos, donde radicaba el señorío de los Guzmán o, incluso, de Sevilla.
Otros eruditos esgrimen teorías (sin pruebas documentales directas, dicho sea de paso) de que don Alonso era natural de Burgos, donde radicaba el señorío de los Guzmán o, incluso, de Sevilla.
Luisa Isabel Álvarez de Toledo y Maura, XXI duquesa de Medina Sidonia. |
Una de las leyendas que
se asocian a Guzmán, el Bueno, es el de su enfrentamiento con la serpiente
alada. Según el “Romance de la Sierpe”,
escrito por un monje de este monasterio que hoy visitamos, existía en las
cercanías de Fez una serpiente alada de gran tamaño que diezmaba los rebaños e
incluso atacaba y daba muerte a aquellos que osaban enfrentársele. Aben Jacob,
que desconfiaba de los mercenarios de Alonso de Guzmán, ve la oportunidad
de expulsarlos de Fez y decide encargar a las numerosas fuerzas cristianas la
muerte del monstruo. Enterado el de Guzmán del ardid, sale durante la noche acompañado de su escudero para matar a la bestia él solo. La encuentra en el desierto, luchando con un
león y arremete contra ella, acabando con el monstruo y cortándole la lengua
como prueba de su hazaña. El león le acompañaría durante el resto de su
estancia en tierras norteafricanas, hasta que murió ahogado cuando intentó
seguirle al regresar a la península a través del estrecho. Triste final para tan fiel amigo.
Guzmán, el Bueno luchando contra la sierpe alada. Dibujo de Pedro Barrantes Maldonado, 1.540. |
Guzmán, el Bueno siguió
guerreando con habilidad, poniéndose siempre en el lado más adecuado a sus
intereses económicos, llegando a ser el hombre de confianza de María de Molina,
viuda de Sancho IV, durante la tutoría de esta en representación de su hijo, el
futuro Fernando IV.
Según palabras de doña
Luisa Isabel Álvarez de Toledo, este es el retrato del personaje, más que de la
persona, de Alonso Pérez de Guzmán, el Bueno, mercenario, seguidor de la
orden del Císter, constructor de fortalezas y monasterios, militar y
diplomático, muy próximo a la Casa Real y protagonista de un romance con
connotaciones alquímicas. Continúa en:
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