Ya es hora de comenzar el recorrido de la Necrópolis. Al bajar la escalera de acceso a las terrazas seguimos derecho y, a nuestra izquierda, veremos un gran túmulo redondo, con un hueco en la parte más cercana a nosotros, del que sobresale una escalera plegable de aluminio. Se trata de la Tumba del Mausoleo Circular.
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Mausoleo Circular. |
La cámara funeraria, fechada en el siglo I d.C., está excavada en la roca y cubierta por sillares de granito. El diámetro exterior es de 11,70 metros, en tanto que la cámara es rectangular, de tan solo 3,20 x 1,70 metros, lo que nos sorprende en un principio, pues esperábamos un mayor tamaño. Se puede descender a ella por la escalera antes comentada a través del pozo de 2,45 metros; las personas claustrofóbicas no es recomendable que bajen.
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Escalera de bajada a la cámara. |
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Pozo de bajada. |
En sus paredes, todas ellas enfoscadas inicialmente, aparecen tallados once nichos, lo que, unido a su monumentalidad, nos indica que estaba dedicada a una familia. Las urnas cinerarias eran depositadas en los distintos nichos en función de su importancia dentro de la familia: el lugar privilegiado, el frontal de la cámara, donde los nichos suelen tener unas dimensiones mayores, se reservaba a los fundadores de la familia, en tanto que los descendientes, por orden de importancia, irían ocupando los laterales.
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Cámara funeraria del Mausoleo Circular. |
Nos dirigimos ahora hacia la siguiente parada, la Tumba del Elefante, aunque durante el trayecto podemos observar una serie de interesantes espacios. Se trata de agujeros, normalmente de fondo rectangular y variados tamaños. En cada ustrinum, que así se llaman, se quemaban los cadáveres, cuyas cenizas eran luego recogidas y guardadas en urnas, que pasaban a la tumba correspondiente, ya fuera particular o pública. El color rojizo que suelen presentar las paredes, sobre todo en el fondo, se debe a la acción del fuego.
A partir del siglo II d.C. se convirtió en costumbre tallar arcos o nichos en el mismo lugar en que se incineraba el cuerpo, recibiendo el hueco entonces el nombre de bustum. En este breve camino entre el Mausoleo Circular y la Tumba del Elefante podremos observar abundantes muestras de ambos tipos de estructuras.
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Ustrinum y bustum son los nombres que recibían los pozos en los que se quemaban y/o se guardaban los cuerpos de los fallecidos. |
También en este camino, en un pequeño cerro situado a nuestra derecha, veremos una serie de segmentos de fustes de columnas estriadas, cuya procedencia desconozco.
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Fustes de columnas. |
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Los ustrina y busta son muy numerosos en esta zona. |
La Tumba del Elefante (llamada así porque en ella se encontró la figura del mismo nombre que hemos visto en el Museo) es de gran tamaño y del siglo I d.C. Se trata de una tumba-santuario, con un gran patio central de 12 x 11 metros, recorrido por un largo pasillo que permite el acceso a una serie de dependencias: cámara funeraria, cocina, almacén, balneum (donde se celebraba un rito muy parecido al Bautismo cristiano), varios triclinios (comedores) y cámaras laterales, todo ello excavado en la roca, con empleo de sillares en el patio y revocado con estuco en el resto del conjunto. Se llega a él bajando una gran escalera.
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Tumba-santuario del Elefante. |
Es este uno de los edificios más emblemáticos del recinto funerario. Posee una complejidad que va más allá de lo que habitualmente se asocia con una tumba, de ahí que se le suponga carácter de santuario, donde recibían culto el dios Attis -dios que moría y resucitaba cada año- y la diosa Cibeles -Diosa Madre, señora de la vida y la muerte-, representada mediante la forma de un betilo o piedra ovoide. Estas divinidades tuvieron su origen en Frigia (actual Turquía) y seguramente fueron introducidas en la zona por los cartagineses; representaban la muerte y la resurrección posterior en un ciclo sin fin. Al parecer, en la zona de la derecha se situaban las urnas cinerarias de los sacerdotes del culto, alrededor de la escultura central del elefante, que ocuparía el centro de la estancia.
Giramos ahora noventa grados a la derecha y tomamos un camino en el que veremos a los lados nuevos ejemplos de ustrinum y bustum, así como otra vista de la colina con los fustes de columnas:
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Por este camino hemos llegado. |
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Y por este continuamos. |
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Los mismos fragmentos de columnas vistos antes, desde otro ángulo. |
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A lo largo del camino seguimos viendo ustrina y busta. |
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Aquí giramos a la derecha. |
Cuando llegamos a un tramo no habilitado para el visitante (hay varios, quizá demasiados), giramos de nuevo a la derecha y subimos (es cuesta arriba) hasta llegar a la Tumba de los Cuatro Departamentos. Antes, habremos dejado atrás un camino hacia la derecha, igualmente cerrado, en el que, según el plano, se sitúa la Tumba de las Guirnaldas que, lógicamente, no he podido visitar.
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Al fondo, bajo la cubierta, se encuentra la Tumba de los Cuatro Departamentos. A la derecha está el acceso (cerrado) a la Tumba de las Guirnaldas. |
Quienes deseen, además de visitar este conjunto, darse
un paseo por “El lucero de Europa”, como es conocida la ciudad de Carmona,
pueden orientarse en la magnífica web
http://www.turismo.carmona.org
Aunque el conjunto de tumbas es visitable por personas con movilidad reducida, hay algunas zonas a las que no podrán acceder: el interior del Mausoleo Circular y bajar a las tumbas de Postumio y Servilia, aunque sí podrán verlas desde el exterior.
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