Si de algo puede presumir la iglesia de san Marcos, situada al final de la muy arquitectónica calle de San Luis (antiguo Cardo Maximus romano), es de supervivencia. Desde su designación como parroquia (es una de las 24 más una primitivas collaciones de Sevilla establecidas por Fernando III tras la conquista de la ciudad) hasta la actualidad ha sufrido tantos avatares y tal número de desgracias, que un servidor no entiende como no ha llegado a desaparecer.
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San Marcos desde la calle Castellar. |
Como comentaba, fue designada parroquia inicial de
la Sevilla cristiana, aprovechando para el culto, como era costumbre en la época, el edificio de una antigua mezquita. El terremoto de 1.356 reduce la iglesia a escombros, lo que obliga a la edificación de una nueva iglesia durante el reinado de Pedro I, en el estilo gótico-mudéjar tan en boga en aquellos tiempos.
En el siglo siguiente, concretamente en 1.470, las luchas intestinas que enfrentaron durante siglos a los Guzmanes y a los Ponce de León, tuvieron su reflejo en el incendio de la iglesia de San Marcos por parte de estos últimos.
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Torre de la iglesia de San Marcos. |
El terremoto de Lisboa, en 1.755, también causó daños, aunque menores. El más significativo fue la avería del reloj del siglo XVI de la torre, que fue sustituido por otro de menor categoría, el cual sería eliminado definitiva y afortunadamente, en el siglo XIX.
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Torre y campanario de la iglesia de San Marcos. |
Varios siglos después, en el XVIII, un nuevo incendio, esta vez fortuito, deja el templo en tales condiciones que en 1.793 se hubo de emprender su reforma (más bien reconstrucción) de manera urgente. Sin embargo, el trabajo no debió ser demasiado esmerado porque, en 1.881, el historiador José Gestoso ya recoge el estado ruinoso del edificio. Esta vez, la Comisión Provincial de Monumentos (de la que formaba parte el propio Gestoso) tomó a su cargo la obra, que finalizó en el año 1.887.
No terminaron aquí las desgracias de la iglesia de san Marcos ya que, en días a la sublevación militar de 1.936, y en respuesta a las acciones militares llevadas a cabo por Queipo de Llano en la capital, la turba asaltó la iglesia, incendiándola, con tan mala suerte que no solo se perdió todo el patrimonio de San Marcos, sino también el de la Hermandad de la Hiniesta, que se había refugiado allí a causa del anterior incendio de su iglesia de San Julián en el año 32. Es realmente lastimoso que el salvajismo haga presa en el rebaño, sea del signo que sea, y que éste pague sus frustraciones sociales y políticas con las obras de arte, religioso o laico.
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Así quedó la iglesia después del incendio de 1.936. |
La última restauración, tras muchos años de abandono, finalizó en 1.987.
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Aspecto actual de la iglesia de San Marcos. |
A pesar de todas estas desgracias, la iglesia de San Marcos sigue en pie y, actualmente, en buen estado. El conjunto es uno de los más completos que se conservan de este período histórico. La puerta principal presenta un arco ojival, con nueve arquivoltas, de las cuales, las dos más exteriores y la más interior se adornan con puntas de diamante. Una artística cornisa sostenida por doce cabezas de león adorna y protege dicha puerta. En la clave del arco ojival encontramos una imagen en piedra que representa a Dios en actitud de bendecir y, a los lados y un poco más abajo, sendas figuras muestran al arcángel San Gabriel y la Virgen María; todas ellas se colocaron en el siglo XVIII, sustituyendo a las similares que existían y que se encontraban muy deterioradas.
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Portada principal. |
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Detalle de la portada principal, con imágenes de Dios bendiciendo, la Virgen y San Gabriel. |
Muy antiguos son también los dos grandes postes de granito situados ante la puerta principal, cuyo elevado desgaste nos remite a épocas incluso anteriores a las medievales.
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Uno de los postes de granito situados ante la iglesia. |
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La iglesia desde la calle San Luis. |
Al edificio principal, con distribución típica de la época, con nave central y dos naves laterales, acompaña en su exterior la esbelta torre, herencia del minarete de la mezquita del siglo XIII. De planta cuadrada y construida enteramente en ladrillo, tiene la particularidad de que la decoración y ventanas son diferentes en las cuatro caras. Tanto la decoración como el aspecto general la asemejan enormemente a la Giralda, con ventanas geminadas (de dos arcos idénticos enlazados por una columnilla o parteluz) y paños de sebka decorando el exterior. El campanario, fechado en 1.603, es atribuido a Vermondo Resta. El conjunto de la torre fue restaurado en 1.916, mediante obra financiada por el conde de Urbina, por Aníbal González, que le añade los arcos del frente oriental y la ventana más baja del paramento norte, de un solo vano. Entonces desapareció el reloj del lado poniente realizado en Londres por Joaquín Antón.
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Torre de la iglesia, vista desde calle Vergara. |
La entrada principal nos muestra la disposición característica de este tipo de templos con una nave central (a cuyos pies está dicha entrada) y dos naves laterales, separadas entre sí por arcos de herradura apuntados que se asientan sobre pilastras rectangulares de ladrillo. Las naves laterales son de testero plano y la central de ábside ochavado cubierto con bóvedas nervadas de ladrillo. La cubierta del presbiterio se divide en dos tramos: el primero cubierto tiene bóveda de crucería, el otro con bóveda sexpartita. El presbiterio está separado del resto de la iglesia por un gran arco gótico, ojival y apuntado, que se asienta sobre dos grandes columnas.
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Presbiterio de la iglesia. Está presidido por un Crucificado, acompañado en la parte inferior por una Inmaculada, ambos del siglo XX. No hay retablo mayor. |
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La iglesia vista desde el presbiterio. |
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Imagen de la Inmaculada. |
Todo el templo, a excepción del presbiterio, está pintado de blanco, lo que unido a la escasez de imágenes debido a los diversos avatares sufridos, dan la impresión de desnudez del recinto. Como ejemplo, reseñar que esta iglesia no posee retablo mayor, estando presidida por un Crucificado y una Inmaculada a sus pies, ambos del siglo XX.
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Nave de la Epístola desde el presbiterio. Se aprecia la blancura de las paredes y la ausencia de ornamentos. |
En cuanto a imágenes, mencionar un "San Marcos Evangelista", imagen atribuida popular y erróneamente a Juan de Mesa, ya que data del siglo XVIII y no del XVII, un "Cristo yacente" y un "Crucificado", ambos del siglo XX .
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San Marcos Evangelista. Anónimo siglo XVIII. |
Si recorremos la iglesia, encontraremos diversas sepulturas a lo largo de la misma, que se han respetado en la restauración efectuada.
Se trata, pues, de un templo en el que hay más que ver por fuera que por dentro, pero no debemos quejarnos, que visto lo visto, podemos considerarnos afortunados con que siga existiendo.
A mí me encantó el templo!!!! m
ResponderEliminarMe gustó muchísimo.