Historia, leyendas y curiosidades de nuestra ciudad.

Historia, leyendas y curiosidades de nuestra ciudad y sus alrededores

lunes, 14 de septiembre de 2015

Convento de San José del Carmen (Las Teresas), -II y final. La iglesia.

Frente a la sala del torno se encuentra la portada de la Epístola del templo, por la que accedemos a su interior. Presenta la típica disposición de las iglesias conventuales, de cajón, con planta de una sola nave. Se cubre mediante bóveda de cañón con lunetos, mostrando en sus muros ocho grandes hornacinas, cuatro a cada lado, que alojan los artísticos retablos.
Vista general de la iglesia del convento de San José del Carmen.
La planta de la iglesia fue diseñada por Vermondo Resta, en la época en que ejercía como maestro mayor del Alcázar, tardando bastantes años en terminar de construirse (1.616), debido a las penurias económicas de la orden.
Bóveda del presbiterio.
Nos situamos bajo el coro alto a los pies de la iglesia. El coro bajo, extrañamente, se sitúa en un lateral del presbiterio. Encontraremos a nuestra derecha (tras colocarnos de espaldas a la portada principal) el retablo de Santa María Magdalena de Pazzi, antes llamado de las Reliquias. Caterina de Pazzi, que era su nombre real, vivió en el siglo XVI. Su historia es semejante a otras santas de la iglesia católica: de familia acomodada, desde muy pequeña tuvo episodios místicos que la hicieron decidirse por la vida conventual, a pesar de la intención de sus padres de casarla con un rico pretendiente. Ingresó en un monasterio carmelita de estricta observancia y continuó experimentando, durante toda su vida, fenómenos místicos, éxtasis, raptos y bilocaciones, que eran recogidos por sus hermanas de convento. Tras su fallecimiento se le atribuyeron numerosos milagros y curaciones, lo que impulsó su canonización en 1.669. Es la patrona del Carmelo.
Retablo de Santa María Magdalena de Pazzi.
Cortesía del IAPH.
El retablo es un popurrí compuesto por partes de otros más antiguos, unos del siglo XVII, otros del XIX, fecha en la que se policromó y tomó el actual aspecto neoclásico. Su génesis y procedencia es la misma que la del frontero. Desgraciadamente, la zona está bastante oscura y tan solo se aprecia que en el interior de una hornacina se sitúa una vitrina con la imagen de la santa en su interior y una pintura en el ático con escena de La Piedad. La imagen publicada está extraída de la base de datos del patrimonio mueble del IAPH.
Retablos de San Carlos Borromeo y de Santa María Magdalena de Pazzi.
A su lado está colocado el retablo de San Carlos Borromeo, costeado por Juan Castillo de la Hoz en 1.627. De estilo manierista, en el interior e intradós del gran arco de medio punto que rodea el busto del titular se nos muestran doce pinturas de la misma época del retablo que muestran escenas de su vida: nacimiento, el santo orando, recibiendo el capelo cardenalicio, las tentaciones, su muerte, el retiro al Monte Varallo, orando en una capilla, orando ante un crucificado, visitando a un enfermo, procesión, visitando enfermos, con los pastores, de peregrino. Se remata por un frontón partido con una cartela oval al centro con inscripción latina, rematada por un pináculo y sostenida por dos angelotes. 
Retablo de San Carlos Borromeo.
Busto-relicario de San Carlos Borromeo.
Entre la puerta por la que hemos entrado y el acceso a la sacristía veremos el retablo de Santa Teresita del Niño Jesús, fechado en 1.732 y plenamente barroco, ejecutado por  el carmonense José Maestre. Muestra disposición de doble arco, con dos grandes estípites de tres cuerpos y abundantes adornos vegetales, frutas, putti y roleos. La mesa de altar se decora con cinco rectángulos verticales imitando mármoles de colores. La calle central la ocupa una hornacina de medio punto. En las jambas, arcos de medio punto, donde se sitúan Santa Inés y San Antonio de Padua. En el centro vemos la imagen de Santa Teresita. El ático tiene, en su parte central, una hornacina, ocupada por otra escultura de Santa Teresita
Retablo de Santa Teresita del Niño Jesús.
Originalmente acogía la talla de San Juan de la Cruz que hoy vemos en el retablo mayor, habiendo sido encargado por la propia comunidad carmelita con motivo de la canonización del santo cuatro años antes. Más tarde, se adaptó una Virgen del Carmen del siglo XVIII para ser venerada como la santa de Alençon debido, igualmente, a la canonización de la misma. En esta misma época, fueron sustituidas las imágenes laterales de San José y Santa Teresa por las de Santa Inés y San Antonio de Padua, así como la Inmaculada del ático por otra efigie de Santa Teresita.
Pasamos la puerta de la sacristía, que dejaremos para el final y llegamos ante el presbiterio, de planta cuadrada y testero plano, con bóveda semiesférica sostenida por pechinas que se apoyan en pilastras adosadas a los muros. Su interior se adorna mediante estucos que adoptan forman geométricas.
Bóveda del presbiterio.
Remate de uno de los muros laterales del presbiterio.
El retablo mayor es de estilo manierista, con elementos renacentistas. Se articula en banco, dos cuerpos de tres calles cada uno separadas por columnas melcochadas estriadas de capiteles corintios y un pequeño ático. Fue ensamblado por Jerónimo Velázquez en 1.630, según traza, quizá, de Alonso Cano, y dorado y estofado por Pablo Legot dos años más tarde.
Dos vistas del retablo mayor.
Las puertas del sotobanco son posteriores al retablo inicial, estando ocupado este espacio en sus inicios por pinturas que se han perdido.
En el banco aparecen a los lados del sagrario dos hornacinas con pequeñas imágenes de Santa Inés con el cordero y Santa Catalina de Alejandría, de autor desconocido.
Imágenes de Santa Inés y Santa Catalina se sitúan a los lados del sagrario.
El primer cuerpo está presidido por San José llevando al Niño Jesús de la mano, obra de 1.620 atribuida con bastante fundamento a Juan de Mesa. Encima vemos una Inmaculada de pequeño tamaño y, a los lados, aparecen esculturas de bulto redondo de los creadores de la reforma del Carmelo, Santa Teresa y San Juan de la Cruz, así como dos pinturas anónimas del XVII; nos muestran al profeta Elías, considerado origen de la orden, vestido de ermitaño con espada de fuego y Libro de Profecías en las manos, y a San Juan de la Cruz en el momento de la visión de Cristo llevando la Santa Cruz. Tanto imágenes como pinturas son también anónimas. Las tablas pintadas están divididas por la mitad, formando puertas de doble hoja, que al abrirse dejaban ver los relicarios que guardaban en su interior. 
Primer cuerpo del retablo mayor.
Aquí podemos ver cómo las cuatro tablas que forman parte del retablo están divididas por la mitad por oficiar de puertas.
Santa Teresa de Jesús.
San Juan de la Cruz.
Calle central del primer cuerpo.
El grupo escultórico de San José con el Niño preside el retablo.
El cuerpo superior presenta en su centro un Calvario, de la escuela de Juan de Mesa, acompañado por nuevas pinturas, igualmente anónimas en las que están representadas dos apariciones milagrosas a Santa Teresa: La Visión de Cristo flagelado y La Aparición de María con su Hijo y San José a la Santa.
Diferentes vistas del segundo cuerpo del retablo mayor.
En el presbiterio, ante el retablo que veremos a continuación, descansa la escultura que representa la Transverberación de Santa Teresa. Fue realizada en terracota policromada por Cristóbal Ramos, hacia 1.780. Se mostró en la gran exposición sobre la vida de la Santa en el Círculo Mercantil de Sevilla, realizada en mayo de 2.015 con motivo del quingentésimo aniversario de su nacimiento.
Aquí vemos el retablo mayor y, a su lado, el retablo de la Inmaculada.
El retablo de la Inmaculada es de claro estilo barroco, con abundancia de putti y adornos vegetales (hojas, racimos de uvas, frutas), realizado a fines del siglo XVII por Fernando de Barahona, discípulo de Bernardo Simón de Pineda y autor igualmente del retablo del convento de San José de Sanlúcar de Barrameda, que sirvió de modelo.
Retablo de la Inmaculada.
Hornacina del retablo.
Se nos muestra a la Virgen con hábito carmelita, tallada por Juan de Mesa en 1.610. Se trata de una obra de juventud del escultor, aunque de gran pureza técnica y enormemente parecida a la que tallase su maestro Martínez Montañés para una de las capillas de alabastro de la Catedral (imagen popularmente conocida como La Cieguecita).
Inmaculada Concepción. Juan de Mesa, 1.610.
Las imágenes laterales, San Juan Bautista y el profeta Elías, pertenecen a la escuela de Pedro Roldán, sin descartar la intervención de este en las mismas. En el ático se representa un relieve con la escena de los Desposorios místicos de Santa Teresa, escoltada por dos ángeles mancebos. Todo este conjunto son de la misma época del retablo, provenientes del taller de Pedro Roldán.
El profeta Elías.
San Juan Bautista.
Ático del retablo. Los desposorios místicos de Santa Teresa.
El muro del Evangelio, visto desde el presbiterio.
El muro de la Epístola, visto desde el mismo punto.
Junto al retablo, un cuadro con la Virgen de Guadalupe está colocado sobre el púlpito de forja.
Virgen de Guadalupe.
Púlpito del templo.
Prosiguiendo con el recorrido por el muro del Evangelio encontramos el que he llamado retablo de la Visitación, llamado así por la pintura que se aloja en el ático, en tanto que la tabla principal nos muestra la escena de la Natividad. De estética manierista, en el intradós del arco hay una serie de pinturas atribuidas a Francisco Varela, artista sevillano de la primera mitad del XVII, que representan a los Santos Juanes, Santa Catalina con Santa Inés, Santa Isabel con Santa Lucía y San Agustín con el beato Álvaro de Córdoba.
Retablo de la Visitación.
Se trata del antiguo retablo del Calvario, ocupado originalmente por una tabla con una escena de la Virgen acompañada por una talla de San Francisco (desaparecidos) y, posteriormente, un grupo escultórico mandado hacer en 1.620 por los patronos de la capilla, cuyos nombres aparecen en la base de las pilastras:
ESTA CAPILLA ENTIERRO I BOBEDA DESE CRUZERO ES DE HECTOR ANTUNES I DOÑA ANA FURTADO SU MUIER”
Detalles del retablo de la Visitación.
A continuación aparece otro retablo de la Inmaculada, de finales del XVII, que aparece sin titular en la actualidad. Se articula mediante un doble arco típico de la época renacentista, aunque con abundancia de adornos barrocos (cabezas de angelitos, guirnaldas de frutos). La parte superior del intradós se decora con dos lienzos de la escuela murillesca que representan El milagro del padre fray Jerónimo Gracián de la Madre de Dios y La Aparición de Cristo con la Cruz a cuestas a San Juan de la Cruz. En los laterales, dos pinturas con Santa Teresa escritora y Santa Teresa inspirada por el Espíritu Santo, mientras que el ático presenta una tabla con la imagen de la Virgen del Carmen amparando bajo su manto a las religiosas carmelitas. Sobre el altar vemos dos relicarios con restos de santos.
Retablo de la Inmaculada.
Santa Teresa escritora.
Santa Teresa inspirada por el Espíritu Santo.
Relicario.
El retablo de la Encarnación o de la Anunciación es obra manierista de Luis de Figueroa de 1.627, siendo de Francisco de Herrera, el Viejo las pinturas principales de la Anunciación y el Padre Eterno y de Baltasar Quintero el dorado y encarnado. El interior del arco nos muestra pinturas de Juan de Espinal: San Juan Bautista, San José, la Virgen con el Niño y Santa Teresa. En el ático distingo un santo dominico que no he podido identificar (¿Santo Domingo o de nuevo Álvaro de Córdoba?).
Retablo de la Anunciación.
Hay finalmente un último retablo, ya junto a la portada principal, confeccionado a base de partes de otros, como vimos en el frontero de la Epístola, que actualmente no muestra objeto alguno. Las partes más antiguas pertenecieron a un retablo de 1.633 montado por Bartolomé de la Puerta, en tanto que las más modernas son del XIX, siglo en que fue policromado. Desgraciadamente, la zona está tan oscura que no se puede distinguir detalle de las pinturas del intradós del arco.
He aquí los dos retablos del muro del Evangelio más cercanos a los pies del templo.
Vista la nave principal, podemos acceder a la sacristía, cuyo acceso está situado en el muro de la epístola, junto al presbiterio. Se trata de una estancia de regular tamaño, en la que, además de la habitual cajonera para guardar las vestiduras litúrgicas y una serie de cuadros colgados de las paredes, podemos ver una vitrina practicada en el muro que contiene un conjunto de recuerdos y reliquias de la santa de Ávila. 
Imágenes de la Sacristía.
La más importante, sin duda, es el manuscrito de “Las Moradas”; a su alrededor podemos ver el tambor y una pequeña campanilla usados por Teresa, una capa y un trozo de hábito, varias cartas, un Niño Jesús que le regaló su sobrina y, colocado a la izquierda, el famoso cuadro (único realizado en vida de la santa) que le pintó fray Juan de la Miseria y que tan poco le gustó: “Ay fray Juan, que me habéis sacado fea y legañosa”.
Reliquias de Santa Teresa.
Manuscrito de Las Moradas.
Desgraciadamente no se pudo acceder a la zona de clausura, perdiéndonos la visita al refectorio, claustro, coros bajo y alto, los patios del Cenador y de la Bóveda, Sacristía interior, un pequeño oratorio al que llaman el Relicario, la biblioteca y, sobre todo, la Celda de la Santa que, a pesar de la creencia popular, no fue ocupada nunca por Santa Teresa. Todas estas estancias están decoradas con numerosos objetos artísticos que no tienen nada que envidiar a las que hemos visto en la zona pública.
Con esto finalizamos el recorrido de este recoleto convento que ha estado a punto de perderse definitivamente debido al estado ruinoso en que se encontraba. Afortunadamente, y gracias a la generosidad de los vecinos del barrio, se lograron reunir en una colecta los 1.200.000 euros que costaba el arreglo del convento.
El claustro, antes de la restauración.
Cortesía de www.culturadesevilla.com.
Estado actual del patio.
Cortesía de www.visitasevilla.com
Esta visita se ha llevado a cabo de la mano de Engranajes Culturales, empresa especializada en recorridos por Sevilla y diversas ciudades de nuestro entorno. La organización fue perfecta y la dirección de la misma, con explicaciones a cargo de Sergio Raya, sin tacha alguna. Altamente recomendable.

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