Historia, leyendas y curiosidades de nuestra ciudad.

Historia, leyendas y curiosidades de nuestra ciudad y sus alrededores

jueves, 19 de abril de 2012

Iglesia de San Bartolomé.

El actual barrio de San Bartolomé, junto con gran parte del barrio de Santa Cruz, formaba la antigua Judería de la ciudad de Sevilla. Era una amplia zona, que ocupaba el tramo de muralla desde Puerta de Carmona hasta Puerta de la Carne, extendiéndose intramuros desde el Alcázar hasta la calle Conde de Ibarra (a través de Mateos Gago) y de ésta, por San Esteban, hasta llegar nuevamente la Puerta de Carmona.
Plano de la antigua judería de Sevilla.
En estos lugares había cuatro sinagogas: una, en el área de lo que hoy es plaza de Santa Cruz, que después fue parroquia y desapareció a principios del siglo XIX; otra, en el actual templo de Santa María la Blanca y una tercera en el convento Madre de Dios, según vimos en la entrada correspondiente, en tanto que la cuarta venía a ocupar parte de lo que hoy es la parroquia de san Bartolomé.

Por orden de Enrique III, entonces menor de edad, y presionado por algunos nobles, los templos judíos fueron enajenados (lo que demuestra que la corrupción especulativa y el tráfico de influencias no es un invento moderno), siendo concedidos al entonces Justicia Mayor, Diego López de Zúñiga, y a su Mayordomo, Juan Hurtado de Mendoza. Sin embargo, donde las dan, las toman, pues intervino el Cabildo Catedralicio, que se quedó con todas las sinagogas, excepto la de San Bartolomé, que siguió ejerciendo su función para los pocos judíos que sobrevivieron a las andanzas del arcediano de Écija, Ferrán Martínez, azote de los judíos e instigador de las matanzas del año 1.391.

En las afueras de este tramo de muralla se enterraba a los judíos fallecidos, según nos ilustra el magnífico artículo de "Historias de la Historia":
Finalmente, en el año 1.492 son expulsados los judíos de España por orden de los Reyes Católicos, lo que hizo que la sinagoga quedase de nuevo a cargo del Cabildo Eclesiástico.
Matanza de judíos de 1.391.
Se considera que la primitiva iglesia de San Bartolomé, conocida como San Bartolomé, El Viejo, estuvo situada en el lugar que hoy ocupa el convento salesiano de la Visitación, en la plaza de las Mercedarias, (antiguo palacio del marqués de Villanueva del Fresno), llegando a coexistir en el tiempo con la sinagoga judía.

Con el comienzo de la expulsión de los judíos, la iglesia se traslada a la sinagoga, en la que se efectúan las oportunas obras de adaptación a su nuevo uso.

En 1.779, se demolió la antigua sinagoga, por el estado de ruina que presentaba el inmueble. Se levantó un nuevo templo entre 1.780 y 1.796, según planos de José Echamorro o Antonio Matías de Figueroa (existe controversia en este punto), que fue consagrado entre 1.800 y 1.806.

Sometida a obras de restauración durante diez años a cargo de la Consejería de Cultura de Cultura, en el año 2.000 fue de nuevo abierta al culto. Quedan pendientes las reparaciones del exterior.

Dicho exterior del templo resulta muy sencillo, y en él destacan la portada principal y la torre, situadas ambas en el muro del Evangelio. Responden a los modelos clasicistas de fines del siglo XVIII, con uso de pilastras toscanas. Sobre el cuerpo cuadrado de la torre se sitúa un cuerpo de campanas con alternancia de columnas y pilastras, careciendo de remate, cosa poco frecuente entre las torres de la ciudad.
Fachada y torre de la iglesia de San Bartolomé.
Torre de la iglesia.
Portada de la iglesia.
Retablo cerámico de la Virgen de la Alegría. 
Facundo Peláez Jaén, 1.972 (Cerámica santa Ana).
La iglesia presenta planta de cruz latina, con tres naves separadas por pilares cruciformes y coro a los pies. La nave central, de doble anchura que las laterales, está cubierta por bóveda de cañón con lunetos y arcos fajones, mientras que las laterales poseen bóvedas de arista. Este esquema se modifica en el crucero, pues mientras que los tramos laterales utilizan bóvedas vaídas o de pañuelo, en el central se alza una cúpula de media naranja sobre tambor, con linterna de ocho vanos, cuatro cegados y los restantes abiertos para iluminar el interior. A los costados de las naves y junto a la cabecera se adosan una serie de capillas y dependencias.


Entramos en el templo por la portada del Evangelio. Nos recibe un vestíbulo, cuyo elemento más interesante es una cruz de hierro forjado que veremos a la derecha. Cruzamos la puerta y comenzamos nuestro recorrido por nuestra izquierda, en sentido contrario a las agujas del reloj.
Cruz de forja situada en el vestíbulo.
Vista general desde los pies del templo.
Vista general desde los pies del templo.
Nave de la Epístola, vista desde la puerta de entrada.
Nave del Evangelio, vista desde el lado contrario.
Pila de agua bendita "de diseño", a la derecha de la puerta de entrada.
La primera es la Capilla de la Piedad, ocupada antiguamente por la Hermandad Sacramental. Se cierra mediante una reja de forja de estilo plateresco, del siglo XVI, rodeada por un gran número de lienzos de diversos formatos. El altar está labrado enteramente en caoba en su color, cosa poco habitual en una ciudad donde gusta tanto lo dorado. Lo preside un grupo escultórico de La Piedad, del siglo XVI y autor desconocido, escoltado por imágenes de cuatro santos, de los que solamente reconozco a San Ignacio de Loyola, el primero a la izquierda de la Virgen según miramos de frente. Se corona con un relieve que nos muestra La imposición de la casulla a san Ildefonso, también anónimo. El sagrario de plata es de estilo renacimiento del siglo XVII, donado por doña María de Arellano y Sotomayor, cuyos restos, junto con los de su marido e hija descansan en el muro derecho de la capilla.
Vista general de la Capilla de la Piedad.
Reja de forja estilo plateresco. Siglo XVI.
Retablo de la Capilla de la Piedad.
Conjunto escultórico de la La Piedad. Anónimo, siglo XVI.
Imposición de la casulla a san Ildefonso, en el ático del retablo.
Muro izquierdo de la Capilla de la Piedad.
Enterramiento de doña María de Arellano y Sotomayor,  su marido e hija.
Bóveda de la Capilla de la Piedad.
En la cabecera de la nave del Evangelio encontramos la Capilla de Nuestra Señora de la Alegría, cuya imagen titular se atribuye a Roque Balduque en el siglo XVI. Ocupa el centro del retablo barroco de metal plateado, a cuyos lados se muestran las figuras de San Joaquín y Santa Ana. Los muros y la bóveda de pañuelo están decorados con pinturas al fresco. En el muro izquierdo (mirando de frente) hay una hornacina acristalada que guarda un estandarte, llamado el Simpecado del Rosario, con el se procesionó en el primer Rosario de la Aurora, que tuvo lugar en 1.690 como homenaje al fallecido fraile dominico Pedro Santamaría de Ulloa. Otras hermandades y asociaciones siguieron el ejemplo de la Hermandad de la Alegría y, en poco tiempo, hubo tantos Rosarios de la Aurora que se llegaron a producir enfrentamientos entre los miembros de las procesiones. De aquí proviene la expresión popular “acabar como el Rosario de la Aurora”.
Capilla de Nuestra Señora de la Alegría.
La Virgen de la Alegría tiene un origen legendario que se remonta al año 113. Cuentan que en esa época fue trasladada de Jerusalén a Roma y de ésta a Mérida de la mano de un cristiano griego llamado Romano. Allí permaneció hasta la invasión árabe, durante la cual, la talla fue escondida en una cueva, perdiéndose su rastro durante más de setecientos años. El año 1.482, unos pastores observaron que de una gruta salía una luz misteriosa; se acercaron y comprobaron que procedía de la imagen de la Virgen. El descubrimiento se extendió por toda la comarca y se decidió construir una capilla junto a la cueva.

La noticia siguió propagándose hasta llegar a la corte de los Reyes Católicos. El rey Fernando visita la capilla y decide incorporar la talla a la Capilla Real, donde permaneció hasta su muerte. Fue legada a su Mayordomo, Nuño Núñez, que la trajo a Sevilla, donándola a la iglesia de San Bartolomé en el año 1.526.
Retablo de la Virgen de la Alegría. A sus lados aparecen san Joaquín y santa Ana.
En esta capilla se nos muestra un busto del cotitular de la Hermandad, beato Manuel González García, obispo de Málaga y de Palencia, figura significativa y relevante de la Iglesia española durante la primera mitad del siglo XX. El cuarto de cinco hermanos nació en Sevilla el 25 de febrero de 1.877, en el seno de una familia humilde y profundamente religiosa. Formó parte de los famosos Seises de la catedral de Sevilla, grupo de niños de coro que bailaban en las solemnidades del Corpus Christi y de la Inmaculada. Sin previo aviso a sus padres ingresó en el Seminario en el que, dada la precaria situación de la familia, trabajó como criado durante sus años de estudio. Fue ordenado sacerdote en 1.901 por el cardenal Spínola. Destinado a Huelva predica en el templo y por las calles, pidiendo limosna para los niños pobres. Fundó varias instituciones, tanto laicas como religiosas, destinadas a la atención y educación de los niños pobres. A modo de ejemplo, comentar que cuando fue nombrado obispo de Málaga, con el dinero que se empleaba en ofrecer el habitual banquete a las autoridades, organizó una reunión en la que comieron tres mil niños.
Beato Manuel González García, cotitular de la Hermandad.
Fue hombre de prédica popular, huía de fastos y boatos, dedicándose en cuerpo y alma a la propagación de la devoción a la Eucaristía. Fundó numerosas congregaciones religiosas, tanto masculinas como femeninas, falleciendo en Madrid en 1.940 y siendo enterrado en Palencia. Juan Pablo II lo proclamó beato en 2.001.
Muro derecho de la Capilla de la Virgen de la Alegría.
Muro izquierdo. A la izquierda se puede ver el Simpecado del Rosario.
Bóveda de la capilla.
Ya estamos ante el presbiterio. El Retablo Mayor, de estilo neoclásico y fechado en torno a 1.800, está compuesto por banco, un cuerpo de tres calles, separadas por cuatro columnas en mármol jaspeado de orden corintio, y ático. En el cuerpo central aparecen San Bartolomé, en el centro, San Juan Nepomuceno (a su derecha) y San Cayetano. Debajo del titular se muestra una imagen de la Virgen con el Niño y, en el ático, una representación de la Santísima Trinidad. Todas las imágenes datan del siglo XVII.
Retablo Mayor. Año 1.800.
San Bartolomé.
Virgen con el Niño.
San Juan Nepomuceno.
San Cayetano.
Cristo de las Ánimas, colocado en el presbiterio durante la Cuaresma.
Muro izquierdo del presbiterio.
Ático del Retablo Mayor, con representación de la Santísima Trinidad.
Bóveda del crucero, con pinturas de los Padres de la Iglesia en las pechinas.
San Gregorio.
San Ambrosio.
San Jerónimo.
San Agustín.
La cabecera de la nave de la Epístola alberga la Capilla del Sagrado Corazón de Jesús. El retablo es neoclásico, de hechura muy parecida a la del retablo mayor.
Retablo del Sagrado Corazón de Jesús.
Ático del retablo.
Muro derecho de la capilla.
Muro izquierdo.
Le sigue la Capilla de san José, también con retablo neoclásico y poco que destacar, salvo los múltiples enterramientos que allí se sitúan, ocupando lugar destacado el de don Luis Montoto, político, erudito y cronista oficial de la ciudad.
Capilla de san José.
Retablo de san José.
San José con el Niño.
Muro izquierdo.
Muro derecho.
Lápida del enterramiento de don Luis Montoto, cronista oficial de la ciudad.
Finalmente llegamos ante el Altar de las Ánimas, presidido por el cotitular de la Hermandad, el Santísimo Cristo de las Ánimas, a cuyos pies se sitúa Nuestra Señora de la Salvación, más conocida como La Estrellita de san Bartolomé. Hasta hace poco se desconocía la autoría de la imagen, pero un amable lector me indica que tras el incendio iniciado por un pirómano en los años 90, el profesor Miñarro, encargado de la restauración, descubrió en el interior de la figura (que no se había quemado, por ser de barro policromado) el contrato firmado por Cristóbal Ramos para la realización del trabajo. 

El Cristo es obra del escultor Fernando de Uceda, entregado a la Hermandad el año 1.593. Se trata de un Crucificado realizado en pasta de papel, con armazón interior. Perteneció a la Hermandad de las Ánimas, hasta su fusión con la Hermandad de la Alegría en 1.973. Sale en Vía Crucis una vez al año por las calles del barrio, en tiempo de Cuaresma, período durante el que se coloca en el presbiterio, ante el altar mayor.
Altar de las Ánimas, sin el Crucificado.
Virgen de la Salvación, llamada popularmente Estrellita de san Bartolomé.
Ático del Altar de las Ánimas.
A los pies de la nave, una repisa sostiene la talla de un santo desconocido, vestido a la manera bizantina. En el sotocoro, separado de la nave central por un arco rebajado, podemos observar una espléndida sillería en color caoba y, sobre ella, en el coro, aparece el órgano, procedente del convento de San Agustín, cuyos graves están considerados como uno de los de más riqueza armónica de Europa.
Imagen desconocida, situada a los pies de la nave de la Epístola. Si sostuviera en las manos una espada llameante bien podría tratarse del profeta Elías.
Coro y sotocoro, vistos desde el presbiterio.
Órgano de la iglesia de San Bartolomé, procedente del desaparecido convento de san Agustín.
Pasamos a la nave del Evangelio y, a sus pies encontramos sobre el muro un lienzo de gran formato que representa La Ascensión de la Virgen, pintado por Ignacio de Ríes en 1.661. Junto a él se abre la Capilla Bautismal, presidida por un relieve enmarcado que nos muestra La Coronación de la Virgen, de autor desconocido. En el centro está la pila bautismal, de mármol blanco y, sobre el muro derecho, una placa de mármol que nos recuerda que don Miguel Mañara fue bautizado en este templo.
Asunción de la Virgen. Ignacio de Ríes, 1.661.
Capilla Bautismal.
Un relieve de la Coronación de la Virgen, que preside la Capilla Bautismal.
Pila Bautismal.
Placa de mármol que conmemora el bautizo en este templo de don Miguel Mañara.
Estaciones del Vía Crucis.
Ya hemos llegado al punto de partida y podemos dar por concluida la visita al templo. Sería deseable que cuando se reemprendan las labores de restauración se colocaran carteles informativos de los diferentes elementos de la iglesia. Por otra parte, y no es más que una opinión, ciertas partes del templo han sido redecoradas con un gusto más que discutible, como es el caso de las puertas de acceso, el pavimento de la iglesia y, sobre todo, la pila para el agua bendita, más adecuadas para una iglesia de nueva construcción que para un templo gótico-mudéjar.

La iglesia de san Bartolomé es sede de una Hermandad de Gloria: Real e Ilustre Hermandad del Santísimo Sacramento, Nuestra Señora María Santísima de la Alegría, Ánimas Benditas y beato Manuel González García.


No hay obstáculos para personas con movilidad reducida.

20 comentarios:

  1. Muchas gracias por este blog!!
    Me encanta!!
    Lo leo siempre que puedo y es super interesante!!
    un beso!

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    1. Gracias a ti por el elogio, LindaMirada (bonito nick).
      Otro beso.

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  2. Gracias, San Bartolomé es la iglesia donde me bautice, me ha encantado este blog.

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  3. Muy buena información de la Iglesia. Enhorabuena.

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  4. La Virgen de la Salvación no es anónima.
    Cuando un pirómano quemó su imagen en los 90, fue restaurada por Miñarro, y en su interior apareció el contrato. Es obra nada menos que de Cristobal Ramos. La Virgen no se destruyó por ser de barro, característica típica de dicho escultor.

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    1. Muchas gracias por los datos aportados. Ya los he incluido en la entrada. Si se pudieran pasar por rayos X o hacerle una tomografía a todas las imágenes anónimas de la ciudad, me parece que nos llevaríamos más de una sorpresa.
      Recibe un cordial saludo.

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    2. Gran blog. ¡enhorabuena!
      Solo que las pinturas de las pechinas no son los cuatro Evangelistas, sino cuatro Doctores de la Iglesia:
      San Ambrosio (el del manto en las manos), San Jerónimo (el de manto rojo), San Agustín (el de el templo en la mano) y San Gregorio (el de la paloma).

      Pero lo dicho: Gran Blog, ¡ENHORABUENA!

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    3. Muchas gracias por la rectificación. La verdad es que no sé en qué estaría pensando cuando escribí que se trataba de los Evangelistas, cuando no había más que mirar las mitras para darse cuenta que no podía tratarse de ellos. Y más siendo relativamente frecuente la aparición en el crucero de los Padres de la Iglesia, bien ellos cuatro solos o acompañando a los Evangelistas.
      En cualquier caso, te agradezco enormemente el aviso. Ya está rectificado.
      Un saludo.

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  5. ESTOY ALUCINADA POR EL REPORTAJE DE ESTA ANTIGUA IGLESIA, QUE SIENDO SEVILLANA, SE ME HA ESCAPADO Y RESISTIDO DURANTE MUCHO TIEMPO. MAGNIFICO REPORTAJE GRÁFICO.

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    1. Muchas gracias por el elogio, Canasta.
      No es extraño que sea poco conocida la iglesia de san Bartolomé, pues entre lo escondido de su ubicación y que casi siempre ha estado en cerrada o en obras, no se ha escrito mucho sobre ella.
      Saludos.

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  6. Exhaustiva información sobre la iglesia de San Bartolomé y clara y sencilla presentación. Enhorabuena.

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  7. Trabajo arduo, dignísimo y valioso:
    ¡Un lujazo y de encomiable representación de sevillanía!

    ¡Olé, olé y oleeeeeeeeeeeeeé!

    Un abrazo.

    Mari Carmen.

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  8. Ayer descubrì esta joya de Sevilla, en una de las visitas concertadas .Me pareciò increible y con este blog ha sido aún mejor. Muchas gracias por tu trabajo y esmero y por conseguir que la admiremos como tú lo haces

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  9. Como siempre un placer leer su información . ¡ Mil gracias !

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  10. Muy interesante todo lo que comenta de San Bartolomé, pero permítame unas sugerencias. El retablo de la Capilla del Sagrario es de Luis Ortiz de Vargas. Los santos, mirando de frente a mano izda. S. Francisco, le sigue S. Ignacio, de Pedro Roldan, el siguiente, ya en el lado derecho, S. Juan de la Cruz y en el mismo lado S. Antonio de Padua. el Sagrario de Plata es de Arce, mire el parecido con el de la Catedral, aunque más sencillo. El Cristo, según últimas investigaciones no es de las Animas, sino de las Misericordias, primer tercio del XVII, y procedente del Museo, que al ser desmontada la capilla de la Santa Inquisición, pasó a éste que era almacén de obras de arte.

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  11. Muy interesante el reportaje y muy buenas fotos, le felicito. Sólo quería hacer una observación: El santo del retablo mayor del lado derecho, no es S. Cayetano, sino S. Félix Cantalicio.
    En hora buena por el trabajo.

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