Comienzo a reponer el estropicio causado por la avería del disco duro del ordenador.
Como siempre, un
consejito antes de iniciar la parrafada. Enero y febrero son meses maravillosos
para hacer turismo en Sevilla, al menos para nosotros, los nativos. Marzo
todavía tiene un pase. Pero visitar monumentos en abril ya comienza a entrar dentro de la
categoría del masoquismo. Nada menos que hora y cuarto de cola para llegar a la
taquilla, a pleno sol (mi primer día de visita llegó a los 32 ºC). Pero el que algo
quiere, algo le cuesta, como dice el refrán. Con el tiempo y posteriores visitas he aprendido, sin embargo, que cualquier mes y cualquier hora (ya sea durante el día o de noche) es bueno para visitar esta joya que tenemos engastada en pleno centro de nuestra ciudad.
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Vista aérea de los Reales Alcázares. |
El Real Alcázar o Reales Alcázares (ya que de ambas formas se le llama, aunque el término más correcto sería el segundo) de Sevilla, es un conjunto de edificios construidos a partir del siglo X, en el que se puede observar la existencia de múltiples estilos arquitectónicos, desde el arte islámico de sus primeros moradores y el mudéjar y gótico del periodo posterior a la conquista de la ciudad por las tropas castellanas, hasta el renacentista y barroco de posteriores reformas.
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Reales Alcázares de Sevilla. |
El recinto ha sido
habitualmente utilizado como lugar de alojamiento de los miembros de la Casa
Real Española y de Jefes de Estado de visita en la ciudad. El conjunto Reales
Alcázares, Catedral de Sevilla y Archivo de Indias fue declarado Patrimonio de
la Humanidad por la UNESCO en el año 1.987.
El origen del Alcázar lo
podemos situar en la época del primer califa andaluz, Abd al-Rahman III (siglo
X), quien, sobre antiguos asentamientos, primero romano y más tarde visigótico, decide
edificar su Alcázar en el año 913 de nuestra Era. Se situaba extramuros de
la ciudad, en el lugar en el que al parecer estuvo la basílica visigótica de
san Vicente Mártir en la que fuera enterrado San Isidoro después de la revuelta
contra el gobierno de Córdoba.
El recinto de "Dar
Al-Imara" (Casa del Gobernador) era de planta rectangular, con unas
dimensiones de 120 por 180
metros, de cuyos muros aún quedan importantes paños.
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Muralla exterior. Plaza del Triunfo. |
Durante el siglo XI, el
segundo de los reyes de taifas, el popular Al-Mutamid, amplía hacia el oeste
las primitivas estructuras y levanta su nuevo palacio, al que llamaría
"Al-Mubarak" (La Bendición),
con entrada por donde hoy se encuentra el arquillo de Mañara o de la Plata.
Según los textos árabes, en el centro de Al-Mubarak existía el gran salón
"at-Turayya" (Zoraya, la Constelación de los Pléyades), donde tres
siglos más tarde el rey cristiano Pedro I sitúa el actual Salón de Embajadores
de su Palacio Mudéjar.
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Torreón y muralla exterior de los Alcázares. |
En la etapa almorávide (1.091-1.147)
no se acomete ninguna obra destacada. Los almohades, en cambio, convierten
Sevilla en la capital del nuevo imperio magrebí. Construyen el Jardín del
Crucero en parte del área ocupada por el Palacio de “Al-Muwarak”, en la actual
Plaza de la Contratación.
Sobre al antiguo “Dar
Al-Imara” levantan el principal Palacio Almohade, conocido como Palacio del
Yeso, que es una de las pocas muestras de arquitectura civil almohade que se
conservan en el país.
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Palacio del Yeso. Es la parte más antigua de los Alcázares que se conserva (siglos XI-XII). |
En 1.254, ya
reconquistada la ciudad por las tropas cristianas, Alfonso X, el Sabio manda construir el Palacio
Gótico, en el que se incorpora el segundo Patio del Crucero almohade y parte
del primitivo "Dar Al-Imara".
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Patio del Crucero y, al fondo, el Palacio Gótico (Alfonso X, siglo XIII). |
A mediados del siglo XIV,
en el lado occidental del Patio del Yeso y tras la victoria en la batalla
del río Salado, Alfonso XI ordena la construcción de la Sala de Justicia,
de estilo mudéjar.
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Entrada a la Sala de la Justicia (Alfonso XI, siglo XIV). |
Pocos años después, entre
1.364 y 1.366 es Pedro I el que edifica el Palacio Mudéjar, usando maestros y
obreros musulmanes, procedentes de Sevilla, Granada y Toledo. Con una
superficie de 2.250
metros cuadrados, sigue el esquema de Casa-Patio,
separando la parte privada (agrupada alrededor del Patio de las Muñecas) de la
pública u oficial (que rodea el Patio de las Doncellas). La decoración de todo
el palacio es totalmente islámica, con motivos vegetales y geométricos.
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Palacio Mudéjar (Pedro I, siglo XIV). |
Los siglos XV y XVI, con
el reinado de los Reyes Católicos y el descubrimiento de América, suponen los
años de máximo esplendor del Alcázar sevillano. El continuo flujo de bienes y
capitales que llegaban del Nuevo Continente permiten aumentar los ingresos y
acometer nuevas obras, sobre todo en el Palacio Alto, que es convertido en
confortable alojamiento para el invierno.
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Palacio Alto (Reyes Católicos, siglos XV-XVI). |
Durante el siglo XVII,
Sevilla vivirá un período de fuertes contrastes, con etapas de gran prosperidad
que alternan con otras de decadencia. El Alcázar se ve enriquecido con nuevas
obras encaminadas a recibir una visita de Felipe III que finalmente nunca tuvo
lugar.
El milanés Vermondo Resta
construye nuevos zaguán, apeadero y caballerizas, así como las cocinas en el
lugar donde hoy se encuentra el Patio del Asistente. Posteriormente, en época
de Felipe IV y siendo Alcaide el Conde-Duque de Olivares, el mismo Resta centra
su actividad en la remodelación de los jardines.
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Galería de Grutescos (Felipe IV, siglo XVII). |
En 1.625 se instaló en el
actual Patio del León el que fue mayor corral de comedias de la ciudad,
destruido por un incendio a finales de ese siglo, después de haber sido
escenario de las representaciones teatrales de los mejores autores del Siglo de
Oro español.
El siglo XVIII supone la
llegada de los Borbones al trono. Durante una primera etapa, el Alcázar
vive una nueva época de esplendor, al ser usado como estancia por la Familia
Real y toda su corte durante cuatro años, construyéndose la Armería Real, hoy
Sala de Exposiciones.
En 1.755 tiene lugar el
terremoto de Lisboa, que produce graves daños, destruyendo por completo las
suntuosas cámaras que aún subsistían del viejo Alcázar junto a la Huerta de la
Alcoba. Cinco años después, reinando ya Carlos III, se decide macizar estas
cámaras y levantar el Salón de Tapices, con un pórtico clasicista diseñado por
Sebastián Van der Borchst, arquitecto militar ya conocido en estas páginas por
sus intervenciones en la Torre del Oro y en la Real Fábrica de Tabacos.
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Pórtico del Salón de Tapices (Carlos III, siglo XVIII). |
Con Fernando VII se
realizan una serie de intervenciones totalmente desatinadas (igual que todo su
reinado, vamos), como encalar las galerías del Patio de las Doncellas,
eliminando su variado cromatismo.
Durante el reinado de
Isabel II, ya en el siglo XIX, el Alcázar sirve de residencia a los duques de
Montpensier. Se interviene en el entresuelo y en la galería superior del Salón
de Embajadores y se colocan reproducciones de yeserías copiadas de la Alhambra.
El conjunto de las intervenciones es cuando menos discutible, pues se destruyen
antiguas obras originales para instalar otras más "modernas".
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Galería superior del Salón de Embajadores (Duques de Monstpensier, siglo XIX). |
En 1.931, durante la II
República, la titularidad del Alcázar pasa de la Casa Real al Ayuntamiento de
Sevilla que, sin embargo, garantiza la disponibilidad permanente del Palacio
Alto y dependencias anejas para uso exclusivo de la Familia Real durante su
estancia en la ciudad, garantizándose así su uso secular, lo que hace que sea
el Palacio Real más antiguo de Europa en activo.
Una vez repasada, a vuela
pluma, la historia de los Alcázares, salpicada por algunas imágenes que nos
permitirán hacernos una mínima idea del conjunto monumental, vamos a proceder a
su descripción más pormenorizada.
Comenzaremos por la vista
exterior de las murallas. Nos situaremos para ello en lo más alto de la calle
Joaquín Romero Murube, a la altura del pequeño retablo cerámico dedicado al
Santísimo Cristo de las Misericordias de la Hermandad de Santa Cruz.
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Retablo del Cristo de las Misericordias de la Hermandad de Santa Cruz. |
Don
Joaquín fue poeta y articulista palaciego (de la localidad de Los Palacios y
Villafranca) perteneciente a la Generación del 27 que, durante más de treinta y
cinco años desempeñó con enorme acierto el cargo de conservador de los
Alcázares. Partimos de la zona más cercana al Barrio de Santa Cruz (ese Parque
Temático levantado con motivo de la Exposición Iberoamericana de 1.929 y más
falso que un euro de madera) y descendemos los anchos peldaños que conforman la
calle, que discurre paralela a la muralla.
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Don Joaquín Romero Murube, conservador del Alcázar durante más de 35 años. |
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Lienzos de muralla a lo largo de la calle Joaquín Romero Murube. |
En ella podemos observar
tres torres albarranas y tres lienzos de muralla que suman casi cien metros de
largo. Como curiosidad, podemos señalar la existencia de una puerta de
herradura abbadí que estuvo durante muchos años cubierta por un enlucido y
oculta, por tanto, a los ojos de los viandantes. Sobre los años 70, creo
recordar a bote pronto, se retiró el enlucido y se mostró la puerta al
exterior, aunque cegada. Para saber el motivo no hay más que entrar en el Patio
de Banderas, acercarnos al número 19, en el que se localiza el Foro de la
Diversidad, que suele estar abierto y no ponen pegas a nuestra entrada y seguir
los rótulos correspondientes.
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Puerta con arco de herradura, desde el exterior. |
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La misma puerta y un trozo de paño de muralla desde el interior de la casa número 19 del Patio de Banderas. |
Volviendo al exterior, la
muralla hace un quiebro de noventa grados, ya en la plaza del Triunfo y, tras
una treintena de metros, otro más, en el que se enmarca la Puerta del León,
lugar de acceso para las visitas turísticas, entre dos nuevas torres cuadradas.
Un último giro, en la calle Miguel Mañara, la hace desparecer tras las
viviendas colindantes.
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Arco de entrada al Patio de Banderas. |
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Puerta del León, lugar de acceso para las visitas turísticas. |
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Columna empotrada en uno de los torreones de la Puerta del León. |
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Capitel de la columna. |
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Tramo de muralla de la calle Miguel Mañara. |
Aquí termina el recorrido
del exterior de los Reales Alcázares, imágenes a las que se habrían de sumar
parte de las que vimos con motivo de las entradas
Un trabajo insuperable, mi más afectuosa enhorabuena, Pepe.
ResponderEliminarUn abrazo.
Mari Carmen.
Muchas gracias, Mari Carmen. Tú siempre tan amable.
EliminarSaludos.
Me encantan tus relatos, gracias.
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