Historia, leyendas y curiosidades de nuestra ciudad.

Historia, leyendas y curiosidades de nuestra ciudad y sus alrededores

martes, 19 de febrero de 2013

Centro del Mudéjar. Palacio de los marqueses de la Algaba, -I. El fantasma de la dama de blanco.


El Centro del Mudéjar fue inaugurado el 11 de enero en el Palacio de Marqueses de la Algaba, con un total de 111 piezas procedentes de distintos museos de la ciudad, como el Arqueológico, el de Bellas Artes y el de Artes y Costumbres Populares, así como bastantes piezas rescatadas del convento de Santa Clara tras su restauración.
Acceso al Centro del Mudéjar.
De hecho, la idea de la creación del Centro surge después del descubrimiento, en varias habitaciones cerradas del restaurado exconvento de santa Clara, de gran número de azulejos de época mudéjar apilados de mala manera en cajas de plástico de las usadas en las fruterías.
Fachada principal del palacio, con la iglesia de Omnium Sanctorum a la derecha.
Como en el Museo Arqueológico existía una serie de piezas de igual estilo que no se exponían por falta de sitio y medios, la delegada de Cultura del Ayuntamiento sugirió la exposición de las piezas en algún sitio adecuado. Este lugar fue propuesto por el delegado de Participación Ciudadana, cuyos Servicios Centrales se ubicaban en el palacio de los marqueses de la Algaba, restaurado completamente en 2.002 por la anterior corporación municipal, instalaciones que el servicio no ocupaba completamente.
Entrada de servicio al palacio.
El autor del proyecto museológico fue Juan Luis Ravé, técnico del gabinete didáctico de la Delegación Provincial de Cultura de la Junta de Andalucía, del que se puede decir que ha hecho buen trabajo, sobre todo teniendo en cuenta los limitados fondos de que disponía.
Esta ventana geminada que aparece en la fotografía constituye
el único resto que queda del palacio original.
La historia del edificio comienza a mediados del siglo XV en la collación de Omnium Sanctorum, a instancias de don Juan de Guzmán, Primer Señor de la Algaba pero todavía no marqués, con el fin de evitar desplazamientos desde la localidad algabeña, ya que desempeñaba importantes cargos en el gobierno de la ciudad de Sevilla. La construcción original todavía tenía detalles defensivos, como una robusta torre o la primera planta de las fachadas de piedra labrada.

En 1.565, Felipe II otorga el marquesado de la Algaba a don Francisco de Guzmán y Manrique, que amplía el palacio y lo dota de jardines.
Aquí vemos un grabado de Richard Ford, de 1.831, en el que se observa la galería de comunicación entre el palacio y la iglesia, estando despejado el espacio ante el palacio, ya que el mercado de la Feria no se instalaría hasta seis años más tarde.
La invasión napoleónica y, más tarde, las desamortizaciones, supusieron para el enclave el deterioro y expolio de mármoles, azulejos y demás enseres, derribándose incluso el pasaje volado, apoyado sobre un arquillo, que comunicaba directamente el edificio con la iglesia de Omnium Sanctorum, de cuya Capilla Mayor eran patronos los marqueses. 

Pasa a propiedad particular y, coincidiendo con la apertura del mercado de la Feria, se transforma una parte en casa de vecinos y otra en el teatro Hércules. Años más tarde, sus jardines cobijaron el cine de verano Arrayán, que permaneció hasta principios de los sesenta del pasado siglo, saliendo de la casa los últimos vecinos pocos años después. A partir de entonces quedó como refugio para gente de mala vida y drogadictos, viéndose incluso el Ayuntamiento en la necesidad de apuntalar la portada gótico-mudéjar para impedir que se viniera abajo.
En estas fotografías se puede apreciar el estado del palacio en el año 1.982.
Afortunadamente, entre 1.998 y 2002 fue rehabilitado íntegramente por la Gerencia de Urbanismo del Ayuntamiento de Sevilla, gracias al Plan Urban de fondos europeos, albergando desde entonces los Servicios Centrales de la Delegación de Participación Ciudadana del consistorio municipal. A este uso se ha añadido, desde el 11 de enero de 2.013, el Centro del Mudéjar, al que nos referiremos detalladamente más adelante.

El fantasma del palacio de los marqueses de la Algaba.

La familia de los Guzmanes siempre tuvo fama, en la antigüedad, de turbulenta. Y en su palacio de la calle de la Feria, esquina Arrayán, tuvieron lugar sangrientos sucesos en los que fallecieron, asesinados, varios miembros de esa familia. Particularmente en la maciza torre de palacio.
Tras la epidemia de peste de 1.649 que tan gran mortandad causó en la ciudad, los jardines tuvieron que ser habilitados como cementerio, como veremos en las fotografías.
Además, durante el motín de la calle Feria el día 22 de mayo de 1.652, provocado por la subida del precio del pan, la multitud se congrega ante el palacio, siendo duramente reprimida por la guardia del mismo, quedando como saldo un elevado número de fallecidos.
Ya vemos, pues, que en este edificio han abundado las muertes violentas a lo largo de los siglos, por lo que no es de extrañar que el lugar haya quedado “impregnado” de hechos misteriosos.
Como suele ser habitual en estos casos, los viejos fantasmas despiertan de su letargo durante unas obras, concretamente las de restauración del edificio entre los años 1.998 y 2.002. A la finalización de las mismas, los vigilantes de seguridad atestiguan que durante la noche el ascensor se pone en marcha solo, las luces se encienden y se apagan y se oyen ruidos, sonido de pasos y susurros; se producen también bruscas bajadas de temperatura y cambio de localización de objetos. Todo ello de madrugada, cuando no queda nadie en el edificio,  
A consecuencia de estos fenómenos, las rondas se realizan por parejas, en vez de por un solo vigilante. Y precisamente ante dos de ellos, las manifestaciones extrañas desembocan en la aparición de una dama de blanco que pasea, más bien flota, lentamente por los pasillos de la galería de la planta alta. Los guardias volvieron al día siguiente con una grabadora y realizaron una serie de preguntas en la zona donde apareció la dama por primera vez. Al revisar la cinta apareció la siguiente conversación:
P. - ¿Hay alguien aquí, con nosotros?
R. - Seguiré velando a vuestra merced.
P. - ¿Por qué nos molestáis?
R.- De voto os pertenece.
También se oían una serie de frases que no respondían a ninguna pregunta:
- Tras sus pasos, ilumíname.
- Dios me guía.
- El Año del Señor.
Los fenómenos siguen produciéndose en la actualidad, sin que nadie, hasta el momento, haya podido identificar la fantasmal dama ni la causa de su eterno paseo. 

La portada principal se abre a un ensanche situado tras el mercado de la Feria rotulado como plaza Calderón de Barca, es de gran interés y posee dos cuerpos: el inferior construido con sillares de piedra, y el superior decorado con azulejos policromados. A la derecha de la portada, mirando de frente hay una ventana geminada polilobulada, con columna central de mármol blanco, enmarcada por alfiz de azulejos y coronada por un tejaroz de madera, que constituye el único resto que queda de la construcción mudéjar original. Bajo ella se sitúa otra de las puertas de acceso.
El palacio, la iglesia de Omnium Sanctorum y el mercado de la Feria.
A la vuelta de la esquina, haciendo chaflán con la calle Arrayán, hay un gran portón que constituiría la entrada al apeadero y, un poco más adelante, se puede observar una pequeña entrada de servicio, que comunica con la antigua zona de cocinas y el patio. Existía además, otra entrada, que quedó tapada, al igual que una parte del jardín, con la construcción de un bloque de pisos en la calle Arrayán.
Cuando entramos en el edificio, a través de la portada principal, accedemos a un vestíbulo en el que se encuentra el vigilante de seguridad. No hay que presentar documento alguno ni pagar nada. De este vestíbulo pasamos, a través de una puerta a nuestra derecha al apeadero que da al chaflán de la calle Arrayán:
Puerta de comunicación con el apeadero.
Portada del palacio al apeadero.
Regresamos sobre nuestros pasos y llegamos al patio principal, típico renacentista, con cuatro galerías a su alrededor, delimitadas por dieciocho altas pilastras (en el siglo XVI se colocaron columnas de mármol traídas de Génova por don Rodrigo de Guzmán, que se perdieron en el XIX) que sostienen los correspondientes arcos de medio punto, todo ello construido en ladrillo.
Patio principal.
Vista del patio y el torreón.
En el centro del patio se sitúa una fuente octogonal, realizada igualmente en ladrillo, revocada y pintada. La rodean cuatro jardincillos, delimitados por setos de mirto, en los que se han plantado varios naranjos.
Galerías de la planta baja.
Curiosa ventana del sótano.
Artesonado de las galerías.
Giramos a la derecha para comenzar el recorrido de las galerías, pasamos un par de puertas de zona no visitable y, al fondo de la galería giramos a la izquierda. En el centro de este brazo del patio se encuentra el vano que da paso a lo que queda de los jardines. A la derecha vemos tres grandes puertas de madera y vidrio, igualmente no visitable y, a la izquierda, podremos observar lo que parece la portada de una capilla. Se trata de un vano con dintel sostenido por  dobles pilastras, con frontón triangular en la parte superior, flanqueado por dos jarrones. Los árboles colindantes no permiten efectuar una fotografía de frente, pero con la vista lateral que adjunto parece claro el uso que esta puerta tenía antiguamente.

Igualmente parece clara la utilidad que se le daba al pequeño patio que sigue a este, al que se accedería (tampoco es visitable) por una pequeña puerta enrejada, rematada con una cruz de hierro forjado. Seguramente se trataba del cementerio familiar de los Guzmán.
Patio auxiliar.
¿Capilla del palacio?
Otro patio del palacio ¿antiguo cementerio familiar?
Arco de comunicación con el patio principal.
Volvemos sobre nuestros pasos hasta situarnos en la galería del patio. En la siguiente esquina se abre el Salón de doña Leonor, que alberga una sala con equipamiento audio visual, pero cuyo principal mérito es el magnífico artesonado, decorado con dibujos formados por elementos vegetales y escudos de armas de los Guzmán y los Buendía.

Doña Leonor de Acuña, a quien está dedicada la sala, vivió en el siglo XVI. Era hija de los condes de Buendía y esposa de don Rodrigo de Guzmán, a quien le dio catorce hijos.
Salón de doña Leonor.
Espectacular artesonado del salón.
La puerta siguiente de la galería nos indica de nuevo que se trata de una zona que no se puede visitar. Se trata del Salón de don Rodrigo de Guzmán, tercer Señor de la Algaba, responsable de la demolición del edificio medieval, de la compra de once casas aledañas al palacio y de la edificación del nuevo edificio, dando lugar a una mezcla de estilos, mudéjar y renacentista, muy semejante al de la Casa de Pilatos, la Casa de los Pinelo o el palacio de las Dueñas.
Salón de don Rodrigo de Guzmán.
El recorrido de las galerías del patio principal finaliza ante la escalera, cuya restauración ha sido espectacular. Ladrillos, azulejos, maderas y, sobre todo, el magnífico artesonado a cuatro aguas que la cubre. Desemboca en la galería alta, tras pasar bajo dos arcos de medio punto de desigual anchura, sostenidos por la única columna de mármol que se conserva de la obra del siglo XVI.
Arranque de la escalera.
Descansillo de la escalera.
La escalera, vista desde el descansillo.
Talla del escudo de la ciudad, en el banco que se ve en la foto anterior.
Cubierta de la escalera.
Acceso a la planta alta.
Única columna que se conserva del edificio original.
Una ventana en esta zona nos muestra la iglesia de Omnium Sanctorum,
el mercado de la Feria y... la torre Pelli.
La escalera, vista desde arriba.
Puerta de acceso a las galerías de la planta alta.
La galería alta está cubierta en dos de sus cuatro brazos por cubiertas de colgadizo, que se apoyan en arcos escarzanos sostenidos por columnas de mármol. El Centro Mudéjar está situado en dos salas del brazo izquierdo: la primera corresponde al torreón del palacio y la segunda a la habitación adyacente (un servidor iba despistado y lo recorrió al revés).
Diferentes vistas de la galería alta.
Alineadas en la pared, antes de entrar en las salas de la exposición propiamente dichas, veremos una serie de piezas.
En la segunda parte recorreremos las salas interiores.

1 comentario:

  1. Aún no lo he visto y con este reportaje, las ganas se han multiplicado. Increíble el artículo, tan magníficamente ilustrado. Siempre pensé que hacer un museo o un centro de interpretación del Mudejar, un estilo tan arquitectónico, no era una gran idea, pero veo que estaba equivocado. Este fin de semana lo visitaré. Un fuerte abrazo.

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