Historia, leyendas y curiosidades de nuestra ciudad.

Historia, leyendas y curiosidades de nuestra ciudad y sus alrededores

sábado, 19 de diciembre de 2015

Belenes de Sevilla. Una tradición familiar. Belén napolitano del Hospital de la Caridad.


Se acerca la Navidad y, con ella, una serie de costumbres tan arraigadas en nuestra sociedad en las que, incluso aquellos que se declaran no religiosos, participan en su celebración, tal es su alcance popular. Y entre todas la más celebrada es, sin lugar a dudas, el belén o nacimiento; los niños, en particular, disfrutan enormemente con la visita a estas composiciones, de las que incluso se publican diferentes rutas en los medios.
La visita familiar a los belenes es una antigua tradición sevillana.
No es mi intención realizar un recorrido pormenorizado de los Nacimientos de nuestra ciudad, cosa prácticamente imposible por otra parte; más bien se trata de irlos visitando, en la medida de lo posible pero, eso sí, buscando esos detalles que muchas veces se nos pasan por las prisas o por no estorbar demasiado a los que vienen detrás. Ello me obliga a realizar el reportaje en días y horas de menor afluencia de público lo que retrasará algunas entradas. De todas formas, lo que no dé tiempo estas Navidades se harán las del año próximo... o el siguiente o el otro, si Dios quiere.

La primera representación de un belén “moderno”, como celebración del nacimiento de Cristo, se atribuye a San Francisco de Asís, en 1.223, con la particularidad de que usó seres vivos, tanto personas como animales. Ya en el siglo XIV, las órdenes franciscanas popularizaron el uso de belenes como elemento evangelizador. Posteriormente la costumbre fue adoptada por reyes y nobles y, finalmente, pasó a ser tradición de las clases más humildes.

El primer Nacimiento con figuras se montó en el siglo XV en la localidad de Nápoles, cuna del belenismo, extendiéndose desde allí al resto de Europa y países americanos. Posteriormente se manufacturaron las imágenes con todo tipo de materiales (cuero, terracota, cera, madera, coral, plástico, chocolate) y estilos: renacentistas, naturalistas, barrocos, neoclásicos, modernistas.
A partir del siglo XVIII, los nacimientos lucían figuras napolitanas, de candelero (solo se tallaban y policromaban rostros, pies y manos) para vestir con telas encoladas o cuerpos “de papelón” (pasta de papel prensada). Actualmente, los lugares en España con mayor número de artesanos belenistas son Cataluña (¿aún forma parte de España?), Murcia y Andalucía; también hay destacados profesionales que realizan figuras por encargo, de gran valor artístico.
Cortejo del príncipe de Jordania.
Fuente con pavos reales.
Cortesana con perros.
Maestro de ceremonias de palacio con tigre y león.
Los tipos de belenes son innumerables y varían en cada país, región e incluso localidad. En Sevilla, concretamente, se suelen instalar Nacimientos abiertos, sin ningún tipo de cerramiento. Muestran variados tamaños, los mayores con multitud de escenas, tanto bíblicas (Anunciación, Adoración de los Pastores y de los Magos de Oriente, etc.) como populares. Su extensión suele depender de si son familiares o bien instalados en entidades religiosas, comerciales, institucionales e incluso en escaparates de comercios. Según el estilo pueden visitarse belenes hebreos, napolitanos, mudéjares, de plastilina, de chocolate, de mazapán o realizados con muñecos de playmobil.
Vendedora de cántaros.
Odalisca. Detrás, el rey Baltasar.
Rey Gaspar.
Melchor cabalga a lomos de un bonito elefante.
Desde otra perspectiva.
Nuestra localidad muestra una característica bastante usual en Andalucía, que consiste en incorporar edificios reales de la ciudad al montaje. También es casi obligatorio que aparezca un curso de agua, elemento asociado tan frecuentemente a sucesos milagrosos. Los más elaborados muestran gran atención a los detalles, representándose edificios históricos, personajes vestidos con ropas de la época, cuidadas iluminaciones, uso de la perspectiva y estudiadas puestas en escena.
La tradicional (en Nápoles) banda turca, aún sin instrumentos.
El maestro de ceremonias.
Uno de los montajes más valorados de la ciudad es el del Hospital de la Santa Caridad. Se trata de un belén de estilo napolitano, propiedad desde su creación de la familia de don Giovanni Lanzafame, hermano y sacerdote de la Santa Caridad. Cada año se encarga de su instalación, ayudado por su ahijado David Benítez González, lo que requiere el empleo de sesenta horas de trabajo. Por cierto que David acaba de abrir una tienda de belenes auténticos napolitanos en la calle San José que es una monería.
Aquí vemos el portal por detrás, con la figura del diablo vigilado por el Arcángel San Miguel.
Il diavolo es un personaje típico de los belenes de Nápoles, aunque en España no se suele usar.
Aquí vemos un primer plano de la cadena con que la Virgen sujeta al Diablo.
El pesebre está instalado en unas ruinas romanas.
San Gabriel.
Se representa el misterio en el marco de unas ruinas romanas. Las ciento ochenta figuras, de treinta centímetros de altura, de candelero, con pies y manos tallados en madera y cabeza modelada en arcilla, todas ellas bellamente policromadas y vestidas con ricos ropajes, son del siglo XVIII, entre 1.754 y 1790 y de procedencia napolitana, sin que se haya añadido ninguna con posterioridad. Muestra el conjunto una esmerada proporción, con multitud de pequeños detalles típicos de Nápoles, como es el caso de la inclusión del Diablo, (vigilado por el Arcángel San Miguel y controlado mediante una cadena sujeta por la Virgen María), dos zonas claramente delimitadas entre escenas de oriente y de occidente, la banda del turco que toca para anunciar la llegada de los Reyes Magos, la bailarina de tarantella o la representación de edificios napolitanos.
Aquí el amigo se ha pasado con el Valdepeñas.
En el lado de Oriente (a la izquierda mirando de frente) podemos ver al príncipe de Jordania con su cortejo (animales exóticos incluidos), el maestro de ceremonias con tigre y león, la vendedora de cuencos y vasijas, la odalisca, la banda de música turca y, ante todo, los Reyes Magos quienes, curiosamente cabalgan a lomos de tres monturas diferentes: caballo, dromedario y elefante.
El misterio, representado en el interior de unas ruinas romanas, es magnífico, con las figuras habituales de nuestra tierra, más un Sanjuanito que, a los pies del Niño, entrega a la Virgen un corazón en llamas, ángeles y arcángeles rodeando a los personajes principales y la característica, en Nápoles, representación de Diablo, al que se concede popularmente un carácter más simpático que maléfico. Estas figuras son las más antiguas del conjunto.
La pizza y los spaghetti  no puede faltar en una comilona napolitana.
Y el jamón tampoco (aunque este es de Parma, nada que ver con el nuestro).
A la derecha del portal se muestra el Occidente, con escenas de cazador, borracho durmiendo la mona, una comilona típica de Navidad, una cochina recién parida amamantando a sus guarrillos, una abuela con su nieta que regresan de recoger setas, el baile, la pisada de la uva, pastores, burgueses y en el extremo se representa la pesca milagrosa en el lago Tiberíades.
La abuela lleva las setas y la nieta los huevos, mientras el mercader las observa.
La gorrina amamanta sus crías.
Bailando la tarantella.
Al son de la música.
Altar dedicado a la Inmaculada.
La vendimiadora pisa la uva mientras el niño intenta mirar debajo de su falda.
El gato juega con el ratón mientras el perro levanta la pata.
Los pastores se dirigen al portal.
Pescador de caña.
La pesca milagrosa en el lago Tiberíades.
Todo se presenta con un detalle verdaderamente magnífico y a nivel artístico digno de los mejores artistas del barroco. No he visitado aún más belenes y hace muchos años que no hago el recorrido navideño, pero sí se puede asegurar que quien visite Sevilla entre el cinco de diciembre y el diez de enero no debería faltar a esta cita.

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