Historia, leyendas y curiosidades de nuestra ciudad.

Historia, leyendas y curiosidades de nuestra ciudad y sus alrededores

viernes, 11 de marzo de 2016

Convento de San Leandro, -III. El muro de la Epístola.

Continuamos el recorrido siguiendo el muro de la Epístola desde el presbiterio hasta el coro bajo. 
El muro de la Epístola visto desde el presbiterio. Se observa primero el retablo de San Agustín, luego el de San Juan Evangelista y más adelante el de la Virgen de Consolación y Correa. Al fondo, los coros alto y bajo. 
Observaremos en primer lugar una capilla, cerrada mediante una dorada reja, que aloja un retablo neoclásico de principios del XIX con una talla de candelero de la Virgen con el Niño. Más importante, artísticamente hablando, es la pintura sobre tabla situada ante el altar del retablo (supongo que de manera temporal), que ha sido recientemente restaurada tras obtener doce mil euros por cuestación popular. Se trata de una obra fechable entre 1.530 y 1.540, de autor anónimo y estimable calidad técnica. Representa a la Virgen de la Misericordia, con el Niño Jesús en los brazos y a San Juanito a sus pies. A los lados aparecen las Santas Justa y Rufina, que sostienen maquetas de la ciudad de Sevilla, como patronas y protectoras de la misma. Tras doce meses de trabajo, el restaurador Juan Luis Coto entregó la tabla que, de momento, podemos admirar en esta capilla.
Capilla del muro de la Epístola.
Retablo neoclásico de la Virgen con el Niño.
Virgen con el Niño.

Tabla de Nuestra Señora de la Misericordia, antes y después de su reciente restauración.
La siguiente parada será ante el retablo de San Agustín. De respetable calidad, la imagen de San Agustín es obra de Felipe de Ribas, realizada a mediados del siglo XVII. El resto de esculturas son anteriores, de 1.630, y representan a Santo Tomás de Villanueva y San Nicolás de Tolentino (a los lados del Padre de la Iglesia), con Santa Rita y Santa Clara de Montefalco en el segundo cuerpo, flanqueando un relieve con la escena de San Agustín y Santa Mónica en el puerto de Ostia. Remata el retablo otro relieve, la Virgen con el Niño, escoltados por alegorías de la Fe (representada ciega como es habitual) y la Esperanza (con su ancla correspondiente).
Retablo de San Agustín.
Primer cuerpo del retablo de San Agustín.
San Agustín de Hipona. Felipe de Ribas, siglo XVII.
Santo Tomás de Villanueva.
San Nicolás de Tolentino.
Segundo cuerpo del retablo de San Agustín.
San Agustín y Santa Mónica en el puerto de Ostia.
Santa Rita y Santa Clara de Montefalco.
Relieve de la Virgen con el Niño.
A continuación, una de las obras maestras de esta iglesia, el retablo de San Juan Evangelista, de Juan Martínez Montañés y discípulos. 
Retablo de San Juan Evangelista.
Primer cuerpo del retablo.
Segundo cuerpo del retablo.
La hornacina del primer cuerpo está ocupada por un relieve de San Juan en la isla de Patmos en el momento de recibir la inspiración para escribir el Apocalipsis, realizado por el maestro jiennense en 1.632. 
San Juan en la isla de Patmos. Juan Martínez Montañés, 1.632.
A sus lados aparecen tallas de bulto redondo de Santiago, el Mayor y María Salomé. De Francisco de Ocampo (discípulo de Martínez Montañés) es el primero y el relieve del martirio de San Juan en la tinaja que aparece entre los dos cuerpos del retablo. En la parte superior vemos a Santiago, el Menor, la Virgen con el Niño (Nuestra Señora del Buen Consejo) y María Cleofás.
Santiago, el Mayor. Francisco de Ocampo, 1.632.
María Salomé.

Martirio de San Juan en la tinaja. Francisco de Ocampo.
Santiago, el Menor.
María Cleofás.
Nuestra Señora del Buen Consejo.
Junto a la reja del coro bajo veremos el retablo de la Virgen de la Consolación y Correa, neoclásico de mediados del XIX, con escultura de la titular realizada por Sebastián Santos Rojas en 1.932. 
Retablo de la Virgen de la Consolación y Correa.
Es la patrona de la orden agustina y su atípica advocación se debe a la leyenda de Santa Mónica: Santa Mónica derramaba muchas lágrimas ante Dios en favor de su hijo Agustín, desviado de la fe que ella le transmitiera en su infancia. La Virgen la habría consolado en su oración ferviente anunciándole la vuelta de su hijo a la Iglesia y le exhortó a expresar su penitencia vistiendo hábito negro y ciñéndose con una correa del mismo color. 
Virgen de la Consolación y Correa. Sebastián Santos Rojas, 1.932.
Dos peanas situadas en los laterales del retablo sostienen imágenes de pequeño tamaño que representan a San Francisco de Paula y San Juan de Sahagún.
 





















Encima vemos una pintura del siglo XVI de Cristo Crucificado con María Magdalena a sus pies, con ocho pequeñas pinturas de santos agustinos, del siglo XVIII.
Cristo Crucificado con María Magdalena a sus pies. Siglo XVI.Ocho santos agustinos. Siglo XVIII.
Muro y reja del coro bajo.
Ante la tupida reja del coro bajo (una lástima no poder visitar ambos coros), terminamos esta penúltima parte del recorrido.

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