Rodrigo Díaz de Vivar nació en el Vivar (Burgos) en el año 1.043, hijo de Diego Laínez, noble caballero de la Corte Castellana , y de una hija de Rodrigo Álvarez. Quedó huérfano de padre a los quince años, criándose junto al príncipe Sancho en la Corte del Rey Fernando I, el Magno, rey de Castilla y León.
Pronto alcanzó fama de aguerrido en la Corte de Burgos, ya que con tan sólo dieciséis años desafió y dio muerte al Alférez Real, conde de Lozano, hombre fiero y con fama de diestro con la espada, por haber ofendido gravemente a su difunto padre. Como muestra de las costumbres de la época comentaremos que la hija del fallecido, Jimena Lozano, reclamó al joven Rodrigo como marido, ya que era el responsable de haberla dejado sin hombre que cuidara de ella.
A la muerte de Fernando I en la Nochebuena de 1.065, se dividieron sus tierras, correspondiéndole la corona de Castilla al que fue proclamado Sancho II, que fue acompañado fielmente por Rodrigo Díaz.
Apenas dos años más tarde, fallece doña Sancha, madre de Sancho y de Alfonso VI, rey de León. A partir de ese momento, comienza una guerra fraticida que terminaría con el asesinato de Sancho II a manos del traidor Bellido Dolfos. Alfonso VI reclama el trono de Castilla, y Rodrigo, como Alférez que era del fallecido rey le exige, en el Monasterio de Santa Gadea, juramento de no haber participado en la muerte de su hermano Sancho. Alfonso lo hace y es nombrado rey de Castilla y León, ordenando inmediatamente la destitución de Rodrigo como Alférez Real y enviándolo al destierro.
El narrado origen del primer destierro (luego hubo otros) de Rodrigo Díaz de Vivar es el comúnmente aceptado. Sin embargo, algunos autores como José María de Mena, basándose en el Poema del Mío Cid, versión Menéndez Pidal, sostienen versión diferente.
Sin embargo, a la Corte musulmana llegaron noticias de que una partida formada por moros de los reinos de Granada y Murcia y cristianos navarros y aragoneses mandados por el conde de Barcelona estaban asaltando las fronteras del reino. Almotamid exigió la defensa que pagaba con su tributo y Rodrigo partió con su hueste al encuentro de los asaltantes. Se encontraron en las afueras de la ciudad de Cabra. El conde de Barcelona, al ver la escasez de oposición y la juventud de quien la mandaba, contestó al mensajero de Rodrigo que le exigía su retirada:
- Decidle al de Vivar que espere a que le crezcan las barbas antes de jugar a la guerra.
El joven Rodrigo montó en cólera al oír la respuesta y replicó:
Sin dudar un segundo, dirigió sus cien caballeros contra el enemigo, que sumaba cinco mil sarracenos y mil cristianos y, con gran habilidad y enorme bravura, los derrotó contundentemente, poniendo en fuga a los moros y tomando prisioneros al conde de Barcelona y a los condes de Aragón y Navarra. Acercose al de Barcelona y de un tirón le arrancó las barbas, guardándolas en una bolsita que llevó colgada del cuello muchos años.
El rey Alfonso quedó muy impresionado por el buen hacer y la bravura del Cid pero, insidiosamente, los nobles de la Corte comenzaron a preguntar por qué había liberado a los condes cristianos por los que se podía haber pedido buenos rescates o por qué entregó prisioneros moros y botín de guerra a Almotamid, siendo su señor el rey Alfonso. Estos argumentos, unidos a los cuantiosos regalos que el Cid había recibido del monarca sevillano convencieron al rey castellano de que el de Vivar se había excedido ampliamente de las funciones encomendadas y que además se había lucrado con ello, por lo que decidió su destierro durante seis largos años.
Anna Hyatt Huntington.
Cortesía del Museo del Estado
de Carolina del Sur.
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quiero tener sexo con quien escribió esto.
ResponderEliminarYa estamos con la guasa.
ResponderEliminarLa estatua de Balboa Park está en San Diego, no en San Francisco.
ResponderEliminarMuy bien relatado.
ResponderEliminarMe encanta
Muy bien relatado.
ResponderEliminarMe encanta
para recitar su repertorio de poesías líricas y cantares de gesta que ensalzaban héroes y proponían ideales de comportamiento. Las recitaciones solían acompañarse de algún instrumento musical y, al finalizar las representaciones, pedían a los espectadores dinero, ropa, comida, cualquier co https://symcdata.info/el-arte-en-el-imperio-inca/
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