Historia, leyendas y curiosidades de nuestra ciudad.

Historia, leyendas y curiosidades de nuestra ciudad y sus alrededores

domingo, 21 de agosto de 2011

El Palacio de san Telmo.

En la composición actual del Palacio de san Telmo aparecen varias fases bien diferenciadas, construida cada una en distintos momentos y desde criterios independientes.

Remonta sus orígenes a 1.682, año en que comenzó a construirse en un solar propiedad del Tribunal de la Inquisición alquilado para la ocasión, con el fin de servir de sede al Colegio de la Universidad de Mareantes, en el que se formaban los huérfanos de la marinería. Curiosamente, el puerto de Sevilla acababa de perder su condición de puerto único para todas las mercancías de ultramar a favor de Cádiz; el cada vez mayor tonelaje de barcos y galeones hacía imposible remontar el Guadalquivir desde Sanlúcar.

El esquema y disposición original quedaron trazados en la primera fase de obras, en 1.681. Se trataba de un gran rectángulo, con torres en las esquinas y fachada principal con portada en el lado oeste. En 1.703 sólo estaban construidas 2/5 partes del edificio.
Fachada principal del Palacio de san Telmo.
Esquina de la fachada principal con la fachada de la calle Palos.
Fachada del palacio a la calle Palos de la Frontera,
con las efigies de los doce sevillanos ilustres de Susillo.
Una de las cuatro torres del edificio.
La segunda fase fue obra de Leonardo de Figueroa, entre 1.722 y 1.739, y consistió en construir la fachada principal del edificio, levantar el patio central y edificar la capilla. 

La portada, churrigueresca, construida por Matías José de Figueroa entre 1.730 y 1.734, se compone de tres cuerpos; el inferior a base de columnas toscanas con fustes ornamentados, que sirven para sustentar el segundo cuerpo, con balcón balaustrado y representaciones escultóricas sobre temas náuticos. En el tercer cuerpo están las figuras de san Telmo, patrón de los navegantes, y a sus lados las de san Fernando y san Hermenegildo.
Portada principal del palacio.
Portada principal del palacio.
Primer piso de la portada.
Detalle del lado derecho.
Detalle del lado izquierdo.
Balcón balaustrado.
Parte alta de la portada. En el centro, san Telmo;
a su derecha, san Fernando y a su izquierda, san Hermenegildo.
Cabe destacar también su capilla barroca de una sola nave con pilastras corintias sobre las que apoya una  bóveda de cañón. El altar mayor está presidido por una imagen de Nuestra Señora del Buen Aire, a la que se atribuye el origen del nombre de la capital de Argentina. 

De la decoración interior de la capilla se encargaron renombrados artistas como el pintor Domingo Martínez, el escultor Pedro Duque Cornejo, el cantero Miguel de Quintana y el carpintero y entallador Juan Tomás Díaz.

Las obras quedan paralizadas durante largos años por falta de dinero, e incluso la mala suerte se ceba con el edificio. En los años cuarenta del siglo XIX, dos rayos cayeron sobre el Colegio de Mareantes; uno de ellos afecta a una de las torres, en tanto que el otro da de lleno en la portada.
Actualmente, el edificio está mejor preparado contra los rayos.
El año 1.847 marca el final del uso del edificio como Colegio de Mareantes, "sufriendo" variados destinos: pensión, fábrica de objetos de corcho, oficina del ferrocarril, colegio, etc, hasta su adquisición por don Antonio de Orlèans, duque de Montpensier.
Puerta del Apeadero, en la calle Palos de la Frontera.
La tercera fase constructiva, finalizada a mediados del siglo XIX, se realizó a instancias del nuevo propietario,   pretendiente a los tronos de España e incluso de Méjico, que no consiguió, según contamos en la entrada referida al Costurero de la Reina. Sin embargo, en su empeño por acceder a la corona (de hecho, su hija sí fue reina al casarse con Alfonso XII) hizo a Sevilla conocida en toda Europa como "La Corte Chica española" y del Palacio de san Telmo el centro de reunión de esta corte. El duque, hombre muy rico, invirtió grandes sumas de dinero en la rehabilitación y exorno del palacio, así como en la organización de todo tipo de eventos y festivales que elevaran la entonces depauperada sociedad sevillana. De esta época datan las estatuas a tamaño natural de doce sevillanos ilustres realizadas por Antonio Susillo que se muestran en el muro que da a la calle Palos; mirando el edificio de frente y de izquierda a derecha, son:
Fray Bartolomé de las Casas, religioso e historiador. 
Obispo de Chiapas y defensor de los indios.
Fernando Afán de Rivera y Enríquez, duque de Alcalá de los Gazules y marqués de Tarifa.
Nacido en Sevilla, fue diplomático, humanista y mecenas durante el reinado de Enrique IV.
Bartolomé Esteban Murillo, El Pintor de Sevilla.
Benito Arias Montano. Teólogo y humanista, 
fue seguramente el hombre más sabio de su tiempo.
Luis Daoíz y Torres. Héroe de la Guerra de Independencia española.
Fernando de Herrera, el Divino. Poeta español del Siglo de Oro.
Diego Ortiz de Zúñiga, historiador y escritor sevillano del siglo XVII.
Lope de Rueda. Dramaturgo y actor profesional, fue el
precursor de los grandes autores del Siglo de Oro.
Miguel Mañara, del que ya hablamos largamente con 
motivo de la visita al Hospital de la Caridad.
Diego Rodríguez de Silva y Velázquez, maestro de la pintura universal.
Rodrigo Ponce de León y Alhama, duque de Cádiz, figura clave
en la conquista del Reino de Granada por los Reyes Católicos.
Juan Martínez Montañés (y no Montañez, como se indica erróneamente en la peana).
Conocido en su época como "El Dios de la  madera",  fue el máximo exponente
 de la escuela sevillana de imaginería.
Se finaliza igualmente la torre norte y se construyen la portada del apeadero, el ala este y el salón de baile. El palacio disponía de agua corriente, cuartos de baño, electricidad, telégrafo e incluso embarcadero propio para acceder al Guadalquivir, así como unos jardines de más de dieciocho hectáreas de extensión (que más tarde constituirían el actual Parque de María Luisa).
Salón de baile,conocido también como Sala de los Espejos, usado actualmente como lugar para la celebración de actos oficiales. (Cortesía del "Diario de Sevilla").
La escalera principal no se puede considerar como imperial, ya que aunque cumple uno de los requisitos para ello, tener subida y bajada separadas, no se alinea con el eje principal de recinto, que es la otra premisa necesaria. (Cortesía del "Diario de Sevilla").
Embarcadero del Palacio de san Telmo.
(Cortesía de esasaevilla.blogspot.com).
En 1.901, la duquesa viuda de Montpensier cede los jardines del palacio a la ciudad y el edificio al arzobispado con el fin de acomodar el Seminario en su interior. Desgraciadamente, en el primer tercio del siglo XX, el cardenal Ilundáin encarga su reforma a los arquitectos Basterra y Galnares Garastizábal quienes, con la intención de “ordenar” lo que “de mal gusto del barroco sevillano” había en el edificio, metieron la piqueta y transformaron los siete patios barrocos interiores (con sus correspondientes salas aledañas) en dos grandes patios divididos por una doble crujía, buscando una simetría que el proyecto original no consideraba, lo que arruinó el valor histórico del edificio. Había que buscar espacio por donde fuera para alojar a los muchos seminaristas que por entonces había.
Doble crujía que separa los dos únicos patios que sobrevivieron 
a la ocupación eclesiástica. (Cortesía del "Diario de Sevilla").
Vista de uno de los patios.
Los jardines tampoco se libran de la búsqueda de espacio. Se tala casi una hectárea de árboles en la zona más cercana a la capilla, donde hoy se sitúan los estanques, con la excusa de instalar ¡un campo de fútbol! En realidad, la razón de la tala era mucho más prosaica: se pretendía vender la madera obtenida de los centenarios árboles; sin embargo, la jugada salió mal, porque el material era de mala calidad por la falta de cuidados y al final acabó pudriéndose del todo en un lado de los jardines.
Uno de los estanques exteriores del palacio. (Cortesía del "Diario de Sevilla").
Otro de los estanques de los jardines. (Cortesía del "Diario de Sevilla").
Los jardines del Palacio de san Telmo. (Cortesía del "Diario de Sevilla").
Para colmo de males, un incendio destruye gran parte de la biblioteca y su contenido, afectando de forma grave a la escalera principal, cuya linterna se desploma. La causa del incendio no puede ser más estúpida: el fuego se produce al intentar encender una chimenea en Sevilla en pleno mes de agosto.

En 1.962 se acometen nuevas reformas para la construcción de un convento, colegio mayor y escuela de teología, que desnaturalizan aun más el diseño original. 

Por fin, y ante la falta de medios para frenar el deterioro (ya casi ruina) del edificio, la Iglesia cede san Telmo en 1.989 a la Junta de Andalucía, que instala allí su Presidencia de Gobierno, realizándose una pequeña reforma para tal adaptación en 1.992. Finalmente, en 2.005, el arquitecto Vázquez Consuegra presenta un gran proyecto de reforma total del edificio y del jardín colindante, reparando en gran parte el desaguisado cometido por Basterra y Sagastizábal. El resultado es el que ha llegado a nuestros días.
Uno de los patios recuperados por el arquitecto Vázquez Consuegra.
 (Cortesía del "Diario de Sevilla").
Vázquez Consuegra salva lo que puede del edificio barroco, rehabilitando o restaurando, y derriba todo lo realizado bajo el mandato eclesiástico, recuperando patios y salas que sí pertenecieron al edificio original. Además, en vez de intentar  que lo nuevo o arreglado parezca antiguo, emplea materiales y formas que permiten distinguir perfectamente lo que queda de original en el edificio.
Esta zona permite comprobar la conjunción de elementos antiguos (azulejos a la izquierda y muro a la derecha) con otros más modernos, como el vidrio y el metal. 
(Cortesía del "Diario de Sevilla").
Hasta aquí, todo muy bonito y muy "académico", pero ahora entramos en la cruda realidad: PROHIBIDO HACER FOTOS EN TODO EL EDIFICIO, PATIOS Y JARDINES. Sólo se permite realizarlas en la capilla, y porque no depende de Presidencia sino del Instituto Andaluz del Patrimonio Histórico (cuya página web, por cierto, no funciona). Cuando pregunto la causa de la prohibición, el guía (un chico muy amable) me contesta que "por seguridad".

- Sin embargo, en el Hospital de las Cinco Llagas no ponen pegas para fotografiar ningún rincón y también es de la Junta de Andalucía -le digo.

- Bueno, cada organismo tiene sus normas -me contesta.

Pues nada, otra vez con la fiebre prohibitiva, adornada esta vez con una salsita de falta de uniformidad de criterios dentro de la misma institución.

Cabreo gordo y apenas presto atención al interior del edificio, que los curas dejaron pelado (se llevaron todo lo que no estaba clavado al suelo o a las paredes) y que sigue casi igual de limpio. Que nadie espere ver en esta visita muebles de época, ni óleos del Siglo de Oro, ni frescos de Lucas Valdés. Aquí todo el dinero se ha gastado (de buena manera, que conste) en el continente y muy poco en el contenido.
En las habitaciones superiores se celebran las reuniones de la institución.
(Cortesía del "Diario de Sevilla").
Como comentaba, la parte inmobiliaria del edificio ha quedado perfecta.
Donde sí se ha echado el resto, hablando de restauraciones y de gastar dinero, ha sido en la capilla, y el resultado no puede ser más espectacular. Por cierto, ahora que se permiten visitas públicas, no estaría de más algún cartelito explicativo de retablos, imágenes y pinturas expuestos, al estilo de la iglesia del Salvador.
Vista general de la capilla del Palacio de san Telmo.
A grandes rasgos, la capilla es de una sola nave, con bóveda de cañón y cinco retablos: el principal, dedicado a la Virgen del Buen Aire, dos en el el lado de la Epístola, con santo Tomás de Aquino y san Antonio, y otros dos en el Evangelio, presididos por un Cristo crucificado y san José.

En la cúpula se observan tres medallones con las efigies de la Virgen María, san Luis rey de Francia y san Fernando. Uniendo los tres nombres, María Luisa Fernanda, obtenemos el apelativo de la duquesa de Montpensier. Un artificio muy de moda en la época.
Bóveda de la capilla, con los tres medallones.
La Virgen María.
San Luis rey de Francia.
San Fernando.
Vamos a recorrer la capilla en el sentido contrario de las agujas del reloj, es decir, comenzando por nuestra derecha.
Cristo bendiciendo a los niños. Domingo Martínez, 1.723-1.726.
El lienzo muestra como era la portada prevista por Leonardo de
Figueroa antes de la transformación llevada a cabo por su hijo Matías.
Retablo de san Antonio.
Retablo de san Antonio. Cuerpo central.
Retablo de san Antonio. Ático.
Retablo de santo Tomás de Aquino.
Retablo de santo Tomás de Aquino. Ático.
Ya estamos ante el Retablo Mayor, dedicado a la Virgen del Buen Aire, como decíamos. En los muros laterales del presbiterio encontramos pinturas de Domingo Martínez.
Lado derecho del presbiterio. Pinturas de Domingo Martínez.
Lado izquierdo del presbiterio. Pinturas de Domingo Martínez.
Retablo Mayor de la capilla del Palacio de san Telmo.
Virgen del Buen Aire, con san Pedro y san Andrés 
Ático del Retablo Mayor.
Bóveda del presbiterio.
Tabernáculo del Retablo Mayor.
Visto el magnífico Retablo Mayor, podemos volvernos y dar una mirada a la capilla desde aquí:
Comenzamos el camino de vuelta por el lado del Evangelio:
Retablo del Crucificado.
El retablo que nos queda es el de san José:
Retablo de san José.
Primer cuerpo del retablo de san José. No sé exactamente los personajes que le acompañan, pero siguiendo la tradición sevillana, debe tratarse de san Joaquín y santa Ana.
San José con el Niño.
Ático del Retablo de san José.
Entre este retablo y la salida del templo hay un cuadro de gran formato con trabajada moldura. Se trata de la  Entrada de Jesucristo en Jerusalén, de Domingo Martínez, entre 1.723 y 1.726.
Entrada de Jesucristo en Jerusalén. Domingo Martínez, 1.723-1.726.
Ha terminado la visita. El guarda de seguridad me llama (me había despistado para tomar más fotografías) y sólo me queda tiempo para realizar una última toma:
Detalle del cajón de entrada a la capilla del palacio.
En una pequeña puerta lateral del lado de la Epístola hay una habitación, supongo que será la antigua Sacristía, en la que se nos proyecta un audiovisual sobre la restauración de la capilla. La sala está adornada por diversos óleos y presenta un conjunto de frescos en el techo.
Motivo central de los frescos de la antigua Sacristía.
Las cuatro escenas que rodean al fresco central.
Pinturas de la Sacristía.
Terminada la proyección, un pasillo nos conduce a un nuevo patio:
Patio de salida del palacio, junto al apeadero.
Desandamos parte de lo andado y, cruzando los jardines del palacio, que tampoco se pueden visitar ni fotografiar, salimos al exterior por el Paseo de las Delicias. Me voy para casa con la sensación de haber dejado un trabajo sin terminar. Están consiguiendo aburrirme estos tecnócratas.

5 comentarios:

  1. Sí que es una "malajá" lo de las fotos. A nosotros nos pasó igual, solo que no nos advirtieron que se podía en la capilla, y las hacíamos a escondidas jejeje

    Es por seguridad, pero no por la disposición del edificio (existen muchos planos) sino por la ubicación de cámaras y demás. Al menos eso me dijeron.

    En tu última foto, no se si te diste cuenta que las puertas, alrededor del sol y la luna, detallan los signos del Zodíaco.

    Si puedes aprovecha para ir de nuevo, porque según la visita (al menos antes) se hacía uno u otro recorrido. Podías salir por la sala de los espejos o bien por otro sitio por donde se ve el estanque.
    Por la sala de los espejos ves tres árboles y otros a lo lejos. Por el otro lado ves mucho más de cerca la nueva ordenación de los jardines.

    PD: tienes un email xD

    Un abrazo!!

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  2. Que palacio más hermoso hay en la tierra, mis ojos se maravillaron al ver las diapositivas, paso por mi mente que el pasado fue grandioso. Dios me de vida para conocer y asi poder morir feliz.

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  3. Hola, podrías borrar el mensaje en el que aparece mi correo electrónico?? Espero que no te moleste. Muchas gracias y un saludo.

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  4. ¡Magnifico! Enhorabuenísima.

    Mari Carmen.

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  5. Manuel Hidalgo Ortega19 de diciembre de 2014, 20:21

    Si por el continente no es muy atractiva la visita, el contenido la justifica plenamente, sobre todo por contemplar la magnífica capilla, con trazas de ese gran arquitecto, cuasi Sevillano, L.de Figueroa, que tantos y tan importantes monumentos levantó en nuestra ciudad para deleite nuestro y de todos los que nos visitan, contando además, en este caso, con la inestimable colaboración de artistas de la talla de Duque Cornejo y Domingo Martínez. Sinceramente, creo que merece la pena visitarlo.

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