No hay apenas testimonios escritos sobre la vida
de san Roque y, además, los pocos que se conservan a menudo se contradicen, por lo que es
necesario acudir a la leyenda y a la tradición oral para rememorar la vida del
santo.
Según la tradición, san Roque nació en el siglo XIII o XIV (según la fuente que se consulte) en Montpellier, en el seno de una
familia profundamente cristiana, interesándose desde muy joven por las
enseñanzas religiosas. Hacía los veinte años de edad pierde a sus padres, por lo que vende
todos sus bienes y toma el hábito de peregrino, dirigiéndose a Roma. Su
largo viaje por Italia sufre continuas desviaciones para seguir la difusión de
la peste. En efecto, Roque, en lugar de huir del contagio, se pone
valientemente al servicio de los enfermos, a quienes ayuda y reconforta, y él
recibe de Dios la capacidad de sanarlos milagrosamente.
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Fachada principal de la iglesia de san Roque. |
Después de algunos meses, Roque llega a Roma, y
allí cura a un misterioso cardenal quien, en reconocimiento, le presenta al Papa.
Permanece en la ciudad durante unos años y luego retoma el camino. Llegado a
Piacenza, cae enfermo de peste y decide alejarse de esa localidad para no contagiar a nadie. Se refugia
en un bosque, según la tradición, cerca de Sarmato. Se salva de morir de hambre
gracias a la ayuda de un perro, que todos los días le trae un trozo de pan. El dueño del animal es el noble Gottardo quien, extrañado de tantas idas y venidas del chucho, le sigue y descubre el refugio de Roque. En poco tiempo se convierte en su
discípulo y él mismo decide consagrase a Cristo, renunciando a todos sus bienes. Tras
la curación, los dos amigos se separan y Roque decide regresar a su patria.
Injustamente acusado de espionaje durante una de las muchas
guerras intestinas que asolaron la península italiana en aquellos tiempos, el santo es encarcelado
durante casi cinco años. Roque vive tal prueba como una especie de purgatorio
de expiación de los pecados, y muere el 16 de agosto, en un año comprendido
entre 1.376 y 1.379, según unos autores y en 1.327 según otros, en la ciudad lombarda
de Voghera.
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Portada principal. |
La primitiva iglesia de san Roque, de menor
tamaño que la actual y poco interés artístico, se construyó en 1.595. En ella
destacaba tan solo un retablo procedente de la capilla de san Pablo de la
catedral de Sevilla. En 1.759 sufrió un incendio que la destruyó casi por
completo, por lo que hubo de reedificarse en su totalidad. El nuevo templo,
proyectado por el arquitecto diocesiano Pedro de Silva fue levantado entre 1.760
y 1.764, con importantes aportaciones del Ayuntamiento y el Cabildo Catedral,
instituciones ambas muy ligadas a esta parroquia.
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Fachada lateral , en la calle Recaredo. |
El incendio y posterior saqueo el 18 de
julio de 1.936 destruyó nuevamente el templo, perdiéndose obras tan importantes como el retablo mayor
procedente del convento de san Agustín (Gabriel de Astorga, 1.850), la Virgen
de las Granadas (Roque Balduque, siglo XVI), la Virgen de las Madejas (siglo
XVIII), el Crucificado de san Agustín (siglo XV) y las imágenes de los
titulares de la Hermandad de las Penas, Nuestro Padre Jesús de la Salud y
Nuestra Señora de Gracia y Esperanza.
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Estado de la iglesia tras el incendio del 36.
Solo se salvó el canasto del paso del Señor, parte del palio, y la corona de la Virgen, que utilizaba el Domingo de Ramos y era propiedad de la camarera, señora de Sarasúa. Tras el incendio la regaló a la hermandad, aunque fue robada posteriormente en 1.946. Puede observarse en la fotografía la nave del Evangelio, donde actualmente se encuentra el altar de la hermandad. Detrás estaba la casa de hermandad de la antigua sacramental, y que tras fusionarse en 1.927 fue ocupada por la hermandad de San Roque, motivo por el que la mayor parte del patrimonio y archivos se perdieron. |
Cuenta con dos entradas. La portada principal es la que da a la plaza de Carmen Benítez, de dos
cuerpos de altura y abundantes molduras barrocas. Dos pilastras enmarcan el
vano de la puerta de acceso, que acaba en arco de medio punto en el primer
cuerpo. En el segundo aparece una hornacina con la figura del santo titular
dentro de un frontón curvo partido y pináculos adosados,
rematado todo en un pequeño frontón triangular, sobre el que aparece la figura
de la Giralda entre dos jarrones de azucenas florecidas, emblema del Cabildo Catedral.
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Imagen de san Roque, en el segundo cuerpo de portada principal. La Giralda entre dos jarras de azucenas florecidas constituyen el emblema del Cabildo Catedral.
A los lados de esta portada se sitúan dos
retablos cerámicos de los titulares de la hermandad, ambos obra de Alfonso
Carlos Orce Villar, bendecidos en el año 2.003.
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Nuestro Padre Jesús de las Penas. |
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Nuestra Señora de Gracia y Esperanza Coronada. |
La portada
del Evangelio, en la calle Recaredo, es de estructura prácticamente
idéntica, aunque se remata con retablo cerámico del Crucificado de san Agustín,
del autor Antonio Kiernam, en 1.944. Junto a la puerta, otra cerámica, de la Virgen
de Sierra, filial de la patrona de Cabra (Córdoba).
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Portada del Evangelio. |
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María Santísima de la Sierra. |
La torre, de dos cuerpos, está ubicada a los pies
de la nave del Evangelio. El cuerpo inferior presenta una serie de estrechas
ventanas, en tanto que en el segundo, se sitúa el cuerpo de campanas, con vanos
de medio punto, enmarcados por pilastras cajeadas, y rematada por chapitel de
ladrillo en forma de pirámide, con adornos cerámicos y cruz de forja.
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Dos imágenes de la torre desde diferentes ángulos.. |
La iglesia de san Roque presenta planta
rectangular, de cajón, formada por tres naves separadas entre sí por columnas
toscanas de mármol en color rojo, con bóveda central de cañón y rebajadas
las laterales.
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Vista general de la iglesia desde los pies de la nave central. |
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Retablillo de ¿san Antonio de Padua? |
Ya en los pies de esta nave del Evangelio
encontramos una pintura de la Virgen del Perpetuo Socorro, copia de la original que se venera en la iglesia de san Alfonso, en Roma. Se trata de un icono bizantino, datado entre los siglos X y XIV (hay mucha controversia), procedente de la isla de Creta. Venerada desde antiguo en la iglesia de san Mateo, de Roma, con la llegada de Napoleón se le pierde la pista, hasta que, en 1.855, es descubierta durante unas obras en terrenos de la orden de los Redentoristas. Pío IX le concedió la advocación actual.
La imagen está pintada al temple sobre madera y contiene toda una iconografía, tanto en imágenes como en colores, solo comprensible para los iniciados. Se representa a la Virgen sosteniendo al Niño con el brazo izquierdo, el cual representa lo más cercano al corazón, la zona donde se sitúa el afecto y el cariño. El Niño Jesús tiene cuerpo de bebé, pero rostro de adolescente; es decir, es un niño pequeño, pero con uso de razón. Está mirando a dos ángeles situados a los lados, san Gabriel y san Rafael, que le muestran los instrumentos de Pasión. El Niño se asusta al ver estos instrumentos anunciantes de su futuro martirio y sufre un estremecimiento de miedo, que le hace perder una de sus sandalias. Finalmente, se agarra a su mano buscando consuelo, pues Ella es el Perpetuo Socorro ante las dificultades de la vida.
También existe un lenguaje oculto detrás de los
colores utilizados en el icono. Así, el color tierra que tiene el primer
vestido de la Virgen, representa el color de la humanidad, debido a que el
ser humano está hecho del barro y de la tierra. Ella también aparece revestida de
un manto de color azul oscuro que nos recuerda el cosmos, el cielo. Jesús al contrario aparece vestido con un manto
verde que representa la divinidad, pero Él es Dios que se reviste de humanidad, por lo que se cubre con un manto de color tierra. Es Dios que se hace hombre y
se reviste de lodo.
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Virgen del Perpetuo Socorro. |
En el altar
de Nuestra Señora de la Sierra figura la titular de la hermandad filial de
la matriz de Cabra. Fue fundada en 1.952, siendo esta copia obra de Luis Ortega
Bru, fechada en el año siguiente.
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Altar de Nuestra Señora de la Sierra. |
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Fotografía del tramo de la nave del Evangelio comprendido entre la puerta lateral y la cabecera. |
El retablo del Santo Crucifijo o Santísimo Cristo de San Agustín nos muestra una réplica realizada por Sánchez Cid del anterior Crucificado, que quedó destruido por el incendio de 1.936. Esta imagen fue, durante más de cinco siglos, la que concentró mayor devoción en la ciudad, no solo popular, sino también por parte de las autoridades civiles y eclesiásticas. Se le rendían cultos extraordinarios en caso de epidemias, sequía o calamidades. Recibía culto en el desaparecido convento de san Agustín hasta principios del siglo XIX, en que fue trasladado a la iglesia de san Roque. Una imagen vicaria muy parecida a la original realizaba estación de penitencia tanto a la catedral como al humilladero de la Cruz del Campo hasta el año 1.926, en que tuvo lugar su último recorrido.
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Retablo del Santísimo Cristo de san Agustín. |
Del primitivo Cristo aparece la primera
referencia en 1.314. Se trata de una escultura en madera de cedro, de 1,65 metros de altura,
con la cabellera tallada en madera; sobre ella lleva superpuestas dos más, una
de pasta de papel y otra de cabello natural. También sobrepuesta es la corona
de espinas. La representación anatómica imperfecta y el amplio paño de pureza
son típicos de la época románica.
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La imagen original, antes de ser pasto de las llamas. |
Circulan diversas leyendas sobre esta imagen. Una
de ellas relata que fue encontrado en una cueva del prado de santa Justa,
momento en el que aparecía con un brazo sobre la llaga del costado, colocándose
después, por sí solo, en la cruz.
Otro relato hace referencia a una disputa que
mantuvieron los monjes agustinos con el Cabildo Catedral sobre el lugar donde
debía colocarse la santa imagen. Decidieron dejarlo a juicio de Dios y cargaron
la talla sobre un caballo, para que fuera el propio Jesucristo quien guiase el
animal que, finalmente, se dirigió al convento agustino.
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Cristo de san Agustín. Detalle. |
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Un busto de Dolorosa, moderno al igual que el resto, se sitúa a los pies del Cristo. |
El altar
de las Ánimas del Purgatorio es presidido por una pintura contemporánea compuesta
por la Santísima Trinidad, Dios Padre sosteniendo el cuerpo muerto de Cristo,
el Arcángel San Miguel y la Virgen María. Una cartela escrita en latín es
sostenida por un querubín: BEATI MORTVI QVI IN DOMINO MORIVNTVR
(Bienaventurados los muertos que mueren en el Señor).
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Altar de las Ánimas del Purgatorio.
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La entrada al templo de personas con movilidad
reducida es prácticamente imposible por la portada principal, debido a tres
altos escalones situados en el exterior. Sí es factible desde la entrada de la
calle Recaredo, si los responsables del templo se avienen a ello.
Muchas gracias por el apunte, amigo.
ResponderEliminarUna vez certificada la advocación de esta imagen de la Virgen, procedo a su inclusión en la entrada.
Saludos.