Historia, leyendas y curiosidades de nuestra ciudad.

Historia, leyendas y curiosidades de nuestra ciudad y sus alrededores

miércoles, 25 de junio de 2014

Reales Alcázares de Sevilla, -X. La Galería de Grutescos.

El milanés Vermondo Resta llega a Sevilla en las últimas décadas del siglo XVI, ciudad en la que contrae matrimonio y se asienta hasta su muerte. Protegido del cardenal Rodrigo de Castro pronto comienza a trabajar en la ciudad, aportando un estilo manierista que, procedente de Italia, empezaba a conquistar el gusto local. Es nombrado Maestro Mayor de Obras del Arzobispado Hispalense y, tras el fallecimiento de Lorenzo de Oviedo, Maestro Mayor del Alcázar, en el que ya anteriormente le habían sido confiados diversos encargos.
Noche de verano en la Galería de Grutescos.
En su dilatada labor arquitectónica realizó multitud de intervenciones, sobre todo en edificios religiosos, pero la mayor huella de su trabajo quedó en los Reales Alcázares. En ellos lleva a cabo distintas actuaciones a las órdenes de tres monarcas diferentes: Felipe II, Felipe III y Felipe IV. Diseña unos nuevos zaguán, apeadero y caballerizas, así como las cocinas en el lugar donde hoy se encuentra el Patio del Asistente. Posteriormente, en época de Felipe IV y siendo Alcaide el Conde-Duque de Olivares, el centra su actividad en la remodelación de los jardines.
Durante un día de primavera. Aquí se rodaron (con el agua teñida de azul) escenas de la quinta temporada de la serie Juego de Tronos.
Una de sus intervenciones consiste en la conversión de la muralla almohade que separaba las Huertas de la Alcoba y del Retiro en la Galería de Grutescos. La muralla, construida en el siglo XII, tenía como doble misión servir de bastión defensivo y proteger el Alcázar de las periódicas crecidas del arroyo Tagarete, que discurría por los actuales Jardines de Murillo.
La transformación de la muralla en elemento decorativo la realiza Vermondo Resta a comienzos del siglo XVI, entre 1.613 y 1.621. Así crea un nuevo espacio al convertir la estructura militar en una galería que permitía una visión elevada de los jardines, a la vez que la integraba en el entorno al revestirla de grutescos tan del gusto de la época por la cara que recorre los jardines que ocupan la antigua Huerta de la Alcoba.
La decoración de esta cara de la muralla se realiza con hiladas de piedras de distinto tipo, formando una serie de recuadros y hornacinas en las que se pintan al fresco personajes y escenas de la mitología clásica, ángeles y aves exóticas. El autor de las pinturas es otro habitual del Alcázar, Diego de Esquivel, quien dedicó siete años a su elaboración, finalizando en 1.629.
La zona correspondiente al Estanque es la más rica en cuanto a ornamentos, pues en ella se agrupan las pinturas antes comentadas de Diego de Esquivel. Con forma de retablo, la parte baja es la que dispone de las hornacinas para estos frescos, en tanto que el cuerpo superior, compuesto por un vano central de medio punto y dos rectangulares a sus lados, será visitable dentro de poco, gracias a las reformas que se están realizando. Coronando el conjunto aparece un castillete rodeado de pináculos.
Vista general de este tramo de la Galería de Grutescos.
Encontrándose al aire libre y a merced de los elementos, las intervenciones de restauración han sido numerosas a lo largo de los siglos. En ese mismo siglo XVII han quedado registradas varias actuaciones. Nuevas intervenciones tuvieron lugar con ocasión de la visita de Felipe IV y, sobre todo, en tiempos de Isabel II. La última restauración se realizó en la campaña 2.000-2.002.
Pinturas de Diego de Esquivel, de la misma época en que Vermondo Resta diseñó la galería.
La galería tiene una longitud de 160 metros y aunque sus partes decorativas se encuentran en buen estado de conservación, el director-conservador advierte que será necesaria una intervención más dentro de no muchos años. En la actualidad (junio de 2.014), se están finalizando los trabajos de restauración de los forjados de la galería de la primera planta, lo que permitirá abrir al público también la segunda planta, decorada a modo de castillete almenado, que lleva décadas sin poder ser visitada.
Galería del Grutesco, vista desde el Jardín de las Damas.
La visita a la Galería de Grutescos la realizaremos primero por la cara decorada, partiendo del Estanque de Mercurio y siguiendo por el Jardín de las Damas para, posteriormente, subir a la galería y regresar por ella al punto de partida.
Si entramos en el Jardín de las Damas desde el Estanque de Mercurio y recorremos la adornada muralla, llegaremos ante la Fuente de la Fama. Se trata de un artilugio hidráulico que permite mediante ingeniosos sistemas, utilizar las corrientes de agua para emitir música.
Fuente de la Fama.
El principal antecedente “moderno” de este montaje lo encontramos a mediados del siglo XVI en la Villa d’Este, en Tivoli, coincidiendo con la recuperación de la cultura clásica y la mayor tranquilidad socio-económica de muchas regiones de Europa. En esta época, los castillos se transforman en palacios y éstos a su vez se abren al exterior mediante jardines y se convierten en villas.
En este contexto, las fuentes dejan de ser meros adornos y se convierten en elementos importantes de arquitectura, valorándose la importancia de un jardín más por el tipo y tamaño de sus fuentes y surtidores que por la extensión o variedad botánica.
Sin embargo, el verdadero origen de estos artilugios es mucho más antiguo, de la época griega, cuyos elementos esenciales han llegado hasta nosotros gracias a un científico de Alejandría, Herón, el cual describió con gran cuidado y detalle los descubrimientos e invenciones que nacieron entre el IV y el II siglo a.C. en el ambiente alejandrino. Entre los descubrimientos que Herón nos detalla encontramos la cámara eolia, elemento fundamental de las máquinas hidráulicas sonoras. La cámara eolia fue el fruto de los estudios e investigaciones de Ctesibio, científico del siglo II a. C., que la utilizó en una invención suya, el órgano hidráulico (l’hydraulos), el cual obtuvo gran éxito en Grecia y Roma.
La historia de la Fuente del Órgano del Real Alcázar es azarosa.  Construida inicialmente por Vermondo Resta en el siglo XVII como exorno de la Galería de Grutescos, el terremoto de Lisboa provocó que dejara de funcionar en el siglo XVIII. Se arregló en 1.759. Hay constancia de que, a finales del siglo XIX, la fuente volvió a ser restaurada. A principios del siglo XX dejó de funcionar.
Distintas partes de la Fuente de la Fama.
En 2.004 se encarga a Leonardo Lombardi, doctor en Geología por la Universidad de Roma un estudio para la restauración del órgano. El doctor Lombardi acababa de terminar la restauración de la antes comentada fuente de Villa d’Este.
Sin embargo, en el caso de la Fuente de la Fama del Alcázar de Sevilla no cabe hablar de restauración, sino de reconstrucción, ya que tanto los mecanismos como el órgano propiamente dicho estaban incompletos y prácticamente destruidos. La intervención finaliza en junio de 2.006, con un coste de algo más de 120.000 euros. Desde entonces, a todas las horas en punto, entre las 10,00 y las 19,00 horas, suenan dos melodías del siglo XVII, compuestas por Francisco Correa de Arauxo, muy populares en su época y que se cree pudieron estar incluidas en el repertorio original. Una de ellas es profana, Seis Glosas sobre el Canto Llano, mientras que la otra es el LXVIII Canto Llano de la Inmaculada Concepción de la Virgen María y Siguense Dies. Para los curiosos, adjunto un archivo de audio (captado  malamente con el teléfono móvil) de ambas composiciones:

Siguiendo camino, encontraremos la Puerta del Privilegio, que comunica el Jardín de los Poetas con el Cenador de Carlos V. 

Puerta del Privilegio desde fuera.
Y aquí vista desde el Jardín del marqués de la Vega Inclán.
Un poco más allá, junto a la torre que indica el final de la muralla, existe un portillo de medio punto que nos permite subir a la primera galería.
Tramo final de la Galería del Grutesco.
Dos vistas desde el pie del torreón final de la muralla.
Desde ella podremos ver, entre sus numerosas arcadas de medio punto, tanto los jardines que ocupan la Huerta de la Alcoba como los de la Huerta del Retiro, y además, desde una perspectiva única. A continuación incluyo una serie de fotografías del recorrido:
El mismo torreón, ya subidos a la galería.
Los capiteles de las columnas son casi todos diferentes y, en su mayoría, reaprovechados de construcciones anteriores.
Esta inscripción en caracteres cúficos está situada en el muro interior de la galería.

Dos imágenes de los Cenadores del León y de Carlos V , desde la galería.
Jardines del Cenador de Carlos V.
La galería, en toda su longitud.
Portada de entrada al Jardín del Cenador de Carlos V.
Jardines del marqués de Valle Inclán (a la izquierda de los estanques) y de los Poetas (al otro lado).
Arcadas de la galería.
Y aquí una vista nocturna.
Muro de separación de los Jardines Viejos y Palacio Mudéjar.
Fuente de estilo grutesco en el muro de separación de los Jardines Viejos.
El Estanque de Mercurio desde arriba.
La salida de la Galería de Grutescos se realiza por el extremo contrario al que hemos iniciado el recorrido, bajando una pequeña escalera situada junto a la llamada Torre del Agua. Salimos así al Patio o Jardín del Chorrón, un pequeño espacio que actúa a modo de distribuidor, pues desde él podemos acceder a los jardines de la Huerta del Retiro (a través de la Puerta de Marchena), al Apeadero, al Estanque de Mercurio o al Palacio Gótico. 
Fin de la Galería del Grutesco, junto al Jardín del Chorrón.
Jardín del Chorrón.
Jardín del Chorrón.
Aquí termina la visita de hoy.

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