Ya hemos llegado ante el Retablo Mayor, de claro estilo neogótico.
Consta de banco y dos cuerpos divididos en tres calles. La calle central está
ocupada por una talla de bulto redondo que nos muestra a Santiago peregrino, en
tanto que sobre él aparece un relieve del santo representado blandiendo la
espada durante la batalla de Clavijo.
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Retablo Mayor. |
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Primer cuerpo del retablo. |
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Una talla de Santiago, peregrino, preside el retablo. |
En los lados se acomodan pinturas realizadas en 1.927 por Gustavo Gallardo, copias de los paneles del tríptico que realizó Frans Francken, el Viejo (siglo XVI) para el Hospital de las Bubas, que actualmente se expone en el Museo de Bellas Artes de Sevilla: los cuatro Evangelistas, el Ecce Homo, el Descendimiento, la Crucifixión y el camino del Calvario.
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El Descendimiento. |
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Los cuatro Evangelistas. |
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Segundo cuerpo del retablo. |
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Camino del Calvario. |
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Relieve de Santiago matamoros. |
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Calvario. |
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Ángel lampadario. |
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Lado de la Epístola del transepto, visto desde la cabecera de la nave del Evangelio. |
En la cabecera de la nave de la Epístola se
encuentra el retablo de Santa María
Magdalena, penitente, gemelo del
visto anteriormente de la Virgen del Socorro. La acompañan San Antonio con el
Niño y San José, con un relieve de la Virgen auxiliando a las Ánimas del
Purgatorio en el tabernáculo y numerosas pequeñas imágenes sobre el altar: San
Pancracio, Virgen de Pilar, San Judas Tadeo, Corazón de Jesús y San Isidoro,
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Retablo de Santa María Magdalena. |
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La Magdalena entre San Antonio de Padua y San José. |
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Banco y Sagrario del retablo. |
Pasamos ante la puerta de la Sacristía,
situada en la mismísima esquina de la nave y, en el comienzo de esta, llegamos
ante la Capilla de Santa Ana. Un
arco de medio punto que aún conserva pinturas de aspecto mudéjar, cerrado con
una artística reja de forja, nos permite acceder a su interior, ocupado por un
retablo barroco con forma de arcosolio. En la hornacina vemos a Santa Ana
instruyendo a la Virgen Niña, acompañada de San José y San Joaquín, con San Miguel
Arcángel en el remate. Figuras y retablo son del siglo XVIII.
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Capilla de Santa Ana. |
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Retablo de Santa Ana. |
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Santa Ana instruyendo a la Virgen. |
Junto a esta capilla podemos
observar una talla de la Inmaculada
Concepción en el interior de una hornacina practicada en la pared a nivel
del suelo.
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Inmaculada Concepción. |
En estos momentos nos
encontramos en el transepto del lado de la Epístola, por lo que mirando hacia
la nave del Evangelio podremos observar la Capilla de los Gitanos y la gran
pintura de San Cristóbal sobre el arco de acceso.
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Brazo del Evangelio, visto desde la nave de la Epístola. |
Avanzamos por el muro de la
Epístola hasta la Capilla del Cristo de
Santiago, dotada (como el resto de las capillas del templo) de una bonita
reja barroca, enmarcada por restos de pinturas seguramente del mismo período. Igual
decoración muestran las paredes laterales y la bóveda de media naranja sobre
pechinas, dotada de linterna, que cubre la sala.
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Capilla del Cristo de Santiago. |
Un retablo neoclásico con un
único cuerpo protegido por vidrios alberga imágenes de la Virgen de los Dolores
y San Juan Bautista, situadas a los lados del Santísimo Cristo de Santiago,
interesantísima talla de madera de nogal policromada, anónima de estilo gótico
tardío y fechada en la primera mitad del siglo XV. El Patrón de la ciudad desde
1.675 se representa ya muerto, fijado mediante tres clavos a una cruz de caoba
de ocho lados que sustituyó a la primitiva arbórea (que se conserva y que
pienso que se debería restituir a su lugar) tras la restauración llevada a cabo
por Francisco Berlanga en 1.990.
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El Cristo de Santiago, acompañado por la Virgen de los Dolores y San Juan Evangelista. |
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Remate del retablo y bóveda. |
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Aquí vemos el tramo de la nave de la Epístola recorrida hasta ahora. |
La Capilla de San José es de estilo neoclásico con abundancia de mármoles
de diferentes colores combinados para buscar la mejor armonía. Pares de
columnas con fustes estriados y capiteles de orden corintio articulan el único
cuerpo del retablo, en el que tan solamente luce el conjunto de San José
llevando de la mano al Niño Jesús. Tanto las tallas como el retablo están
fechados en el siglo XVIII.
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Capilla de San José. |
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Retablo de San José. |
El último tramo de esta nave
está ocupado por un arcosolio apuntado que enmarca una puerta, a modo de alfiz,
con el fondo y el intradós decorados con pinturas. También observamos dos
esculturas de pequeño tamaño que parecen representar a los santos hermanos
Leandro e Isidoro.
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Curioso arcosolio en el muro de la Epístola. |
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San Leandro. |
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San Isidoro. |
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Muro de los pies de la nave de la Epístola. |
El coro se encuentra, exento, a los pies de la nave principal,
estando situado sobre él un órgano de buen tamaño y factura, de estilo
neoclásico, fechado a mediados del XVIII. Desgraciadamente, no funciona e
incluso le faltan tubos.
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Órgano neoclásico. Siglo XVIII. |
En los muros de la iglesia, según referencias, aparecen una
serie de lienzos con escenas de la vida de la Virgen, la Adoración de los
pastores, los Desposorios y San José con el Niño, todas ellas del siglo XVIII.
Desafortunadamente, la poca luz hace que, excepto el San Cristóbal antes
comentado situado sobre la puerta de la Capilla de los Gitanos, sea imposible
apreciar detalle alguno.
En la Sacristía se sitúan un bufete de piedra (Andrés Zabala,
1.764), cuatro blandones de plata (Gargallo y García, 1.785), un ostensóreo de
finales del XVIII, un copón de 1.745, un cáliz de oro de 1.785 y un arca
eucarística barroca.
En estancias interiores se guardan las insignias de la
Inquisición que provienen del antiguo convento de Santo Domingo, hoy
transformado en mercado de abastos.
Sin embargo, los objetos más curiosos que se custodian en este
templo son tres momias (en una de ellas dicen que se puede observar que
contiene un feto en su interior) conservadas en un armario que se guarda en una
cripta. Nada se sabe sobre estos restos y cuando se pregunta al párroco, la
respuesta es invariablemente la misma: “Dejemos a los muertos en paz”.
La hipótesis más creíble parece apoyarse en el hecho de las
grandes obras realizadas en el templo durante el siglo XVIII. Es muy posible
que durante las mismas se excavaran solerías y enterramientos y salieran al
exterior cadáveres momificados de forma natural, los cuales /y esto sí es
extraño) se conservaron en el exterior en vez de volver a recibir cristiana
sepultura como era norma en la época.
En fin, termina aquí el recorrido de esta gran iglesia
parroquial de Utrera que, visto lo visto, presenta prácticamente iguales
defectos y virtudes que la de Santa María de la Mesa. En lo segundo, la
grandiosidad de sus construcciones y lo valioso de sus bienes muebles. Sería
interesante, en mi humilde opinión, mejorar el acceso (habría que permitir el
paso a personas de movilidad reducida mediante rampas), ampliar horarios,
mejorar la iluminación e incluir algún rótulo que informe al visitante de lo
que está viendo.
A esta última consideración se añade el curioso hecho, extendido
al resto del patrimonio utrerano, de la escasa información existente en
internet sobre sus monumentos, sean religiosos o seglares. Se observa muchísima
información cofradiera, rociera, flamenca y torera que, muy lógicas y naturales
en esta villa, no logran rellenar el hueco de la poca información artística y patrimonial.
Tampoco se logran localizar monografías, tesis o artículos sobre este tema, ya
sean procedentes de la Universidad de Sevilla, la Olavide u otras instituciones,
que sí están presentes (y abundantes) en otras localidades de similar fuste
(Carmona, Marchena, Écija, Osuna).
No crea el lector que no recomiendo la visita a Utrera. Todo lo
contrario; animo a recorrer sus calles y visitar sus monumentos, y a que hablen,
escriban y publiquen fotografías de tan bonito lugar.
Imposible el acceso a este templo para personas con movilidad reducida, debido a la existencia de gradas exteriores con numerosos peldaños y ausencia de rampas.
Tiene razón mucho folclore y poca información sobre el patrimonio artístico y patrimonial
ResponderEliminarEs un pueblo digno de ser visitado y escudriñar todos sus tesoros, callejuelas e historia.
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