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Alcázar de la Puerta de Sevilla, visto desde la torre de la iglesia de san Pedro. |
Los cartagineses construyeron
un fuerte rectangular alrededor de la primitiva torre del siglo IX-VIII a. C.,
con el fin de defenderla ante los ejércitos romanos. Tras la conquista de la
ciudad por Julio César, se fortifica fuertemente, rodeando todo el perímetro
con gruesas murallas y cuatro puertas bien defendidas, de las que tan solo se
conservan dos: la de Sevilla y la de Córdoba, habiendo desparecido la del
Postigo y la de Morón.
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La misma imagen, a nivel del suelo. |
Tras el desembarco del
año 711, Carmona fue una de las primeras localidades conquistadas por Táriq,
perteneciendo al califato de Córdoba hasta las Guerras de Taifas, en que anexiona Écija, formando el Reino
Taifa de Qarmuna, que sería más tarde conquista por el Reino de Sevilla.
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Puerta de Sevilla. |
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Vistas del Alcázar desde el exterior del casco antiguo. |
Finalmente, es
conquistada por las tropas de Fernando III en el año 1.247. Se producen, como
es habitual, los repartimientos entre la familia real, la nobleza, las órdenes
religiosas y las órdenes militares.
Por su situación
geográfica, la ciudad sufre continuos ataques de musulmanes que aún quedan en
la península, lo que unido a las trifulcas nobiliarias y los desórdenes
políticos, provoca que el progreso económico y social se estanque. No es hasta
el reinado de Pedro I que Carmona recupera gran parte de su esplendor.
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Vistas del Alcázar desde el interior de la ciudad antigua. |
El Rey Cruel impulsó importantes actuaciones arquitectónicas: restauración
y refuerzo del antiguo palacio musulmán del Alcázar Real, construcción del Alcázar
de la Reina, ampliación del Alcázar de Abajo y edificación de las ermitas de Nuestra Señora de la Antigua (donde hoy se levanta la
iglesia de San Pedro), Santa Ana, San Sebastián, San Mateo y Santa Lucía.
Agradecidos
los carmonenses, tras la muerte del monarca a manos de su hermanastro Enrique
de Trastámara, permaneció fiel al difunto, soportando un asedio que se prolongó
hasta la capitulación de 1.371.
Pero
volvamos al Alcázar de Abajo, nombre con el que también se conoce a esta
construcción defensiva. Tras muchos avatares, y ya prácticamente en ruinas, fue completamente
restaurado entre 1.973 y 1.975, dedicándose a la celebración de actos culturales y turísticos.
Cuando llegamos a la Puerta
de Sevilla veremos un primer arco de herradura, ligeramente apuntado
(siglos XII-XIII), al que siguen cuatro arcos de medio punto de época romana
(siglo I d.C.), unidos dos a dos por bóvedas de cañón, y separados ambos pares por
un patio descubierto o intervallum,
de planteamiento defensivo.
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La Puerta de Sevilla vista desde la parte interior. En la última fotografía se puede observar la ranura por la que bajaba el rastrillo. |
Precisamente en este patio se sitúa la entrada al Centro
de Información Turística de la ciudad, inaugurado en 1.996, del que hablaré más
adelante, pero que ya adelanto que es de dos orejas y rabo.
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Intervallum. Centro de Información Turística. |
En la misma Oficina comienza el recorrido del Alcázar. Unas
escaleras nos permiten subir hasta la parte superior del intervallum, hasta la Terraza
de los Anexos, desde donde podremos apreciar el Muro de la Cortina, llamado así porque en él se puede apreciar claramente
la parte carataginesa de sillares almohadillados y la zona romana, construida
con técnica púnica, lo que le hace parecer más musulmana que romana. Igualmente
podremos comprobar que estamos en la zona superior del intervallum, desde donde los sitiados arrojaban proyectiles y líquidos
a los atacantes, así como el matacán defensivo.
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Terraza de los Anexos. |
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Puerta de Sevilla e Intervallum, vistos desde la Terraza de los Anexos. |
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Adarve de la muralla. |
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Almenas, matacán y saeteras. |
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Ranura del rastrillo vista desde arriba. |
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Muro de la Cortina. |
Continuamos por el adarve de la muralla viendo las almenas y los
matacanes, e incluso la ranura por la que bajaba el rastrillo, hasta cruzar la
puerta situada en el Muro de la Cortina, que nos permite alcanzar el Patio del Aljibe, de finalidad obvia en
toda construcción defensiva, con el pozo en el centro y seis lumbreras
alrededor. La cisterna subterránea alcanza quince metros de profundidad. Está
datado entre los siglos XI y XII.
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Patio del Aljibe, con el pozo y las seis lumbreras alrededor. |
En época del emperador Augusto se construyó en este lugar un templo
que debió ser visible desde toda la ciudad, que tan solo quedan algunos restos.
En el extremo izquierdo (según hemos entrado en el patio) se sitúa la Torre del Homenaje, la de mayor tamaño,
a la que, desgraciadamente, no se puede acceder.
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Torre del Homenaje. |
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Restos del templo romano, junto a la Torre del Homenaje. |
En el lado opuesto del patio hay dos torres, una de ellas sin
entrada, en tanto que a la otra, la Torre del Oro, se accede mediante una
escalera. Entre ambas existía una tercera torre, que fue derruida en el
transcurso de una de las intervenciones en el baluarte. En su lugar, un lienzo
de muralla de ladrillo nos muestra una puerta, escoltada por sendas ventanas
geminadas y polilobuladas, que nos permite el paso al Salón de los Presos Bajo, destinado antiguamente a vivienda del
alcaide o presidio de la nobleza, y actualmente a actividades culturales.
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Torre del lado derecho del patio. |
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Salón de Presos Bajo. Las dos líneas oscuras marcan el lugar en el que estaba situada la torre central del lienzo de muralla. |
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Torre del Oro y Salón de Presos Alto. |
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Puerta de entrada al Salón de Presos Bajo. |
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Escalera de subida a la Torre del Oro. |
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Puerta de entrada a la Torre del Oro. |
Subimos la escalera antes mencionada hasta la entrada de la Torre del Oro. De origen musulmán,
tiene la planta baja maciza. En su
interior se guardan dos valiosas piezas arqueológicas: el vaso de la flor de
loto y el vaso de los grifos. Normalmente se exponen copias fidedignas, mostrándose
estos originales en el Museo de la ciudad, pero como éste se encuentra en
obras, se ha optado por situar los originales aquí mientras duren las mismas.
El vaso de la flor de loto
fue encontrado en el transcurso de unas excavaciones arqueológicas en un lugar
datado en época fenicia, siendo fechado en el siglo VI a.C. Representan el
ciclo vital de la flor de loto, mostrando capullos, seguidos de flores abiertas
y, finalmente, flores ya marchitas.
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Vaso de la flor de loto. Siglo VI a.C. |
El vaso de los grifos,
de casi un metro de altura tiene la misma antigüedad que el anterior, siendo
también de elaboración fenicia. Nos muestra el cortejo de cuatro grifos, seres
mitológicos mitad águila, mitad león.
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Vaso de los grifos. Siglo VI a.C. |
También es de admirar la magnífica bóveda gallonada, cuyos ocho
gajos descansan en las dovelas que rematan sendos arcos de medio punto, todo
ello realizado en ladrillo.
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Bóveda de la Torre del Oro. |
De la entrada de la torre parte una escalera que nos conduce a la terraza, desde la que podemos ver unas
magníficas vistas de la ciudad (lástima que el día no acompañara).
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Vistas desde la terraza de la Torre del Oro. |
Bajamos y junto a la puerta de la torre, en una pequeña galería
veremos la entrada al Salón de Presos
Alto, en el que podremos observar una colección permanente de objetos
arqueológicos. Son interesantes los restos de pinturas murales de estilo mudéjar
de la época de Pedro I.
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Ánfora y lucernas romanas. |
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Capa con el lucero (símbolo de la ciudad) bordado. |
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Pinturas murales del siglo XIV. |
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Exposición permanente en el Salón de Presos Alto. |
Damos por finalizada la
visita en este punto y regresamos por el camino que hemos recorrido para venir.
Quisiera dar las gracias al Centro de Información de Carmona por las facilidades
dadas para la elaboración de este (y siguientes) reportajes, en particular a
Almudena Tarancón, guía del centro que, GRATUITAMENTE (que aprendan otras
ciudades) y amabilísimamente me condujo a lo largo del recorrido.
Es imprescindible la consulta
de la guía turística on-line del Ayuntamiento, http://www.turismo.carmona.org,
por lo completa que es,
conteniendo información, mapas e incluso audio-guía de todos los monumentos de
la ciudad.
El acceso de personas con
movilidad reducida al Alcázar Bajo es imposible por la propia naturaleza del
edificio, plagado de escaleras y sin posibilidad de instalar ascensores.
Horario de visitas:
Lunes a
sábados: 10,00 a
18,00 horas.
Domingos y festivos: 10,00 a 15,00 horas.
Precios: adultos, 2 €.
Niños, estudiantes, jubilados y grupos, 1 €.
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