Historia, leyendas y curiosidades de nuestra ciudad.

Historia, leyendas y curiosidades de nuestra ciudad y sus alrededores

jueves, 22 de noviembre de 2012

Santuario de Nuestra Señora de Loreto (Espartinas), -III y final. La iglesia.


La tercera y última parte del recorrido está dedicado íntegramente a la iglesia del santuario. La iglesia actual fue construida en el siglo XVIII, con planta de cruz latina de brazos muy cortos y una sola nave de cinco tramos, separados por pilastras dóricas, sobre las que se apoyan arcos fajones que refuerzan la bóveda de cañón. El coro y el sotocoro, situados a los pies de la nave, ocupan los dos primeros tramos. El crucero se cubre con cúpula de media naranja sobre pechinas.
Vista general del templo desde el presbiterio.
Coro.
Vista general desde los pies de la iglesia.
Muro de la Epístola.
Muro del Evangelio.
A los pies del templo vemos el coro, bajo el cual nos dirigimos para comenzar el recorrido por el muro de la Epístola. En primer lugar vemos una hornacina con venera en la parte superior, que nos muestra una imagen de ricos ropajes estofados del Niño Jesús Coronado.
Niño Jesús Coronado.
Le sigue un cuadro de la Virgen de Guadalupe con la iconografía típica de esta advocación, enseñándonos diversas y milagrosas apariciones de la Virgen. Está datado en 1.737 y firmado por un artista apellidado Cornero.
Virgen de Guadalupe.
El primer retablo de este lado nos enseña el grupo escultórico de La Piedad, del último tercio del XVIII. Es de estilo neoclásico, con abundantes adornos policromados. Todos los retablos de esta iglesia, incluido el retablo mayor, fueron ensamblados por Manuel García de Santiago a mediados del siglo XVIII.
Retablo de la Piedad.
Cuerpo del retablo de la Piedad.
Ático del retablo de la Piedad.
Grupo escultórico de la Piedad.
Seguidamente vemos una portada que comunica con el claustro del aljibe. Está enmarcada como  si de un retablo se tratase, de estilo igualmente neoclásico y ricamente adornado con pinturas. Consta de un vano central, adintelado, cerrado con una gruesa puerta de madera de roble adornada con casetones y profusa decoración a todo su alrededor mediante relieves de espirales y formas mixtilíneas.
Portada de comunicación con el Patio del Aljibe.
Ático de la portada.
Continuando hacia la cabecera del templo, ya en el brazo del pequeño crucero (poco más de un metro de largo), nos encontramos con el retablo de San Diego de Alcalá, de la misma época y estilo que los anteriores. Se compone de una calle y ático superior, con la hornacina central ocupada por la imagen del santo, la más antigua del templo (comienzos del XVII) y la de mayor calidad artística. El ático presenta el relieve de un San Cristóbal portando al Niño Jesús. A ambos lados, en la zona superior de los muros y a la altura del ático, se abren dos balcones con cierres y antepecho cubiertos de celosías, típicas de estos espacios conventuales, que permitían a enfermos y monjas de clausura asistir a los Santos Oficios sin necesidad de bajar a la iglesia.
Retablo de San Diego de Alcalá.
San Diego de Alcalá.
Ático del retablo de San Diego de Alcalá, con representación de San Cristóbal.
Regresamos a los pies de la iglesia para comenzar el recorrido del lado del Evangelio. Bajo el coro hay una hornacina con venera, gemela de la que hemos visto en la Epístola, con una imagen de ¿San Francisco de Asís?¿San Antonio de Padua?
Imagen no identificada a los pies del muro del Evangelio.
En el siguiente tramo cuelga un nuevo lienzo (el conjunto del santuario cuenta con unas sesenta pinturas) que, según se lee en el mapa que porta su personaje principal, representa a San Francisco Javier evangelizando la India: S. FRANCISCUS XAVIERUS INDIARUM APOSTOL”.
San Francisco Javier evangelizando la India.
El retablo de San Antonio viene a continuación. Del mismo estilo que los restantes retablos laterales de la iglesia, muestra en su hornacina central al santo titular, talla datada en 1.690. A sus lados hay dos pequeñas figuras que me aventuro a identificar como de Santa Clara y San Francisco. 
Retablo de San Antonio.
Cuerpo del retablo de San Antonio.
San Antonio de Padua.
El ático del retablo de San Antonio nos muestra el milagro del pie reinjertado.
El ático nos ilustra con un relieve policromado sobre el milagro del pie reinjertado llevado a cabo por el santo de Padua. Relato a continuación el suceso, ya que es bien curioso:

“Un hombre de Padua, llamado Leonardo, contó a san Antonio, durante la confesión, que había dado una patada a su madre, con tal violencia que la había hecho caer por el suelo. El padre Antonio comentó: El pie que golpea a la madre o al padre, merecería ser cortado al instante. Aquel hombre, no habiendo entendido el sentido metafórico de la frase, lleno de remordimiento por la falta cometida y por las duras palabras del Santo, al volver a casa no dudó en cortarse el pie. La noticia de un castigo tan cruel se difundió en un abrir y cerrar de ojos por toda la ciudad, llegando a oídos del confesor que, horrorizado, se dirigió a toda prisa a casa del desgraciado y, después de una angustiada devota oración, unió a la pierna el pie cortado, haciendo la señal de la Cruz. El pie quedó unido a la pierna rápidamente, sin quedar la menor secuela, de tal manera que Leonardo pudo caminar normalmente de nuevo desde ese momento”.

Al continuar la visita llegamos ante el retablo de San José, cuya efigie, de mediados del siglo XVIII y atribuida a Pedro Duque Cornejo, fue regalada por el padre Buenaventura a un miembro lego del convento. No he logrado averiguar la identidad de los religiosos que lo acompañan, ni la escena representada en el ático. Bajo la imagen central está instalado permanentemente un pequeño nacimiento.
Retablo de San José.
Cuerpo del retablo de San José.
San José con el Niño.
Pequeño Nacimiento en el altar.
Ático del retablo.
Escena representada en el ático.
Ya estamos en el brazo del Evangelio del crucero. Allí se sitúa el retablo de san Francisco de Asís que, aunque aquí aparece con las manos desnudas, cuando procesiona porta en la derecha un crucifijo y en la izquierda la bandera franciscana. En el ático hay una talla de crucificado y, alrededor del retablo, varios lienzos colgados.
Crucero del Evangelio, con el retablo de San Francisco de Asís.
Retablo de San Francisco de Asís.
Talla de San Francisco de Asís.
Ático del retablo de San Francisco de Asís.
Pinturas junto al retablo de San Francisco.
El presbiterio, al que se accede a través de una amplia escalinata de cuatro peldaños realizados en mármol blanco, tiene planta rectangular y se cubre con bóveda de cañón y lunetos. Es de testero plano, y en él se sitúa el Retablo Mayor que, aunque la documentación indica que es del mismo autor y época de los demás de este templo, tiene un estilo claramente diferente. Es de un barroco tardío, exuberante, y ocupa todo el frente del presbiterio. Se trata de una obra de considerable valor artístico, construido expresamente para este lugar por Manuel García de Santiago en 1.749, y dorado diez años después; toda la obra fue costeada por el padre Francisco de San Buenaventura.
Sendos estandartes se sitúan en los lados del crucero, junto al presbiterio.
Sobre ellos vemos dos ángeles lampadarios.
El púlpito también está abundantemente adornado.
Se compone de sotobanco, banco, un cuerpo de tres calles y ático. En el centro, un amplio camarín alberga la pequeña imagen de Nuestra Señora de Loreto, de la misma época del retablo. El actual camarín de la Virgen fue construido en 1.956 por el arquitecto sevillano Aurelio Gómez Millán, y muestra pinturas al fresco de José Martínez del Cid y una lámpara de plata de mediados del siglo XVIII. El trono de la Virgen, de madera dorada, es obra de Manuel Guzmán Bejarano, estrenado en 1.989.
Retablo Mayor del santuario de Nuestra Señora de Loreto.
Cuerpo del retablo.
Calle central.
Nuestra Señora de Loreto.
Pequeño Crucificado situado en el manifestador.
Sagrario del altar.
En las calles laterales vemos imágenes de santos relacionados con la orden franciscana: San Francisco de Asís, Santo Domingo de Guzmán y, sobre ellos, medallones con  relieves de Santa Inés y Santa Clara.
San Francisco y Santa Clara de Asís.
Santo Domingo de Guzmán y Santa Inés.
En el ático en la zona central, se ve un relieve con la Coronación de la Virgen; a la derecha Dios Padre, a la izquierda Jesús abrazando la Cruz y en los laterales las imágenes de San Buenaventura y San Luis, obispo. Lo corona un penacho poligonal con el anagrama de la Virgen María.
Zona izquierda del ático.
Zona central.
Zona derecha.
Todo el conjunto presenta una abundantísima ornamentación, sin lugar para el vacío (el famoso horror vacui), con entablamentos, molduras mixtilíneas, hojas de acanto, guirnaldas, veneras, espirales y adornos de todo tipo, entre los que asoman multitud de figuras, cabezas de querubines y ángeles mancebos.

Termina aquí esta visita, al menos de la parte que he podido ver. Como comenté anteriormente, hay zonas que, en principio, son accesibles al público, pero que por desconocimiento no he podido visitar. Queda, pues, pendiente para otro día.


La abundancia de escalones, tanto exteriores como interiores, hace prácticamente imposible la visita de personas con movilidad reducida.

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