Nos queda tan solo por recorrer la nave del Evangelio. Para ello, vamos a retroceder hasta los pies de dicha nave, donde se sitúa la capilla de Nuestra Señora del Rosario, antigua Sacramental. En el centro se venera una efigie de vestir de la Virgen del Rosario, obra de finales del siglo XVIII, de Cristóbal Ramos, que fue la titular de la primera hermandad rosariana de San Pablo.
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Capilla de Nuestra Señora del Rosario. |
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Virgen del Rosario. Cristóbal Ramos, siglo XVIII. |
Las dos siguientes imágenes escoltan a la Virgen del
Rosario en su retablo, pero no he podido encontrar referencia alguna sobre
ellas. La primera fotografía puede corresponder a San Francisco de
Paula, por la estrella que porta en su mano izquierda), mientras que la derecha
podría ser Santa Catalina de Siena, muy vinculada al Santo Rosario. Conste que
no deja de ser una elucubración de un servidor.
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San Francisco de Paula. |
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Santa Catalina de Siena. |
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Altar del retablo. |
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Vista de la nave del Evangelio desde los pies. |
Seguidamente hay un altar barroco presidido por una
pequeña Inmaculada,
acompañada por dos frailes dominicos de los que no he podido obtener
información debido a la falta de manos y atributos. El ático nos muestra un
altorrelieve con la escena de La Aparición
en 1.208 de la Virgen a Santo Domingo en el monasterio de Prouilhe. Hay que
señalar que este retablo estaba ocupado antiguamente por el Nazareno de las
Fatigas, que ahora se ha situado en la parte del Evangelio del crucero.
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Retablo de la Inmaculada. |
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La Aparición en 1.208 de la Virgen a Santo Domingo en el monasterio de Prouilhe. |
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Antes y después de la restauración de una de las pinturas del muro. |
A continuación el Altar
de Ánimas, que en realidad es un retablo-marco con un lienzo de las Ánimas
del Purgatorio de mediados del siglo XIX, atribuido con mucho fundamento al
sevillano Vicente Alanís Espinosa entre 1.770 y 1.780. Pertenece a la
Hermandad Sacramental.
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Altar de Ánimas. Vicente Alanís, siglo XVIII. |
La imagen de Nuestra
Señora del Buen Consejo es un
relieve moderno, tallado por Sebastián Santos Rojas en 1950 y colocado en un retablo
barroco, en el que aparece la Virgen con el Niño de medio
cuerpo, escoltados por dos meritorias tallas barrocas de Santa Bárbara y Santa
Catalina.
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Retablo de la Virgen del Buen Consejo. |
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Virgen del Buen Consejo, con Santa Catalina y Santa Bárbara. |
Vemos seguidamente un trampantojo (trampa para el ojo) en el que una pintura simula ser una galería del antiguo convento dominico.
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Trampantojo. |
Ya en el lado del Evangelio del crucero vemos el nuevo
emplazamiento del Nazareno
de las Fatigas, abrazado a una cruz de carey y plata, que se ha
colocado sobre el retablo tallado con imágenes de la vida de San Pablo que se
situaba antes en la capilla de la Milagrosa. Fue tallado por Gaspar de Ávila en
1.586 y restaurado muy a fondo (incluso con manos y pies nuevos) por Francisco
Berlanga de Ávila, bajo la asesoría del Doctor en Historia del Arte José Roda
Peña en el año 2.010. A los lados, imágenes de Santo Tomás de Aquino y San
Vicente Ferrer, tallas del XVIII.
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Retablo del Nazareno de las Fatigas. |
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Nazareno de las Fatigas. Gaspar de Ávila, 1.586. |
A ambos lados de la puerta que comunica con la Sacristía
encontramos dos retablos del primer cuarto del XVIII. En el primero se
encuentra la bellísima Virgen
de las Fiebres, obra de Juan Bautista Vázquez, el Viejo, de 1.564. A esta Virgen pedían
protección las mujeres de la época contra las calenturas del post-parto, causa
por aquel entonces de gran mortandad femenina. También afirma la leyenda que, estando Pedro I gravemente
enfermo, su madre, María de Portugal se encomendó a esta Virgen (en realidad a
la primitiva, que quedó destruida a causa de un derrumbe), prometiéndole una
estatua de su hijo orante realizada en plata; como el rey curó, tanto él como
su madre cumplieron la promesa y donaron la mencionada obra para que se
colocara a los pies de la Virgen. Desgraciadamente, la victoria de Enrique de
Trastámara desaconsejó mantener la efigie en su lugar, desapareciendo sin que a
partir de entonces se haya tenido noticias de ella.
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Retablo de la Virgen de las Fiebres. |
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Virgen de las Fiebres. Juan Bautista Vázquez, el Viejo, 1.564. |
Al otro lado de la puerta de la sacristía hay un grupo
escultórico que representa a San Joaquín y Santa Ana dando lecciones a
la Virgen, vinculable a Francisco Ruiz Gijón, en la segunda mitad del siglo
XVII. Aclarar que la desproporción entre las imágenes de los sagrados abuelos
se debe a su procedencia: ocupaban altares distintos en la primitiva iglesia de
la Magdalena.
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San Joaquín y Santa Ana dando lecciones a la Virgen. |
Entre los dos altares anteriores, la entrada a la
Sacristía nos permite ver el Cristo
del Perdón, un crucificado del siglo XVII, que al parecer perteneció a la
antigua parroquia de la Magdalena. La iglesia no conserva ningún tipo de
documentación sobre la imagen. Un tercer crucificado, el Cristo de los
Pobres, de finales el XVI, se guarda en la sacristía.
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Transepto. Brazo del Evangelio. |
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Cristo del Perdón. Siglo XVI. |
La capilla
de la Antigua, antes dedicada a San Pablo, se cierra con una reja fechada
en 1.723. Su interior alberga en la actualidad la imagen de la Virgen de la
Antigua, dolorosa de talla completa al estilo granadino, ejecutada entre
1.650 y 1.651 por Pedro Roldán o Andrés de Ocampo, según los estudiosos. La Virgen llama la atención por lo inusual de
su representación en Sevilla, pues no es de vestir sino de talla completa, acercándose más a la
estética castellana. Aparece arrodillada, con la mirada hacia arriba y las
manos entrelazadas, aparte de no ser de tamaño natural.
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Capilla de la Antigua. |
Fue titular de una rica
y floreciente Cofradía hasta el siglo XVIII, siendo una de las imágenes
marianas de devoción más extendida en la Sevilla barroca. Pasó al convento una
vez extinguida su Hermandad, abandonando su hermosa capilla ubicada en el
compás del cenobio, donde hoy se sitúa la Hermandad del Santísimo Cristo de la
Conversión del Buen Ladrón y Nuestra Señora de Montserrat.
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Virgen de la Antigua. Pedro Roldán, 1.650-51. |
Un retablillo en el pilar se dedica a Santa Rosa de Lima, imagen
barroca de candelero que representa a la santa americana.
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Santa Rosa de Lima. Finales del siglo XVII. |
Junto a la anterior, encontramos finalmente la capilla de la Virgen del Amparo,
cerrada por medio de una reja del primer cuarto del siglo XVIII. El retablo es
de estilo salomónico de esa misma época, y en sus calles laterales se muestran
imágenes de San Gabriel (o San Miguel) y San José, San Joaquín y Santa Ana. La
imagen de Nuestra Señora del Amparo, obra del flamenco Roque Balduque, de
1.555, preside desde el camarín la parroquia y la feligresía, de la que es
Patrona. Se trata, sin duda, de una de las imágenes del templo con mayor
calidad artística.
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Capilla de la Virgen del Amparo. |
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Nuestra Señora del Amparo. Roque Balduque, 1.555. |
Y hasta aquí he llegado, en la medida
de mis posibilidades, a la descripción de una de las más grandes y artísticas
(tanto en continente como en contenido) iglesias de nuestra ciudad. El lector
que haya tenido la paciencia de ver las entradas se habrá percatado de que el
estado de tan magno edificio está lejos de ser óptimo.
Sin embargo, y a diferencia de
visitas anteriores, he podido comprobar que se ha producido un importante
cambio en la filosofía de la parroquia. Así, el Retablo Mayor ha sido
completamente restaurado, el sotocoro se ha abierto al público y se ha colocado
un cajón de madera labrada a la entrada de la sacristía. Además, existe una
página web de la parroquia, con una enorme cantidad de información e
interesante recorrido en 360 grados de todo el edificio y posibilidad de
contratar visitas guiadas. Por si fuera poco, los horarios se han extendido grandemente
y están publicados en la página web. En resumen, que casi todas las pegas
expuestas en anteriores recorridos han quedado bastante subsanadas.
Quedan cosas pendientes: ausencia de rótulos, poca luz y numerosos objetos (sobre todo pinturas murales) faltos todavía de restauración. En cualquier caso, parece que la dinámica ha cambiado y que ya solo es una cuestión de tiempo.
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