Historia, leyendas y curiosidades de nuestra ciudad.

Historia, leyendas y curiosidades de nuestra ciudad y sus alrededores

viernes, 5 de octubre de 2012

Capilla de la Piedad (El Baratillo).


El origen de la capilla de la Piedad, o mejor dicho, de la hermandad que la construyó, es común al de otros templos de Sevilla. Tras la gran epidemia de peste de 1.649, se erigió una cruz de hierro forjado en las inmediaciones de la actual capilla, con el fin de honrar los numerosos fallecidos enterrados en el lugar. Tanta fue la devoción a la Santa Cruz, que años después se instituye la hermandad que actualmente se denomina Antigua y Fervorosa Hermandad de la Santa Cruz y Cofradía de Nazarenos del Santísimo Cristo de la Misericordia y Nuestra Señora de la Piedad, Patriarca Bendito Señor San José, y María Santísima de la Caridad en su Soledad, conocida popularmente como “El Baratillo”, nombre con el que era llamada antiguamente esta zona del barrio del Arenal.
Capilla del Baratillo. La cruz de forja que se ve al fondo, sobre la cúpula, es la original alrededor de la cual se fundó la hermandad.
Ante el aumento de fervor popular a la nueva hermandad, se inició la construcción del templo en 1.693 bajo la dirección de Manuel Pérez, terminándola Bernardo de Bustamante en 1.696, siendo ampliada en 1.721 por maestro de obras Marcos Sancho, que acabó la reforma en 1.750. Desgraciadamente, cinco años después tuvo lugar el terremoto de Lisboa, que causó graves desperfectos, debiendo ser reparada en profundidad, ya en estilo neoclásico, aunque aprovechando abundantes elementos barrocos existentes anteriormente.

En 2.011 finalizó una restauración integral de la capilla, instalándose nueva puerta exterior en madera de cedro y suelo radiante como método de calefacción. La obra ha abarcado desde la consolidación de sus elementos estructurales (cimentación y cubiertas), hasta la reparación de yeserías, cornisas y carpinterías, la limpieza y consolidación de los retablos, así como la sustitución de todas las instalaciones anticuadas.

La fachada es estrecha, aunque con un amplio vano adintelado que permite la salida de los pasos en Semana Santa. Sobre el dintel aparece un frontón partido, en cuyo centro se sitúa una vidriera moderna que representa la escena de la Piedad, donada por el Pabellón de Austria tras la Expo’92. Arriba del todo se sitúa la espadaña, de una sola campana, coronada por una cruz de forja. Por cierto, que la cruz original alrededor de la cual se funda la hermandad es la situada sobre la cúpula del crucero.
Portada de la capilla. Arriba se ve la vidriera donada por el Pabellón de Austria tras la Expo'92.
El interior de la capilla, una de las más pequeñas de la ciudad junto con la de Montesión y alguna otra, tiene forma, como es habitual, de cruz latina, aunque con una sola nave. La bóveda de dicha nave es de cañón, en tanto que la del crucero es de media naranja sobre pechinas, que ostentan relieves en yeso de los cuatro Evangelistas.
Vista general de la capilla desde la puerta de entrada.
Bóveda de media naranja del crucero, con relieves de los cuatro evangelistas en las pechinas.
En esta vista, desde el presbiterio, se puede apreciar el coro y la bóveda de cañón de la nave.
Entrando en la capilla veremos a nuestra derecha una pintura de gran tamaño que representa a la Virgen del Carmen.
Virgen del Carmen.
Le sigue un retablo de pequeño tamaño y estilo neoclásico, con talla anónima del XVIII de San Antonio de Padua con el Niño, advocación de de gran arraigo en nuestra ciudad.
Retablo de san Antonio de Padua.
Ya en el brazo de la Epístola del crucero encontramos el retablo de María Santísima de la Caridad en su Soledad, talla de 1.931 de José Manuel Rodríguez Fernández-Andes, que pasó a ocupar el lugar del lienzo de la Virgen del Carmen que hemos visto anteriormente.
Retablo de María Santísima de la Caridad en su Soledad.
Detalle de la talla de José Manuel Rodríguez Fernández-Andes.
A los lados del retablo vemos dos hornacinas practicadas en el muro, protegidas por vidrios, que contienen un Crucificado del siglo XVIII y un Niño Jesús.
Hornacina con Crucificado del siglo XVIII.
Hornacina con imagen del Niño Jesús.
Nos colocamos ante el Retablo Mayor, presidido actualmente por el grupo escultórico de La Piedad (1.945-1.950), habiéndolo presidido anteriormente el cuadro del Descendimiento, al que la primitiva Hermandad de Gloria rendía culto antes de adquirir carácter penitencial en 1.893. El día de mi visita no se encontraba expuesto al culto la imagen del Cristo, en labores de restauración a manos del profesor Miñarro hasta noviembre de este 2.012. El autor del retablo, de estilo barroco, fue Antonio González de Guzmán, en 1.728, siendo dorado bastantes años después, en 1.762 por Vicente Álvarez.
Retablo Mayor. Falta el Cristo Yacente de la Misericordia, actualmente en restauración.
Virgen de la Piedad, de José Manuel Rodríguez Fernández-Andes.
La efigie de la Virgen de la Piedad es obra de José Manuel Rodríguez Fernández-Andes, de 1.945, siendo las manos de la anterior Dolorosa, realizada por Emilio Pizarro en 1.904, y que se venera actualmente en la localidad onubense de Villalba del Alcor, bajo la advocación de Nuestra Señora de las Angustias.

También de 1.904, y del mismo autor, Pizarro, era el anterior Cristo Yacente de la Misericordia, sustituido en 1.950 por la actual imagen, de Luis Ortega Bru, primera obra procesional realizada por este autor en la ciudad.

Igualmente eran de Emilio Pizarro las imágenes de los Santos Varones, la Magdalena y San Juan Evangelista, que acompañaban a la Virgen en el paso de misterio, hasta que fueron suprimidas en 1.940.

El ático del retablo está ocupado por una representación de la Virgen de Belén, de autor anónimo y fechada en el siglo XVIII.
Ático del retablo con la Virgen de Belén, del siglo XVII.
Aquí vemos la disposición habitual de La Piedad.
Cortesía de www.cruzalzada.com
En el lado del Evangelio del crucero encontramos el retablo del Crucificado de la Sangre, del siglo XVI (aunque por su estilo podría ser datado perfectamente dos siglos antes) y también anónimo. Aunque el retablo es neoclásico, la imagen de Cristo es claramente gótica, anatómicamente poco desarrollado y con rostro y posición corporal poco expresiva.
Retablo del Crucificado de la Sangre.
Cristo de la Sangre. Anónimo, siglo XVI.
Regresando hacia la puerta, y ya pasado el púlpito, vemos en el muro del Evangelio otro retablo, gemelo del de san Antonio, con las figuras de San José y el Niño Jesús. Está atribuido a José Montes de Oca, en el siglo XVIII y fue donado por el matador de toros Pepe Hillo. Hay que señalar que, debido a su proximidad a la plaza de la Real Maestranza, cuando esta aún no disponía de capilla propia, los diestros solían venir a rezar al Baratillo antes de las corridas. Desde entonces permanece la estrecha relación entre Maestranza y Baratillo.
Retablo de San José, donado por el torero Pepe Hillo.
Finalmente, frente al lienzo de la Virgen del Carmen, se encuentra otro, igual en forma y dimensiones, que nos muestra la escena de El Descendimiento.
El Descendimiento.
La documentación consultada me indica la presencia de una serie de lienzos que no he logrado localizar, ignoro si por haber sido retirados o por estar sometidos a labores de conservación. Los detallo, por si acaso:
  • La Sagrada Cena. Bernardo Guzmán Llorente. Siglo XVIII.
  • El Prendimiento. Bernardo Guzmán Llorente. Siglo XVIII.
  • Cristo de las Tres Caídas del Baratillo. Anónimo del siglo XVII. Se cuenta que fue comprado en el mercadillo del Jueves por Pepe Hillo y colocado en un retablo público en la actual calle Antonia Díaz, gozando de gran devoción. Fue  trasladado a la capilla en 1.863.
Pila para el agua bendita.
Terminamos aquí la visita a esta pequeña y coqueta capilla sevillana. Quizá sea por el tamaño de la misma o por la proximidad de las reparaciones realizadas o, por qué no, por el celo de sus dirigentes y hermanos, hay que reconocer que se encuentra en perfecto orden de revista. Muy limpia, ordenada, bien iluminada, con unos horarios razonablemente amplios, da gusto darse una vuelta para visitarla.

No hay impedimento para personas con movilidad reducida.

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