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lunes, 11 de septiembre de 2017

La presencia jesuita en Sevilla. Parte 4: los Colegios de las Becas y los Irlandeses y la Casa de Misioneros de Indias.

Colegio de la Inmaculada Concepción de la Virgen María, Nuestra Señora, vulgo de las Becas o de las Becas Coloradas.
El colegio jesuita de las Becas, conocido hasta 1.620 como de San Ambrosio, fue fundado en 1.598, gracias al otorgamiento que don Luis García de Bonilla (con el título de Fundador) realizó de toda su fortuna, valorada en 207.272 maravedís, amén de aportaciones de otros donantes, ya fuera en metálico, títulos de viviendas o huertas e incluso librerías completas, como hizo el arzobispo de Santiago de Compostela.


Estado actual del antiguo Colegio de las Becas.
La finalidad del colegio era proveer de sustento a estudiantes pobres y virtuosos, con la particularidad de que no era propiedad de la Compañía, sino una fundación encomendada a ella.
En 1.620, contaba ya con “una competente iglesia con capilla y tribunas muy suficientes, con sacristía, torre y campana”. En 1.631 se construyó una tribuna frente al altar mayor y, en 1.634, se encargó un reloj que se colocó en la torre de la iglesia.
El Colegio de las Becas continuó existiendo hasta la noche del 2 al 3 de abril de 1.767, momento en que se llevó a cabo la exclaustración de los jesuitas y la confiscación de todos sus bienes, tanto mobiliarios como inmobiliarios.
Posteriormente, el edificio tuvo nuevos y variados usos, siendo sede del Tribunal de la Santa Inquisición primero y, más tarde,  cuartel. Precisamente, durante su uso como centro militar, en 1.823, se produjo la explosión de unos barriles de pólvora, que arruinó gran parte del edificio. La iglesia se mantuvo en uso hasta 1.826-1.827.
Capilla de la residencia.
Después, el edificio fue vendido, decidiendo el nuevo dueño derribar la iglesia y su portada, construyendo casas sobre la parte delantera del solar resultante y un cine de verano, el Ideal, en la zona trasera.
Ya en este siglo, el Arzobispado de Sevilla, como dueño del solar, encargó la construcción de un edificio destinado a residencia de sacerdotes llamado Casa Sacerdotal Santa Clara.
Patio del edificio.
Casa de Misioneros de Indias.
En 1.566, la Compañía de Jesús creó una nueva institución dentro de la Orden, la Casa de Misiones, destinada a atender a los religiosos que aguardaban la partida o regresaban de las Indias.
Inicialmente se alojaban en estancias del Colegio de San Hermenegildo, hasta 1.612, año en que se instalaron definitivamente en unas casas contiguas al mismo. Su destino corrió parejo al del colegio, siendo derribado a mediados del pasado siglo. No queda ningún resto de él.
Derribo conjunto del Colegio de San Hermenegildo y la Casa de Misioneros de Indias.
Colegio de la Concepción de Nuestra Señora y de la Santa Fe, también conocido como Colegio de San Patricio, de los Irlandeses o de los Chiquitos.
Sus fines eran semejantes a los del Colegio de los Ingleses, pero aplicado a estudiantes procedentes de Irlanda, es decir (citando a Ortiz de Zúñiga):
"Recibir estudiantes irlandeses, perfectos Gramáticos, de conocida habilidad, juicio y virtud; de limpia y pura sangre, de padres y ascendientes católicos y honrados, para los altos y gloriosos fines de volver a su patria a predicar el Santo Evangelio, administrar los Santos Sacramentos, consolar y alentar a sus paisanos, y combatir y rebatir a los herejes”.
Los colegiales, mediante juramento público, se comprometían en volver a Irlanda para cumplir su promesa. Aclaramos que esta abundancia de británicos era consecuencia del cisma anglicano de 1.534, que obligaron al exilio de la mayoría de los católicos de las islas.
Situación (aproximada) del antiguo Colegio de los Irlandeses.
Aprovecho para señalar las diferencias con la situación actual. Los españoles del siglo XVI, tanto nobles como plebeyos, no consideraban a estos inmigrantes como extranjeros, sino como refugiados (aunque a muchos les parezca mentira, este concepto no nació en el siglo XX), amparados por Felipe II y mantenidos por este y limosnas y donaciones particulares. Hasta tal punto fue generosa España con los ciudadanos de las islas que, en 1.680, Carlos II concedió a los irlandeses la naturaleza española, equiparándolos con el resto de súbditos de la Corona, medida que sería ratificada por su sucesor, Felipe V.
Una vez aclarado el estatus y los fines de un futuro colegio, quedaba el escollo de decidir en qué ciudad situarlo. Competían (como en las Olimpiadas de 2.012) Valladolid, Madrid y Sevilla. Fueron los apoyos del Consejo de Indias y, sobre todo, la aportación económica de don Félix de Guzmán, amén de la cualidad de la ciudad como puerto  directo al Atlántico, las que inclinaron la balanza. Felipe III otorga 1.500 ducados para la construcción del colegio, y  don Félix de Guzmán,  arcediano y canónigo de la catedral, capellán mayor de la Capilla Real, los caudales necesarios para el exorno y mantenimiento.
Antigua ubicación del Colegio de los Irlandeses.
La pobreza del Colegio fue permanente desde su fundación, ya que vivía de la caridad y de una pequeña cantidad que le entregaba el Arzobispado. Fue decayendo progresivamente, como sucedió con el Colegio de los Ingleses, hasta el año de la exclaustración.
Estaba situado en la calle de la Garbancera, concretamente en la manzana que actualmente ocupa el Alameda Multicines, a partir del cruce con la calle Conde de Barajas. Por desgracia, no quedó nada del edificio. Tampoco he podido encontrar referencias de su morfología, distribución, ni otras características.

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