Edificada entre 1.959 y 1.965 por los arquitectos Antonio Delgado Roig y Alberto Balbontín Orta, la edificación de la basílica menor de Nuestro Padre Jesús del Gran Poder respondió a la demanda de los muy numerosos sevillanos que acudían el primer viernes de cada mes a solicitar peticiones de topo tipo al Cristo.
El espacio disponible obligó a que la construcción tuviera dos zonas bien definidas: el zaguán de entrada, rectangular y la zona de culto, casi circular. El estilo es moderno, con un aire neoclásico que recuerda a los panteones romanos.
La portada, en cambio, es una mezcla de estilos, en la que aparece la amplia puerta rectangular, con dos columnas salomónicas a los lados, coronada por un tímpano triangular sin vértice superior; el conjunto está enmarcado por un arco de medio punto con medallones tallados, flanqueado por pilastras, también talladas, que sostienen una cornisa sobre la que se asienta otro tímpano triangular, interrumpido por una espadaña muy decorada, que sostiene un último triángulo rematado por una cruz de forja.
Cruzamos la portada de la iglesia y entramos en un vestíbulo rectangular. A los lados hay dos puertas sobre las que aparecen sendas balconadas corridas. La de la izquierda corresponde al lugar donde se exponía antiguamente el Tesoro (ahora en la calle Hernán Cortés) en tanto que la derecha nos conduce a la tienda de recuerdos y dependencias administrativas. Una bóveda curva de casetones cubre este espacio, que comunica con la nave principal mediante una segunda portada, neobarroca, rematada con una vidriera circular con la imagen de la Cruz de Malta.
Portada interior del templo. |
Adorno de la puerta de entrada a la tienda de recuerdos, que hace mención a la beatificación de Marcelo Spínola. |
Vista del lateral de la nave, con las pinturas que representan el Vía Crucis. |
Retablo del Gran Poder. |
Nuestro Padre Jesús del Gran Poder. Juan de Mesa, 1.620. |
Realizada en 1.620, la figura de este Nazareno está considerada como una de las obras más logradas del barroco sevillano, depositaria de una veneración que supera, con mucho, el ámbito de la ciudad de Sevilla. Durante sus casi cuatrocientos años de vida, la imagen se ha visto sometida a numerosas restauraciones, alguna de ellas verdaderamente salvaje, como la que llevó a cabo Francisco Peláez del Espino en 1.977. Esta polémica intervención consistió en “serrar” literalmente al Cristo por la mitad para introducirle un esqueleto metálico. El resultado fue que apenas cinco años después la escultura estuvo a punto de desmoronarse mientras realizaba la estación de penitencia.
Los hermanos Cruz Solís e Isabel Pozas se encargaron de arreglar el desaguisado, aunque se perdió la oportunidad de actuar sobre la policromía de la imagen, hecho que sí se pudo ejecutar el pasado año 2.010 por los mismos autores, logrando rescatar así la coloración original del Cristo.
La efigie de San Juan Evangelista es, como hemos comentado, también de Juan de Mesa, y sigue los modelos típicos de la época para este personaje bíblico.
San Juan Evangelista. Juan de Mesa, 1.620. |
María Santísima del Mayor Dolor y Traspaso. Anónima. |
Al lado izquierdo del retablo se sitúa una puerta que nos conduce al deambulatorio que nos permite subir a la parte trasera del altar, donde se encuentra el camarín del Gran Poder, cubierto de mármol rojo,
Escalera de subida al camarín del Gran Poder. |
Nuestro Padre Jesús del Gran Poder, en su camarín. |
Al descender la escalera, vemos a nuestra izquierda la Capilla del Sagrario, pequeña estancia con un altar que presenta un busto de la Santísima Virgen, dolorosa donada por la familia Charlo, colocada en una hornacina-retablo de madera tallada y dorada. Un Sagrario de puerta de plata con el escudo de la corporación se sitúa sobre el banco del altar.
Anexas a este espacio, en la salida del camarín, están las esculturas de los beatos benefactores de la devoción a Nuestro Padre Jesús del Gran Poder, fray Diego José de Cádiz, obra de Castillo Lastrucci, acabada por su hijo Adolfo, y el cardenal Spínola y Maestre, de Navarro Arteaga. En la pared de enfrente podemos contemplar una cruz arbórea con la que procesionaba antiguamente el Cristo.
Fray Diego de Cádiz, de Castillo Lastrucci e hijo. |
El cardenal Marcelo Spínola, tallado por Navarro Arteaga. |
Ya tan solamente quedaría ver la sala de venta de recuerdos y el Tesoro de la Hermandad, mostrado en la calle Hernán Cortés, a la espalda de la iglesia de San Lorenzo.
Terminada la visita podemos recapitular y concluir en que en la basílica, al contrario que el resto de templos de la ciudad (que yo conozca), todo gira alrededor de la imagen del Gran Poder, que ensombrece el resto de lo que le rodea. Y esto, no es que sea bueno o malo; tan solo es diferente.
Leyenda de Juan Araújo y el Gran Poder.
Cuenta la historia que Juan Araújo, delantero centro y todo un mito en la historia del Sevilla F.C., conocido como "El Pato" por su forma de correr, colgó las botas y montó un negocio. Tenía una vida próspera y feliz. Esta situación cambió radicalmente al contraer su hijo una enfermedad que hacía difícil encontrar un remedio por parte de los mejores médicos. Con un hilo de esperanza dentro de su desesperación, acudía muchas tardes a San Lorenzo para pedirle al Señor del Gran Poder por la mejoría de su hijo. Sin embargó, el pequeño no superó la enfermedad y el pobre muchacho murió. En un ataque de rabia se dirigió, de luto, a la iglesia y se encaró con el Señor del Gran Poder, diciéndole:
- "Que sepas que no vendré más a verte porque no has querido salvar a mi hijo. Así que si quieres verme, vas a tener que ir Tú a mi casa. "
Pasaron los años y se celebró en Sevilla una Santa Misión (en el año 1.965) en la que las imágenes de Semana Santa fueron llevadas a los barrios para promover la devoción. Durante el recorrido, a la altura del barrio de Nervión, se puso a llover intensamente, por lo que los hermanos que portaban las modestas andas del Señor buscaron refugio para que la imagen no sufriera daño; vieron la puerta de un garaje, se dirigieron hacia allí y llamaron... era el garaje de Juan Araújo quien quedó perplejo cuando, al abrir la puerta, se encontró de bruces con el Señor del Gran Poder. La emoción le hizo derrumbarse sin sentido ante los pies del Señor, quien, cumpliendo el desafío, había ido a su casa a verle...
El Pato Araújo se reunió con su hijo en el mes de noviembre del año 2.002. Descanse en paz.
Hasta aquí la leyenda, que es... más falsa que un euro de madera. Lo cierto y verdad es que el hijo de Araújo, Jesús, el menor de los cinco hermanos, protagonista de esta fábula, ni estuvo enfermo ni murió, sino que esta vivo a día de hoy y con perfecta salud. Sí hay algo de cierto en que durante el cortejo de la Hermandad hacia el barrio de la Candelaria comenzó a llover con fuerza cuando se recorría la avenida de Eduardo Dato a la altura de San Juan Dios. Como la cruz del Cristo no cabía por la puerta de la capilla del hospital, "el Pato" ofreció su estación de servicio, que estaba muy cercana, para que se pudieran guarecer las imágenes. Allí se refugió la talla de la Virgen del Mayor Dolor, pero no la del Gran Poder, debido de nuevo a la altura que alcanzaba la cruz, debiendo finalmente llegar hasta la iglesia de la Concepción Inmaculada. Ambas imágenes pasaron la noche en sus refugios, continuando la procesión al día siguiente.
Poco después comenzó a circular por la ciudad la leyenda, que yo encuadro dentro de la categoría de "historias capillitas apócrifas". La familia Araújo intentó desmentirla cada vez que se presentaba la ocasión, sin éxito alguno, pues sigue circulando como cierta.
Hasta aquí la leyenda, que es... más falsa que un euro de madera. Lo cierto y verdad es que el hijo de Araújo, Jesús, el menor de los cinco hermanos, protagonista de esta fábula, ni estuvo enfermo ni murió, sino que esta vivo a día de hoy y con perfecta salud. Sí hay algo de cierto en que durante el cortejo de la Hermandad hacia el barrio de la Candelaria comenzó a llover con fuerza cuando se recorría la avenida de Eduardo Dato a la altura de San Juan Dios. Como la cruz del Cristo no cabía por la puerta de la capilla del hospital, "el Pato" ofreció su estación de servicio, que estaba muy cercana, para que se pudieran guarecer las imágenes. Allí se refugió la talla de la Virgen del Mayor Dolor, pero no la del Gran Poder, debido de nuevo a la altura que alcanzaba la cruz, debiendo finalmente llegar hasta la iglesia de la Concepción Inmaculada. Ambas imágenes pasaron la noche en sus refugios, continuando la procesión al día siguiente.
Poco después comenzó a circular por la ciudad la leyenda, que yo encuadro dentro de la categoría de "historias capillitas apócrifas". La familia Araújo intentó desmentirla cada vez que se presentaba la ocasión, sin éxito alguno, pues sigue circulando como cierta.
Magnífica aportación la que traes. Muy buenas las fotos.
ResponderEliminarUn saludo
Alejandro
Gracias por comentar, Alejandro.
EliminarSaludos.
Me encanta la catalogación de "historias capillitas apócrifas" jajaja. Gracias por compartir tanto saber.
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