San
Lorenzo nació en Huesca en el siglo III, hijo de los también santos Orencio y
Paciencia. Fue diácono del papa Sixto II en una época difícil, en la que los
cristianos eran perseguidos por el emperador Valeriano. El predecesor de Sixto,
Esteban I, fue degollado en la misma silla pontificia. Cuando Sixto vio el
panorama, entregó a su fiel diácono los tesoros de la iglesia, incluido el
Santo Grial, la copa usada por Jesús y los apóstoles en la Última Cena.
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Aparición de la Virgen a san Lorenzo. El Greco.
Museo Nuestra Señora de la Antigua. Monforte de Lemos (Lugo). |
Sixto II
fue decapitado y el joven Lorenzo, a través de un diácono amigo, envió el
tesoro cristiano a sus familiares de Huesca, donde fue escondido, perdiéndose
la pista de su ubicación. Algunas tradiciones afirman que el Santo Cáliz fue
depositado en la iglesia de san Pedro de la localidad, desde donde sería puesto
a salvo por el obispo Acilso cuando huyó en el año 711 ante el avance de los
musulmanes, para esconderse en los Pirineos.
Volviendo a Lorenzo,
el diácono fue detenido y, al pedirle el procurador que le entregase los
tesoros, éste le mostró a todos los pobres que le acompañaban. El procurador montó
en cólera, afirmando que su muerte sería lenta y dolorosa. Condenó al santo a
ser flagelado y después asado sobre una parrilla, en donde padeció martirio
hasta la muerte. Otra leyenda popular nos cuenta que, cuando llevaba un rato al
fuego, Lorenzo le dijo a sus verdugos: “Dadme la vuelta, que esta parte ya está
hecha”. La parrilla y la palma son sus símbolos.
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El martirio de san Lorenzo. Tiziano.
Iglesia de los jesuitas, Venecia. |
El martirio de san Lorenzo ocurrió muy temprano en la historia de la Iglesia, por lo cual es honrado no solo por la Iglesia Católica Romana, sino también por otras confesiones cristianas.
A cincuenta kilómetros de Madrid fue mandado construir por Felipe II, en agradecimiento por
la victoria en la batalla de san Quintín el 10 de agosto de 1.557, festividad de san Lorenzo, el monasterio de san Lorenzo del Escorial,
que tiene forma de parrilla invertida.
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Monasterio del Escorial. Óleo sobre lienzo. Anónimo, finales del XVII. |
Cada 10
de agosto, el relicario que contiene su cabeza quemada es expuesto en el
Vaticano para recibir veneración.
Otra
leyenda que protagoniza este santo es la de la sangre licuada. Al parecer, algunos
soldados presentes en el martirio de san Lorenzo eran cristianos, y recogieron
algo de su sangre, que guardaron en una ampolla de cristal, que acabó en la
iglesia de santa María, en la pequeña localidad italiana de Amasemo. La sangre
se encuentra normalmente en estado sólido, pero cada 10 de agosto, día de san
Lorenzo (y en algunas ocasiones especiales), se licúa, volviendo al estado
original pasada esa fecha.
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Sangre de san Lorenzo, en la iglesia de santa María (Amasemo, Italia). |
Sin
embargo, con ser extraños, los sucesos con sangre que se vuelve líquida en
determinadas fechas no es patrimonio exclusivo de san Lorenzo. El caso más
conocido en España es el de san Pantaleón, que lo hace cada 26 de julio,
víspera de su martirio. En Italia, tiene lugar la de san Genaro, aún más
espectacular, pues repite el fenómeno tres veces al año: el primer sábado
de mayo, el 19 de septiembre, festividad del santo, y el 16 de diciembre.
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Sangre de san Pantaleón. |
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Sangre de san Genaro. |
En todos
los casos hay dos puntos en común entre los tres santos: vivieron en el siglo III, sufriendo persecución,
martirio y muerte y, también, el hecho de que la no licuefacción de la sangre anuncia
grandes desgracias.
Pero
dejemos el terreno de los hechos misteriosos y volvamos a la realidad
histórica. El templo de san Lorenzo, sede de una de las veinticinco parroquias iniciales de la ciudad
tras la toma de la misma por Fernando III, fue
originalmente de tipo mudéjar, erigido a finales del siglo XIII o principios
del XIV, y remodelado en diversas ocasiones, siendo las más significativas
reformas las llevadas a cabo durante los siglos XVII y XIX, causantes de la
irregularidad de la planta, que indica la inexistencia de programa constructivo
único.
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Fachada de la iglesia de san Lorenzo. |
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Vista desde el otro lado de la plaza. |
A las
tres naves iniciales se le fueron añadiendo cuerpos y volúmenes (capillas
laterales, la Capilla Mayor) y la torre (siglo XV) con su campanario (siglo
XVIII), hasta configurar el aspecto actual. En estos momentos, el edificio
presenta cinco naves separadas por pilares de sección cuadrangular que se
cubren con estructuras de madera, la central típica mudéjar de par y
nudillo y las laterales de colgadizo.
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Vista de la torre desde la calle Santa Clara. |
La
iglesia dispone de tres portadas. La portada principal, más antigua, situada a los pies del
templo, que daría a la calle Eslava, está cegada en la actualidad. Las dos
portadas laterales son más modernas, del siglo XVII, obra de Diego López Bueno.
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Portada principal. |
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Torre y campanario, vistos desde la calle Eslava. |
La
portada del Evangelio, en la calle Hernán Cortés, y habitualmente
cerrada, presenta un vano rectangular, con molduras sencillas festoneándolo,
que suben hasta llegar a un frontón partido, dentro del que se encuentra un escudo con la parrilla, símbolo de san Lorenzo. Como remate, una cruz de piedra.
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Portada del Evangelio, en la calle Hernán Cortés.
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Remate de la portada del Evangelio. |
La
portada de la Epístola comunica con la plaza de san Lorenzo. Es la
utilizada habitualmente, de diseño parecido a la portada del
Evangelio, con el añadido sobre el frontón de una hornacina de piedra que
cobija una efigie de buen tamaño del santo titular, fechada en 1.625, también de López Bueno.
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Portada de la Epístola, en la plaza de San Lorenzo. |
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Escultura de san Lorenzo sobre la portada de la Epístola.
Diego López Bueno, siglo XVII. |
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Remate de la portada de la Epístola y torre-campanario de la iglesia. |
Dispone
este templo de un buen número de retablos cerámicos en sus fachadas, así como un
relieve, que detallo a continuación:
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Ánimas Benditas del Purgatorio. Antonio Kiernam Flores, Cerámica Santa Ana, sobre 1.965. Representación muy popular entre las parroquias de esta época, como vimos en las iglesias de san Juan de la Palma, san Pedro, Omnium Sanctorum.
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Relieve en mármol dedicado al cardenal Spínola,
que fue párroco de este templo. 1.905. |
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María Santísima del Dulce Nombre.
Pedro Román Reyes, 2.002.
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Nuestro Padre Jesús del Gran Poder.
Manuel Rodríguez y Pérez Tudela, 1.912. |
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Nuestra Señora de la Soledad. Alfonso de Córdoba, 1.944.
En la calle Eslava. Está rematado con una magnífica cornisa de cerámica y se completó con dos faroles de cerrajería artística de José Rodríguez. En el retablo aparece la Santísima Virgen revestida muy al gusto de la época, con el manto de salida del siglo XIX, recogido, y saya de los mismos años, sobre la que cae un fajín tipo hebrea. La diadema es la neogótica de 1893. |
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Beato Marcelo Spínola. Antonio Muñoz Ruiz, sobre 1.940.
Situado originalmente en la sede del diario “El Correo de Andalucía” que él mismo fundó, fue donado por el periódico a la Hermandad de la Soledad de san Lorenzo en el año 2.003.
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Frente a
la portada de la Epístola, a un lado de la plaza, se sitúa el monumento a
Juan de Mesa, obra realizada por el escultor sevillano Sebastián Santos Calero,
quien resultó ganador del concurso convocado para dicho fin conjuntamente por
la Hermandad del Gran Poder y una entidad bancaria. Inaugurado el año 2.005, el
citado monumento representa al artista barroco frente a la basílica del Gran
Poder. Aparece posando de pie en un momento de descanso junto a un bloque donde
en esos instantes está tallando una imagen del Señor de Sevilla, de la que ya
tiene casi completamente acabadas la cara y una de sus manos.
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Monumento a Juan de Mesa.
Sebastián Santos Calero, 2.005. |
Terminamos aquí la primera parte de la visita
No hay impedimento para personas con movilidad reducida.
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