Existe en nuestra ciudad
la creencia popular de que bajo ella se extiende una serie de pasadizos y
galerías subterráneas que comunican entre sí determinados edificios, tanto
dentro como fuera del casco histórico.
Algunos de ellos son
producto de la imaginación o, sencillamente, han desaparecido con la construcción
de nuevas edificaciones pero, sin embargo, hay otros muchos que permanecen, en
mejor o peor estado, bajo nuestros pies.
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Recreación. Cortesía de cinconubes.tv. |
Prácticamente ninguno es
accesible al público, por lo que no podré mostrar con fotografías su existencia
y, menos aún recorrerlos, pero basándome en testimonios recogidos por
prestigiosos historiadores de la ciudad, podemos pormenorizar aquellos de los
que sí existe constancia.
Los más antiguos son de
procedencia romana. Como ya comenté en las entradas correspondientes al
Conjunto Arqueológico de Itálica, los romanos, grandes ingenieros, construían
primero el sistema de alcantarillado y, sobre él, la propia ciudad. Estas
galerías romanas que aún perduran son, pues, restos de la red de cloacas de la
Hispalis bética.
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Cloaca en el Conjunto Arqueológico de Itálica. |
Cuenta una leyenda que, a
mediados del siglo XIX, una esclava (recordemos que la esclavitud no fue abolida en España
hasta 1.865), que servía a sus amos en la calle Abades, escapó de tan inhumana
condición levantando una losa del zaguán de la casa y bajando por una escalera
a una galería subterránea. Cuando quisieron seguir su camino para capturarla,
una enorme cantidad de murciélagos apagó las antorchas, lo que provocó que los
perseguidores, aterrados, volvieran sobre sus pasos, abandonando la
persecución. No se supo nada más de la huida, ignorándose si logró su objetivo
o falleció en aquellas oscuras cavidades.
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Casa de los Pinelo, en la calle Abades. |
Ciento veinte años más
tarde, José María de Mena, con ocasión de unas obras de derribo en
la calle Abades, tuvo ocasión de comprobar in situ las mencionadas galerías.
Medían algo más de un metro de altura y entre 1,50 y 1,70 metros de ancho,
pudiendo llegar a recorrer unos cien metros por ellas, hasta un punto en que
los hundimientos de tierra y las filtraciones de agua impedían el paso.
Del mismo tipo y tamaño
era la galería encontrada junto al antiguo cine Pathé (hoy teatro Quintero), lo
que hace pensar que formaba parte de la misma conducción, que desembocaría en
el río Guadalquivir que, en aquellos tiempos, pasaba por La Campana y la Plaza
del Duque.
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El cine Pathé en los años 50. Cortesía de www.sevilladesaparecida.com. |
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Plaza de La Campana. |
Existe otro subterráneo
localizado en una pequeña calle sin sin nombre ni salida de la calle Argote de Molina, donde
actualmente se sitúa el restaurante Don Raimundo. Conocido durante los siglos
XVI y XVII como El Callejón de las Brujas,
debe esta denominación a la existencia de varias calderas y abundante leña
encontrada en un gran salón situado bajo la calle. En realidad, se trata de los
restos de unas termas romanas, cuyas calderas servían para calentar el agua y
que, tras la llegada de los visigodos, quedaron en desuso hasta su
descubrimiento en el siglo XV.
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Antiguo Callejón de las Brujas. |
En la plaza de la
Pescadería (antigua de la Costanilla) fue descubierta, hace pocos años, otra
estructura subterránea. Se trata de una cisterna monumental romana, de un
tamaño total de 45 metros
de largo por 20,7 metros
de ancho, formada por tres naves de 41 por 5 metros cada una, que
abastecía agua a la ciudad durante el siglo II d. C.
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Acceso (restringido de momento) a la cisterna de la plaza de la Pescadería. |
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Interior de la cisterna romana. Cortesía de www.fernandoalda.com. |
Anteriormente, en los años 70 del pasado siglo, Fernando Collantes de Terán pudo estudiar los restos de unas termas romanas subterráneas que aparecieron con motivo de unas obras ejecutadas en un edificio cercano, esquina Cuesta del Rosario con la calle Galindos. Se pudo recuperar un magnífico mosaico que hoy día se expone en el museo Arqueológico de la ciudad.
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Mosaico descubierto en las termas subterráneas de la Cuesta del Rosario. Cortesía de www.culturadesevilla.blogspot.com. |
Por otro lado, era
tradición una creencia que sostenía la existencia de un túnel que discurría
bajo la calle Feria por el que circulaba una corriente de agua suficiente para
mover la rueda de un molino harinero, al que se llamaba “La tahona de Burón”.
Hoy día se sabe que, aunque existen tanto el pasadizo como el agua, no tienen
el tamaño ni el caudal necesario para que puedan ser usados por un molino.
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Un jueves en la calle Feria, con su popular mercadillo. |
Caso similar al anterior
es el del subterráneo que comunica la calle San Eloy, a través de La Campana y
San Pedro, con la Puerta Osario, donde desembocaba en el arroyo Tagarete que, procedente de la comarca de los Alcores, pasaba por la calle Arroyo (de ahí el nombre de la misma) hasta llegar a la calle San Fernando y seguirla para desembocar en el Guadalquivir, junto a la Torre del Oro.. En el siglo XIX se hizo un experimento consistente en
introducir una sustancia colorante en un pozo de la calle San Eloy, comprobando
que el agua teñida seguía el recorrido comentado. Obras de alcantarillado
ejecutadas en La Campana durante la segunda mitad del siglo pasado confirmaron
la existencia de un pasadizo de un metro aproximado de altura, construido con
ladrillos por el que, efectivamente, discurría un pequeño reguero de agua.
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La muy popular calle San Eloy. |
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Reconstrucción virtual de la Puerta Osario. |
De la época musulmana
datan unas galerías que van desde la Catedral hasta la calle García de Vinuesa
(antigua calle del Mar) que, según diversos autores, podrían ser desagües de la
fuente del Patio de los Naranjos (por García de Vinuesa pasaba un brazo del Guadalquivir),
pero que, según la tradición popular, comunicaban el Cabildo (seguramente desde alguna sala aledaña a la Sacristía Mayor) con el colegio de
San Miguel, de su propiedad, en la acera opuesta de la avenida de la
Constitución.
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Sacristía Mayor. Catedral de Sevilla. |
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Fachada del antiguo colegio de san Miguel (avenida de la Constitución). |
Otro de estos pasadizos
se encontraba hasta hace poco en la calle Torneo, comunicando el barrio de los
Húmeros con la orilla opuesta del río. Su origen es consecuencia de las obras que el ingeniero
y almirante de la Armada Antonio de Ulloa proyectó con motivo de las obras de
construcción del muro de defensa destinado a proteger esta zona de las crecidas
del Guadalquivir.
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Capilla de los Húmeros, en la calle Torneo, a la altura de la Puerta Real. |
En el otro extremo de la
calle Torneo, zona Puerta de la Barqueta, fue descubierta en el año 1.862, con
motivo de su derribo, una galería que partía de un lateral, según recogíamos en
la entrada
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La Puerta de la Barqueta formaba parte de la muralla de la ciudad. |
Como podemos leer en
esta, el túnel desembocaba tras varios centenares de metros y trazado tortuoso en
una sala de traza cuadrada y techo abovedado, en cuyo centro se alzaba una
piedra circular de buen tamaño, que podría haber ejercido funciones de altar. A
dicha sala se abrían dos puertas, tapiadas, que pudieran ser el origen de la
creencia popular de la existencia de un subterráneo que comunicaba el Hospital
de las Cinco Llagas (actual sede del Parlamento de la Junta de Andalucía) con
la Cartuja de Santa María de las Cuevas.
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Hospital de las Cinco Llagas. |
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Cartuja de Santa María de las Cuevas. |
Sin embargo, y a tenor de lo narrado
por el cronista Manuel de la Cruz en el siglo XVIII y por Álvarez-Benavides en
el momento de su descubrimiento, el método constructivo apuntaba a un origen
romano, lo que, a su vez, podría avalar una posible comunicación bajo tierra
entre Itálica e Híspalis, hecho muy arraigado igualmente en la tradición de la ciudad. Por desgracia, la galería fue rellenada con materiales de derribo apenas
descubierta, perdiéndose incluso su ubicación exacta.
Los Reales Alcázares no
podían faltar a esta cita con el subsuelo de Sevilla. Al tratarse de una residencia real, y como era costumbre en la
época, no sería de extrañar que existiesen una o más salidas ocultas, que
permitiesen el paso de mensajeros, víveres e incluso la huida desesperada de
algún monarca en apuros. Precisamente esta última teoría nos permite suponer que
no existía tal pasadizo en época musulmana ya que, de ser así, es de imaginar
que el cadí Axataf hubiera escapado por él, evitando la humillación de rendir la
ciudad y entregar las llaves de la misma a Fernando III.
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Puerta del León de los Reales Alcázares. |
Más plausible es la
teoría que atribuye su construcción a Pedro I con motivo de la edificación del
Palacio Mudéjar, sobre todo teniendo en cuenta la afición del monarca a salir
de incógnito para correrse sus francachelas.
Sin embargo, no es hasta
mediados del siglo XX, durante las obras de adecuación de la Real Fábrica de
Tabacos como Universidad de Sevilla, que la tradición es confirmada por la
historia. Se encuentra un pasadizo que, partiendo del Alcázar en dirección noroeste-sudeste
llega, pasando bajo la calle San Fernando, hasta el edificio de la Fábrica de
Tabacos, quedando cegado poco más allá de la Capilla por la propia cimentación
del edificio. Es de suponer que su final se encontraría pasado el Prado de san
Sebastián, en alguna de las numerosas huertas que allí se situaban.
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Real Fábrica de Tabacos. Puerta del Rectorado. |
Recoge el cronista sevillano José María de Mena en su libro
“Enigmas históricos de Sevilla” la constatación de otra galería que arranca
bajo la iglesia de San Roque, en la plaza de Carmen Benítez. Como miembro de la
comisión nombrada para controlar el desescombro de la iglesia tras los sucesos
de 1.936, el historiador registró la existencia de un túnel que partía de las
criptas subterráneas de la iglesia, datadas en el siglo XVIII, y llegaba a la
zona ferroviaria del Campo de los Mártires, donde hoy se sitúa aproximadamente
la Estación de Santa Justa. Se trata del pasadizo de mayor tamaño descubierto
en la ciudad, pues medía dos metros de alto por otros tantos de ancho.
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Iglesia de San Roque. |
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El Campo de los Mártires antes de la construcción de la Estación de Santa Justa. Ahí jugaba yo a la pelota de chaval (cuando podíamos espantar las vacas que por el lugar pacían). |
Legendaria es, de
momento, la presencia de una comunicación a la altura de la calle San Luis, que
unía bajo tierra la zona de la plaza del Pumarejo con el hospital de San
Lázaro. No ha sido posible demostrar plenamente su existencia pues, aunque en
diversas obras realizadas en el teórico recorrido de este túnel han sacado a la
luz algunos tramos de galería, esta se interrumpe con los cimientos del Arco de
la Macarena ejecutados durante la reedificación del siglo XVIII.
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Plaza del Pumarejo. Cortesía de culturadesevilla.blogspot.com. |
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Hospital de San Lázaro. |
Durante la perforación de
un pozo en terrenos del Bar La Pastora, situado en la Ronda de Capuchinos, al pie de las murallas, se encontró otro tramo de galería, ya en
pleno siglo XX, que partiendo igualmente del Pumarejo se dirigía a la Puerta
de Córdoba, llegando extramuros del casco antiguo.
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Bar La Pastora. |
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Puerta de Córdoba. |
Es muy posible estos dos
últimos subterráneos citados sean cloacas de origen romano, realizadas en la
época de Cayo Julio César Augusto, heredero de Julio César y emperador
contemporáneo de Jesucristo. Se trataría de una ampliación de la red de
saneamiento romana que daría servicio a la expansión de la antigua Hispalis
hacia el norte, a través de los nuevos barrios creados de Santa Catalina, San
Román, San Marcos, San Julián y San Gil.
Finalizamos con la
mención de otra estructura subterránea de nuestra ciudad, que ya mencionábamos
en la entrada dedicada a la iglesia de San Nicolás de Bari:
Como relatábamos en el
mencionado artículo, en el lugar hoy ocupado por la citada iglesia se encontró
en 1.492, durante las obras de cimentación de la torre de la misma, unos
subterráneos que formaban un conjunto de galerías y cuevas en los que se
descubrió la imagen de una Virgen, que la tradición identifica como la traída
desde Roma por San Isidoro en época visigoda, siendo ocultada tras la invasión
árabe del año 711. Se trata de la Virgen del Subterráneo o del Soterraño, venerada en este templo.
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Iglesia de San Nicolás de Bari, en la que la leyenda situaba la Cueva de Hércules. |
A estos subterráneos,
conocidos como Cueva de Hércules, que llegan desde la iglesia de Santa María la Blanca hasta más allá de la bajada de la calle Mateos Gago, se les ha atribuido usos de lo más diverso.
Así, podemos encontrar autores que defienden su uso como termas romanas,
mazmorras o lugar de iniciación para ritos diabólicos en los que el Diablo en persona mostraba a sus adeptos sus enseñanzas maléficas. Cada cual que extraiga
su conclusión.
Esta entrada se podría alargar casi hasta el infinito pues, siendo Sevilla ciudad tan antigua, guarda en su subsuelo numerosos secretos y todavía un número mayor de leyendas. Sin embargo, y como no es posible excavar toda la ciudad, mal que nos pese, nos tendremos que ir contentando con lo que las diferentes obras de construcción van sacando a la luz.
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Hotel de las Casas de la Judería. Entrada a través del Palacio de los Zúñiga. |
Algunos lectores me comentan la existencia de subterráneos (más bien auténticas calles y plazas situadas bajo tierra) en la zona del barrio de San Bartolomé, antigua judería de la ciudad hasta 1.492, en el interior del conjunto de los diecinueve edificios que forman el Hotel de las Casas de la Judería. Una vez informado, veo que la labor de restauración llevada a cabo por Ignacio Medina, duque de Segorbe, como promotor, y Luis Fernando Gómez-Stern como arquitecto, durante treinta años fue premiada con el Premio Rafael Manzano, de Arquitectura Clásica y Restauración de Monumentos, edición 2.013, convocado por la Richard H. Driehaus Charitable Trust y la Escuela de Arquitectura de la Universidad de Nôtre Dame, de Indiana (Estados Unidos).
En total son 12.500 metros cuadrados de superficie, que comprenden cuatro palacios nobiliarios de los siglos XIV y XVI (marqués de Dos Hermanas, duque de Béjar y dos de la familia Padilla) y el resto de las 27 casas y 39 patios, en su mayoría del siglo XVIII, que pertenecían a militares, comerciantes o familias que las alquilaban. Corredores, adarves, antiguos aljibes y bodegas e incluso un túnel bajo la calle Verde las comunican entre sí. Parte de estos elementos se han restaurado, en tanto que los ya inexistentes han sido "inventados".
El conjunto se sitúa en parte a la cota del pavimento actual, en tanto que una estimable proporción está localizada en uno o dos niveles por debajo, debido a la existencia de antiguos túneles excavados por la comunidad hebrea para huir de los periódicos ataques instigados por las celosas autoridades eclesiásticas de la época.
Tras pedir el correspondiente permiso se pudo acceder al interior, que forma un auténtico laberinto (supongo que a los huéspedes les facilitarán un plano), en el que lo más normal es perderse, no una, sino varias veces.
Y como es preceptivo en todo edificio antiguo que se precie, las Casas de la Judería también tiene su fantasma. Reiterados testimonios de huéspedes y empleados del hotel atestiguan la existencia de un señor bajito y jorobado, vestido con ropajes medievales, que circula por pasillos y patios. Incluso de vez en cuando se permite alguna licencia humorística y gasta bromas a los clientes. La más frecuente, nada más clásico, consiste en tirar de la manta para destapar a los durmientes. A parte de esto, su presencia es tolerada con calma e incluso valorada por los que aquí se alojan.
Con esta visita finaliza, de momento, espero, la revista los túneles de nuestra ciudad. Espero que os haya gustado este paseo por la Sevilla subterránea.
mola!.
ResponderEliminarMagnifico Blog. Pero permítame que le aconseje que ponga en cuarentena los escrito de José Mª de Mena. Jamás ha sido riguroso y se repite hasta la saciedad.
ResponderEliminarLe pongo el ejemplo de mi asistencia a un conferencia que daba y que no pude quedarme hasta el final, la cantidad de inexactitudes que estaba diciendo me hicieron abandonar la sala tanto igual hizo un compañero de historia.
Saludos y de nuevo le felicito por su Blog del que soy asiduo lector.
M.Ruiz - Licenciado en Historia
Quisiera, hacer llegar lo que hace poco visité, de la mano de un amigo y amante de leyendas de Sevilla. Introduciendonos de estrangis en un hotel situado en lo que se conoce como la judería de San Cristóbal, si mal no recuerdo. Porque para eso de los nombres soy malísima, existe un pasadizo o tunel, que une una de las múltiples casas de las que está compuesta el hotel, para llevarnos a otras situadas al otro lado de la calle verde, ke también pertenecen al mismo. Y ke siguen escabando, y abriendo más galerías. Tengo fotos.
ResponderEliminarDebo reconocer k no di una a derechas en el comentario ke hice el otro día, sobre el lugar donde se encontraba los pasadizos k visité. En la calle Santa María la Blanca, hay un hotel, k se llama Las casas de la judería. Es allí donde se encuentra tal pasadizo, y si siguen abriendo más galerías. Y ke no se llama la judería de San Cristóbal, jajajaja. Sino de San Bartolomé. Un abrazo.
ResponderEliminarMuy buen post. Quisiera añadir otro juego de túneles más, este relativamente conocido, y se puede visitar aunque no está abierto al público (depende del vigilante que te pille). Se trata de los que comunican varios edificios en el barrio de San Bartolomé. Los visité hace tiempo, no recuerdo exactamente en qué edificio se entra
ResponderEliminarYa son varias las referencias que me han llegado sobre túneles en el subsuelo del conjunto de edificios que conforman el Hotel Casas de la Judería, en San Bartolomé. Desgraciadamente, aún no he podido realizar gestiones para poder visitarlos.
EliminarGracias por el apunte.
Saludos.
Puedo asegurar que frente al antiguo cine Pathe, bajo la subestación eléctrica lindante con el palacio de la condesa de Lebrija, hay un sótano que mantiene un nivel de agua permanente. En su construcción, según me contó un empleado de Sevillana en su día, aparecieron restos romanos que fueron extraídos y silenciados por la constructora para evitar que la propia empresa eléctrica retrasara o paralizara la obra.
ResponderEliminarNo me extraña nada. Hace unos meses se publicó en prensa que habían sido encontrados en un sótano de la calle Cuna los restos de un embarcadero, y desde entonces no se ha vuelto a saber nada.
EliminarSaludos.
Mis felicitaciones un muy buen trabajo
ResponderEliminarMuchas gracias, amigo anónimo. Espero ir completándolo a medida que obtenga más información.
EliminarSaludos.
Enhorabuena! Es un trabajo elaboradísimo y lleno de detalles. Les pondré en mi acceso de favoritos ;)
ResponderEliminarAgradezco el comentario.
EliminarSaludos.
Cerro Macareno.Se cuenta que posiblemente aya un túnel,que comunica con el arco de la Macarena.(San José de la Rinconada).¿Leyenda o verdad?.
ResponderEliminarEnhorabuena.
Me parece un blog muy interesante y muy bien elaborado. Yo también tengo un blog, sevillaparainiciados.blogspot.com.es
ResponderEliminarMe gustaría contar con tu opinión. Saludos y enhorabuena.
durante las obras del aparcamiento subterraneo del pase de colon aparecio a unos 8 metros de profundidad una boveda enladrillada que seguia la direccion del lado opuesto del rio ,la cual se oculto para siempre
ResponderEliminarGracias por la aportación.
EliminarSaludos.
Verdaderamente interesante esto de los pasadizos subterraneos del centro historico de la ciudad, creo que podría haber otro que comunicaría el Prado de San Sebastián con el rio a traves de la calle San Fernando y la Puerta de Jerez que era donde pasaba el arroyo Tagarete, podría estar en lo cierto.
ResponderEliminarDebemos partir de la base que la Sevilla de, pongamos, hace siete u ocho siglos estaba varios metros por debajo del nivel actual. No hay más que ver la cota s.n.m. de lugares cono el Antiquarium, el Patio de los Naranjos de la iglesia del Salvador o las instalaciones interiores de los distintos edificios que forman el hotel de las Casas de la Judería, para darse cuenta.
EliminarPor tanto, aparte de pasadizos y subterráneos propiamente dichos, bajo el suelo de la ciudad debe haber kilómetros de antiguas calles, plazas y edificios.
En cuanto a la comunicación del Prado con Puerta Jerez, pude ver personalmente, durante las obras del Metrocentro, sillares de la antigua muralla (que discurría por el centro de la calle San Fernando), pozos de agua y trozos de pavimento del adarve.
Saludos.