Juan de Fidanza (1.218-1.274), san Buenaventura,
nació en la Toscana italiana. De sus primeros años se sabe poco, salvo que
estudió en la universidad de París, la misma en la que más tarde enseñaría
Teología y Sagrada Escritura.
Hombre de gran humildad y juicio equilibrado, fue
elegido ministro principal de la Orden de los Franciscanos en un momento en que
la Orden estaba dividida en varias facciones. Por un lado, los espirituales,
más rigoristas, sostenían que la Orden debía subsistir en la más absoluta
pobreza, en tanto que otra rama sostenía que los franciscanos debían poseer
propiedades; entre ambos bandos, a su vez, se situaban otros grupos. Los
desvelos de san Buenaventura no lograron salvar la unidad, siendo los espirituales
declarados herejes, y separándose el resto en diferentes órdenes, de las que
tres han llegado hasta nuestros días: los franciscanos menores (OFM) del propio
Buenaventura, que defendía la estricta observancia de las reglas de san
Francisco, pero sin caer en los excesos de los espirituales, los conventuales
(OFMConv), que descienden de la rama más moderada, y los capuchinos (OFMCap),
que surgen en 1.525 y se constituyen en orden independiente.
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San Buenaventura. Simone Sacchettini, 1.611. Convento de las Descalzas Reales, Valladolid. |
El convento de san Buenaventura nace en el año
1.600, con el principal cometido de albergar un Colegio dedicado exclusivamente
a la enseñanza de los componentes de la Orden. Se instaló inicialmente en unas casas de la calle del Mar (hoy García
de Vinuesa), trasladándose cinco años más tarde a su emplazamiento definitivo,
sobre un terreno de huertas cedido por el convento de san Francisco, aunque con
total independencia de éste. El edificio, que iba de calle Catalanes (actual
Albareda) a la de Vizcaínos (ahora Fernández y González), constaba de tres
patios e iglesia, que comunicaba con el colegio mayor a través de la huerta.
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Entrada a la iglesia del convento en la esquina de las calles Bilbao y Carlos Cañal. |
La institución se encargaba de la preparación teológica de sus alumnos, haciendo hincapié en la defensa y difusión del Cristianismo, pues los franciscanos eran los responsables de la evangelización, no solo de España, sino de América, Filipinas y Tierra Santa.
El siglo XIX supuso un auténtico desastre para el
convento. Durante la ocupación francesa, fue utilizado como cuadra,
quemando de camino el retablo mayor y los altares. Expulsado el invasor, los
religiosos fueron exclaustrados durante los períodos 1.810-1.814 (revolución
liberal), 1.820-1.823 (trienio liberal) y en 1.833, primero por la Desamortización
de Mendizábal y más tarde por las guerras carlistas, no siéndoles devueltos sus
bienes hasta 1.892.
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Fachada de la iglesia de la calle Bilbao. |
Durante estos períodos, el convento fue vendido y
casi derribado por completo; incluso la iglesia perdió la nave del Evangelio
para hacer sitio al trazado de la calle Bilbao.
El templo se comenzó a construir en 1.622, según
diseño de Diego López Bueno. El exterior es muy sencillo, debido a que la
portada no llegó nunca a terminarse, mostrando un vano de buen
tamaño, adintelado, con dovelas bien marcadas a su alrededor. Sobre el vano hay
un pequeño ventanal que ilumina la zona del coro, rematado todo con una
espadaña que apenas se ve debido a la estrechez de la calle.
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Fachada de la calle Carlos Cañal. |
El detalle más
artístico de la fachada es, con diferencia, el retablo cerámico de la Virgen de
la Soledad, enmarcado con yeserías que representan motivos vegetales, así como
dos querubines que figuran bajo la Virgen. Es obra de Enrique Orce, siendo
instalado en 1.951, con motivo de la conmemoración del primer Centenario de la
incorporación de la Virgen de la Soledad a la Hermandad de la Santa Cruz.
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Retablo de la Santísima Virgen de la Soledad. Enrique Orce, 1.951. |
Cuando entramos en la iglesia, podemos comprobar que es de forma rectangular, con solo dos naves, como hemos comentado, principal y Epístola, separadas por robustas pilastras toscanas que sostienen arcos de medio punto. La bóveda de la nave central es de cañón, sostenida por arcos fajones, en tanto que la del crucero es de media naranja sobre pechinas, presentando ambas abundante iconografía que veremos con detalle un poco más adelante.
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Nave de la Epístola, vista desde los pies de la misma. |
En el muro de la Epístola veremos el altar (apenas
un marco entelado de rojo protegido por una verja semicircular) del Santísimo Cristo de
la Salvación, cotitular de la Real, Ilustre y Franciscana Hermandad y Cofradía
de Nazarenos de la Santa Cruz en el Monte Calvario, Santísimo Cristo de la
Salvación y Nuestra Señora de la Soledad, que tiene su sede en esta iglesia.
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Altar del Cristo de la Salvación. |
La imagen, neobarroca, fue tallada por Manuel
Cerquera en 1.936. Ha recibido diversas intervenciones posteriores,
siendo la última llevada a cabo por el profesor Miñarro. No realiza Estación de
Penitencia con la cofradía en la tarde del Viernes Santo, sino que el primer
sábado de Cuaresma preside el Vía Crucis que celebra anualmente esta corporación. Sin embargo, desde el año pasado,
la Cofradía se está planteando la inclusión de un segundo paso que permita
realizar la Estación de Penitencia a este Cristo, aunque la cosa se
está dilatando debido a la negativa de los frailes franciscanos. En fin, cosas
de la política religiosa.
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Santísimo Cristo de la Salvación. Manuel Cerquera, 1.936. |
En una de las pilastras de esta nave de la
Epístola podemos contemplar un relieve policromado que nos muestra la escena de
La Estigmatización de san Francisco, procedente de la Casa Grande, datado en
1.599 y atribuido por unos a Martínez Montañés y por otros a López Bueno.
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Relieve de La Estigmatización de san Francisco. |
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Estación del Vía Crucis. |
Ya no hay más retablos en esta nave hasta la
esquina que forman la cabecera y la zona del muro más próxima a ella, que
forman la Capilla Sacramental. Allí se observan dos arcosolios profusamente
decorados con pinturas al fresco, tanto en el intradós como en las pilastras y
la bóveda de media naranja con pechinas que éstas sostienen.
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Capilla Sacramental, en la cabecera de la nave de la Epístola. |
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Pilastras de la Capilla Sacramental, con zócalo de azulejos trianeros y
frescos de santos franciscanos.
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Bóveda de la Capilla Sacramental. |
El retablo de nuestra derecha, en el muro, es neobarroco y acoge a la Virgen del Patrocinio, tallada en 1.726, procedente de la Casa Grande de san Francisco. En el ático vemos una pintura que nos muestra a la Virgen del Perpetuo Socorro, idéntico al que tanto quebradero de cabeza me dio para su identificación con motivo de la visita a san Roque. Bajo este retablo (antigua capilla de san Antonio) descansan los restos de la marquesa de Lebrija, a quien hemos nombrado a menudo en estas páginas.
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Retablo de la Virgen del Patrocinio. |
El retablo de Nuestra Señora de Guadalupe ocupa
la zona de la cabecera de la nave. La imagen de la Virgen se debe a Juan
Abascal Fuentes, discípulo de Sebastián Santos Rojas, tallada en 1.960. Es una
réplica exacta de la Patrona de Extremadura y Reina de la Hispanidad. Se trata,
por tanto, de una Virgen negra, característica que comentaremos más adelante con mayor
profundidad.
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Retablo de Virgen de Guadalupe. |
Su culto fue promovido, como suele ser habitual
en estos casos, por un grupo de extremeños residentes en Sevilla, siendo
aprobadas sus reglas en 1.959. La Hermandad de Gloria resultante procesiona por
las calles de la feligresía a comienzos de septiembre (este año el pasado día
9 de septiembre).
Termina aquí la primera parte del recorrido.
Hay un pequeño escalón de siete u ocho
centímetros en la entrada.
La imagen del ático de la capilla del Patrocinio no es la Virgen de la Cinta, es un cuadro de la Virgen del perpetuo Socorro.
ResponderEliminarJosé Ramón Vera
Gracias por el apunte, José Ramón. Ya está rectificado.
EliminarUn saludo.
¿En esta iglesia no hubo un altar con la Virgen de la Cabeza? Leí en un libro que, a la derecha del altar de la Virgen de la Cabeza en la iglesia de San Buenaventura, había una urna pequeña con una Virgen del Pilar.
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