La Tumba de los Cuatro Departamentos es, posiblemente, del siglo I d.C. y su principal característica, como su nombre indica, es que dispone de cuatro espacios idénticos alrededor de un pasillo central, dos a cada lado, según podemos ver en el esquema. Cada uno de ellos es de planta rectangular, con banco corrido y cinco nichos y conservan gran parte del estucado blanco que recubría las paredes.
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Plano de la zona de la Tumba de los Cuatro Departamentos. |
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Tumba 177. |
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Tumba del ustrinum. |
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Tumba 174. |
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Entrada a la Tumba de los Cuatro Departamentos. |
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Plano de la Tumba de los Cuatro Departamentos. |
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Vistas de la Tumba de Servilia desde este punto. |
Al lado contrario por el que hemos entrado prosigue el camino que nos llevará entre ustrinium y bustum hasta la Tumba de Postumio, de mediados del siglo I d.C., y que consta de dos partes: un profundo patio y la cámara funeraria.
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Acceso a la Tumba de Postumio. |
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Escalera de bajada. |
Se descienden los seis metros de profundidad del patio por una escalera tallada en la roca y ya podemos acercarnos a la cámara, de 2,05 x 2,10 metros. Las paredes y techo estaban revestidos de hermosos frescos, algunos de los cuales aún se conservan en la actualidad. Se conoce quien fue el artífice, C. Silvanus, dejó su firma en una de las esquinas, hecho extraordinario en el mundo romano. Otra curiosidad es la presencia de un enterramiento de inhumación en el interior de la misma cámara, posiblemente ya en un momento donde el rito de incineración estaba dando paso al de inhumación. En el patio se conservan las huellas del quemadero o ustrinum y restos de un altar en una esquina.
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Entrada a la cámara. |
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Nichos en la pared frontal y lateral izquierda. |
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Nichos del lateral derecho. |
Subimos la empinada escalera y continuamos el camino que, tras pasar un merendero realizado para descanso de los visitantes, nos conduce hasta la Tumba de Servilia, la de mayor tamaño de la Necrópolis. Recibe este nombre por la escultura que hemos admirado anteriormente en el Museo, que se situaba en este recinto. El pedestal sobre el que se situaba la escultura llevaba inscrito el apellido de la familia, probablemente perteneciente a la aristocracia romana.
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Camino de la Tumba de Servilia. |
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Zona de descanso. |
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La tumba se construyó aprovechando una antigua cantera. |
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Pasillo de entrada. |
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Bajada a la tumba. |
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La escalera vista desde abajo. |
La tumba reproduce la forma de una casa romana tradicional, realizada en el hueco que ocupaba una antigua cantera, lo que explica la profundidad de este espacio. Es un mausoleo familiar construido en el siglo I d.C., con un enorme patio porticado, del que apenas se conservan restos de columnas rodeando todo su perímetro. En el centro se sitúa el influvium, una piscina que se usaba para recoger el agua de lluvia.
En el centro del corredor se encuentra una estancia cuadrangular tallada en la roca a modo de gigantesco nicho, donde podemos observar los restos de un sarcófago que, seguramente, contuvo los restos de Servilia, inhumada y no incinerada.
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Pasillo derecho de la tumba. |
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Tumba de Servilia. |
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Parte inferior del sarcófago que contenía los restos de Servilia. |
En uno de los lados del patio, el más cercano a la escalera de bajada, se abren tres puertas, cuyos muros estuvieron decorados con pinturas murales, algunas de las cuales aún se conservan en el tramo final del corredor. Una de ellas representa una figura femenina con una balanza en la que pesa las buenas y malas acciones de la persona difunta.
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Vistas del patio desde el corredor. |
El corredor se comunica con la cámara funeraria a través de un pasillo curvado en el que también se conservan pinturas murales que representan escenas domésticas, enmarcadas por bandas azules y negras, un caldero y una mujer vestida con vestido verde tocando un instrumento.
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Entrada a la cámara funeraria. |
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Comunicación entre pasillo y cámara. |
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En este corredor curvado se conservan restos de pinturas murales. |
La cámara funeraria tiene forma circular, con una bóveda apoyada sobre gruesos nervios que estuvieron pintados de rojo, y una cúpula dotada de linterna central, cuya función simbólica es la de comunicar el mundo de los vivos con el de los muertos.
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Cámara funeraria. |
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Entrada a la cámara desde el patio. |
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Imágenes del gigantesco patio. Aquí vemos el influvium, cuya misión era almacenar el agua de lluvia. |
Según el plano que nos facilitan en la recepción del Centro, todavía quedarían tres tumbas por visitar: el Mausoleo Cuadrangular, la Tumba de las Cuatro Columnas y los Mausoleos Circulares. Sin embargo, cuando me dirijo hacia ellos encuentro el camino cerrado por otra cadena. Pregunto al señor que me ha estado siguiendo todo el rato (supongo que será el vigilante) y me contesta (sic):
-No se puede pasar. Habrá que ampliar el recorrido.
Afortunadamente, puedo añadir unas fotografías en las que, gracias a la aportación de nuestro amigo Joaquín Morales, podemos ver e incluso entrar en la Tumba de las Cuatro Columnas:
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Escalera de bajada a la Tumba de las Cuatro Columnas. Cortesía de Joaquín Morales García. |
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La escalera, vista desde abajo. Cortesía de Joaquín Morales García. |
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Óculo que permite la iluminación de la tumba. Cortesía de Joaquín Morales García. |
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Interior de la Tumba de las Cuatro Columnas. Cortesía de Joaquín Morales García. |
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Interior de la Tumba de las Cuatro Columnas. Cortesía de Joaquín Morales García. |
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Interior de la Tumba de las Cuatro Columnas. Cortesía de Joaquín Morales García. |
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Interior de la Tumba de las Cuatro Columnas. Cortesía de Joaquín Morales García. |
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Interior de la Tumba de las Cuatro Columnas. Cortesía de Joaquín Morales García. |
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Interior de la Tumba de las Cuatro Columnas. Cortesía de Joaquín Morales García. |
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Interior de la Tumba de las Cuatro Columnas. Cortesía de Joaquín Morales García. |
Este último incidente me da pie a la reflexión final. En el ya mencionado plano aparecen once lugares para visitar dentro del Conjunto Arqueológico de Carmona. Si quitamos el Anfiteatro (que está en el exterior y no se puede visitar) y el Centro de Recepción de Visitantes, nos quedan nueve tumbas o mausoleos, de los cuales cuatro no se pueden ver ni desde afuera. Por lo tanto, el visitante que se proponga visitar el Conjunto debe tener claro que solamente verá cinco tumbas/mausoleos.
Entre los bienes muebles también se detectan algunas ausencias, como es el caso de la escultura del infante encontrada en la tumba de Servilia, el betilo que representa a la diosa Cibeles (Tumba del Elefante), la estatua femenina recostada o el trozo de estuco decorado con pinturas murales.
Quienes deseen, además de visitar este conjunto, darse
un paseo por “El lucero de Europa”, como es conocida la ciudad de Carmona,
pueden orientarse en la magnífica web
Aunque el conjunto de tumbas es visitable por personas con movilidad reducida, hay algunas zonas a las que no podrán acceder: el interior del Mausoleo Circular y bajar a las tumbas de Postumio y Servilia, aunque sí podrán verlas desde el exterior.
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