Hoy visitamos
un lugar de culto pequeño, pero con una historia de cuatro siglos y medio tras
él. Se trata de la capilla de San Bartolomé, adscrita a la parroquia
de Santa María de la Mesa, es sede de la Hermandad
de Jesús Nazareno, cuya imagen titular es una de las más veneradas en la
ciudad. La corporación actual es el
resultado de la fusión de cuatro hermandades a lo largo del tiempo: San
Bartolomé (1.568), Santa Cruz de Jerusalén (1.586), Concepción y Santa Bárbara
(1.589) y Encarnación (a principio del siglo XVII).
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Antigua capilla de San Bartolomé de la Vereda. |
Tanto la capilla como la Hermandad asociada a ella, como era costumbre en la época, formaba parte del Hospital de San Bartolomé, edificado durante lo que yo llamo “la fiebre de los hospitales”, a principios del siglo XVI. Del edificio original no queda nada pues, tras ser declarado en ruinas durante el siglo XVII, fue demolido, elevándose en el lugar la capilla actual. Todo ello fue pagado desde el primer hasta el último real, por la Cofradía, además del retablo mayor y la cruz de carey y nácar con puntas de plata que situaron en la sacristía el mismo año de la construcción de la capilla (la creencia de que fue donada por la marquesa de las Amarillas es totalmente falsa).
Como podemos ver en las fotografías, esta
capilla es de pequeño tamaño, presentando tan solo una portada, que ocupa casi
la totalidad de la única fachada, situada en la zona de los pies del templo.
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Portada de la capilla. |
El vano, de buen tamaño, tiene forma casi rectangular,
con un ligero arco en la línea superior, escoltado por dos sencillas pilastras
que soportan un frontón partido. En el centro de este vemos un retablo cerámico
(década de 1.920, pintado por Fidel Villarroel
López) que representa a Jesús Nazareno, titular de la Hermandad del
mismo nombre. Remata el conjunto un pequeño frontón recto. Finalmente, la sencilla espadaña, añadida en el siglo XIX, está
situada en uno de los laterales de la cubierta.
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Retablo cerámico de Jesús Nazareno. |
La capilla está fechada a finales del XVII,
posee una única nave de cajón, como suele ser habitual en los templos de los
conventos y hospitales. Su superficie se dispone bajo bóveda de cañón dotada de
lunetos entre los arcos fajones. El presbiterio se cubre mediante una sencilla
bóveda de media naranja con linterna ciega.
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Bóveda del presbiterio. |
Comenzamos a recorrer la
capilla por el muro de la epístola y continuaremos en el sentido contrario a
las agujas del reloj. Tras un cuadro que representa a Jesucristo postrada ante
la Sagrada Forma podemos apreciar la magnífica cruz de carey y nácar antes comentada, que ya estaba en poder de la
Hermandad cuando se construyó el actual edificio.
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Cruz de carey y nácar con adornos de plata. |
Procede esta magnífica cruz de
la Cofradía de la Santa Cruz de Jerusalén, llamada de los Nazarenos o de las Cruces,
creada en 1.586. La primera referencia
de la Santa Cruz de Jerusalén o Cruz de los Cruzados, que se muestra en
distintos lugares de la capilla, apareció sobre el escudo de Godofredo de
Bouillon, primer gobernante del reino latino de Jerusalén (Primera
Cruzada, siglo XI). Fue entonces incorporada a la heráldica de los cruzados,
llevándola de distinto color según la nación a la que pertenecían: los
españoles de rojo chillón, los franceses de plata, los italianos de azul
oscuro, los alemanes de negro, los polacos de verde y los ingleses de oro.
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Santa Cruz de Jerusalén en la solería del presbiterio. |
Sigue a la Santa Cruz, colocado sobre una
pequeña ménsula de madera labrada, una pequeña imagen de Niño Jesús que, según
inscripción en su base, se venera con la advocación de Jesús de la Salud.
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Jesús de la Salud. |
La zona del muro de la epístola
más cercana al presbiterio está ocupada por el retablo de Santa Catalina de Alejandría. Barroco de principios del
XVIII, sin dorar, la imagen de la titular es del último tercio del siglo XVI,
reformada posteriormente en el siglo XVIII. Procede seguramente de la capilla
del hospital de Santa Catalina que se encontraba en la calle de los Negros,
extinguido a finales del siglo XIX.
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Retablo de Santa Catalina de Alejandría. |
La existencia real de Santa
Catalina es fuertemente cuestionada tanto dentro como fuera de la iglesia
católica. Según la tradición, nació el año 290 en el seno de una familia
acomodada. Muy inteligente, recibió una esmerada educación que le permitió
alcanzar un nivel de conocimientos a la altura de los más grandes sabios y
filósofos de su tiempo. Entonces tuvo una visión de Cristo, al que se consideró
desde entonces unida por un matrimonio místico.
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Santa Calalina porta en sus manos la palma del martirio y una espada por haber sido decapitada. |
Durante una visita del
emperador Majencio (o Maximino, según autores), Catalina le rogó que se
convirtiera al cristianismo, oferta que fue respondida por el emperador con la
prisión. Visitada por la emperatriz y un oficial llamado Porfirio que
intentaron que adjurara de su fe, obtuvieron el resultado contrario, pues se
convirtieron al cristianismo la emperatriz, Porfirio y sus doscientos soldados.
Majencio ordenó tortura mediante
ruedas dotadas de cuchillas afiladas, que se
rompieron al tocar el cuerpo de Catalina, quien salió ilesa (de ahí la habitual
representación de la santa con algún tipo de rueda junto a ella). Al final, el
emperador mandó sacrificar a la emperatriz, a los sabios convertidos, a
Porfirio, a sus doscientos soldados y a la propia Catalina, que fue decapitada.
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Monasterio de la Transfiguración o de Santa Catalina del Sinaí. Cortesía de Wikipedia. |
En el año 800
se encontraron, presuntamente, sus reliquias en el Monte Sinaí, en una cueva
existente bajo un monasterio dedicado a la santa. Cuenta la leyenda que los
monjes descubrieron en la gruta el cuerpo intacto de una joven, a la que
reconocieron como Catalina de Alejandría, que había sido depositada allí por
los ángeles tras su decapitación.
La imagen de la santa está
representada en el retablo portando una gran espada en su mano derecha
(simboliza su decapitación), la rueda con cuchillas tras ella y la palma del
tormento en la mano izquierda.
Como curiosidad final, señalar
que el monasterio de la Transfiguración o de Santa Catalina del Sinaí se levantó
por orden del emperador Justiniano junto a una capilla promovida tres siglos
antes por Santa Elena, madre del emperador Constantino, en el lugar que la
tradición afirma que Dios habló con Moisés durante el episodio de la zarza
ardiente. Vemos, pues, que se trata de un lugar especial en el que tuvieron
lugar numerosos hechos mágicos.
Volviendo a la capilla utrerana, y situados ya
ante el Retablo Mayor, comprobamos
que se trata de una estimable obra barroca, cuya autoría era dudosa hasta su
última restauración, en la que apareció en una de las columnas el contrato para
la hechura del retablo a nombre de Bernardo Lorenzo González. No se ensambló el
retablo “de un tirón”, debido a las penurias económicas. Comenzado en el año
1.702, las limosnas y donativos de los feligreses permitieron finalizarlo en
1.723.
Aprovecho para comentar que
tanto la construcción de la capilla como la realización del retablo corrieron a
cargo de la Hermandad en su totalidad, como consta documentalmente, al igual
que la gran restauración del retablo mayor llevada a cabo entre 2.003 y 2.009
por Enrique Gutiérrez Carrasquilla (120.000 euros). Por esta causa, indigna que
el Arzobispado de Sevilla inmatriculara (o sea, pusiera a su nombre de forma
unilateral = por la cara) la Capilla de San Bartolomé el año 1.992. Hace pocos
meses, el Congreso de los Diputados eliminó este privilegio de la Iglesia
Católica que data de 1.946; lamentablemente no lo hizo con carácter
retroactivo, por lo que casos tan nítidos como el de esta capilla quedan, al
menos de momento, como estaban.
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Primer cuerpo del retablo. |
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Segundo cuerpo del retablo. |
Dejemos la política y volvamos
a los asuntos artísticos. El retablo mayor está presidido por una talla
de Jesús Nazareno, obra de
Marcos Cabrera, del año 1.597. Escultura de vestir, realizada en madera de
cedro policromada, representaba inicialmente la iconografía de Jesús abrazando
a la cruz por el lado más largo, propia del Renacimiento (Triunfo de Cristo
sobre la muerte). Posteriormente, en fecha desconocida, se le colocó en la
posición actual, con la cruz al hombro, más a la moda barroca. En 1.881 se añade la figura de Simón de
Cirene, reproduciendo así la V Estación
del Viacrucis.
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Jesús Nazareno. Marcos Cabrera, 1.597. |
Este insigne escultor es autor
de obras tan prestigiosas como el Cristo de la Expiración de la Hermandad del
Museo, el Cristo de las Tres Caídas de la Esperanza de Triana, diversos
relieves de la Sala Capitular de la Catedral o el busto de la cabeza del rey
don Pedro, (historia narrada con anterioridad desde estas páginas), figuras
todas situadas en la capital.
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San Juan Evangelista. |
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San Lucas Evangelista. |
El retablo se articula mediante
dos cuerpos de tres calles cada uno. En el primer cuerpo aparecen los
evangelistas Mateo o Juan (no se ven sus atributos), el Nazareno y Marcos.
Encima vemos a Juan o Mateo, San Bartolomé con el puñal del martirio en la mano
y Lucas. Acompañan al Nazareno en el retablo las imágenes de los cuatro
evangelistas y San Bartolomé, titular del templo.
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San Mateo Evangelista. |
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San Marcos Evangelista. |
Pasamos ahora a contemplar el
muro del evangelio. Vemos junto al presbiterio el retablo del Señor de la Oración en el huerto, de hechura muy
parecida aunque no idéntica al frontero de Santa Catalina. Es igualmente de estilo barroco, de principios del XVIII, sin
dorar, con la madera en su color. La talla fue adquirida en 1.917, aunque no he
podido averiguar si fue encargada nueva o comprada a otra institución.
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Retablo del Señor de la Oración en el huerto. |
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Ático del retablo. |
El retablo de Nuestra Señora de las Angustias llegó a la capilla en el
siglo XIX, procedente de la capilla de Santa Catalina o de los Milagros de la calle
los Negros. La Virgen es antigua, aunque anónima de autor y época. Hay también
pinturas de San Crispín y San
Crispiniano, patronos del gremio de los zapateros en los laterales del
arcosolio.
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Retablo de Nuestra Señora de las Angustias. |
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Ático del retablo. |
Finalmente, ya junto a los pies
del muro del Evangelio, hay una pequeña hornacina protegida mediante vidrio,
que cobija una talla de una Dolorosa.
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Dolorosa. |
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Marinera pila para el agua bendita. |
Finaliza aquí la visita
realizada, con la inestimable ayuda del amigo Antonio Jesús Boje, a esta
pequeña y coqueta capilla utrerana.
No hay obstáculos para el tránsito de personas de movilidad reducida.
Del retablo principal publicaron una foto de todas las imágenes menos del titular que se encuentra en el centro.
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