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domingo, 20 de enero de 2013

Iglesia de Santa Cruz, -I. Exterior y nave de la Epístola..


La primitiva iglesia de Santa Cruz se encontraba en la actual plaza del mismo nombre, en pleno centro del barrio. Fue construida en 1.391 por orden del Cabildo, durante el reinado de Enrique III de Castilla, sobre una sinagoga allí existente. En ella fue enterrado Bartolomé Esteban Murillo, vecino de la collación, como recuerda una placa en la fachada del actual edificio de la plaza de Santa Cruz.
Fachada de la iglesia de Santa Cruz.
Durante la invasión francesa, el templo fue saqueado y, cuatro años más tarde, demolido, viéndose obligada la parroquia a mudarse al convento de los Clérigos Menores, en la actual calle Mateos Gago, de donde habían sido previamente expulsados. Tras la derrota del ejército francés, vuelven los Menores a su convento, provocando un nuevo traslado de la parroquia de Santa Cruz, en este caso al Oratorio del Hospital de los Venerables Sacerdotes, donde permaneció veintisiete años.
Vista desde la calle Guzmán El Bueno.
En 1.835, durante el período de desamortizaciones, los Clérigos Menores fueron exclaustrados definitivamente de su convento del Espíritu Santo, siendo ocupada la iglesia por la parroquia de Santa Cruz, ya de forma permanente, en 1.840.
Portada principal.
La Orden Regular de Clérigos Menores fue fundada en Nápoles a finales del siglo XVI, se estableció en Sevilla en 1.624, en unas casas de la calle Aires. Deciden levantar el actual templo de Santa Cruz según un proyecto de Sebastián de la Puerta, iniciándose las obras en 1.655  en el solar que anteriormente había ocupado un corral de comedias llamado de Don Juan, situado en la calle de la Borceguinería (actual Mateos Gago).
Espadaña.
La primera fase de la construcción, que llegaba solo hasta el arco toral, es decir que dejaba sin construir el crucero de la iglesia, se concluyó entre 1.672 y 1.674. La segunda y definitiva fase se ejecutó según proyecto de José Tirado, de forma que ya estaba concluida en 1.728, en cuyo 2 de febrero se produjo la bendición del templo conventual poniéndolo bajo la advocación del Espíritu Santo.

La fachada estuvo sin rematar doscientos años, pues no fue hasta 1.926 que Juan Talavera Heredia acomete su terminación, según diseño neobarroco, que no terminó hasta el año 1.929. La fachada principal presenta una gran portada central y dos pequeñas laterales.
Portada principal y espadaña.
La portada central dispone de vano rectangular, de gran tamaño, con pilastras cajeadas a los lados; en la parte superior de pilastras y vano aparecen relieves pétreos con adornos típicos rococó. Sobre la cornisa vemos un tímpano curvado partido, en cuyo centro se sitúa una hornacina con venera que aloja una trabajada cruz de forja. Pináculos y nuevos relieves de piedra adornan este espacio, rematado finalmente con un escudo que muestra la Santa Cruz sobre el monte Calvario.
Vista lateral de la fachada.
Retablo cerámico celebrando el centenario de la hermandad (1.904-2.004).
Sobre la piedra de la portada hay un arco abocinado de medio punto, con ventana trilobulada y, arriba del todo, la magnífica espadaña de dos cuerpos y tres vanos ocupados por sendas campanas.
Vista de la iglesia desde la calle Mateos Gago.
Azulejos en el muro trasero de la iglesia.
El edificio tiene forma de cruz latina y tres naves, siendo la central bastante más elevada y ancha que las laterales, comunicadas entre sí por arcos de medio punto y discurriendo sobre ellas sendas galerías. El presbiterio se cubre mediante una bóveda de cañón de dos tramos, mientras que la del crucero es de media naranja sobre pechinas que se apoyan en cuatro enormes pilares.

Todo el templo está pintado de blanco inmaculado, sin ninguna sombra de otro color, ni en los adornos de yeserías, ni en pinturas murales de ningún tipo.
Vista general desde los pies de la nave central.
Bóvedas de la iglesia.
Vista general de la nave de la Epístola.
Vista general de la nave del Evangelio.
Comenzamos el recorrido por la nave de la Epístola, como es ya costumbre, y seguiremos en sentido contrario a las agujas del reloj.

Nada más entrar, en una repisa situada en el muro junto al cajón de entrada, vemos una imagen de talla completa de santo Domingo de Guzmán, fechada en el siglo XVIII, procedente del antiguo convento de san Pablo (actual iglesia de santa María Magdalena).
Santo Domingo de Guzmán. Siglo XVIII.
Cajón de entrada visto desde los pies de la nave de la Epístola.
Junto al fundador de la orden de los Predicadores, más conocidos como dominicos, en los pies de la nave de la Epístola, se encuentra la Pila Bautismal, rodeada de una amplia verja.
Pila Bautismal. 
En nuestro camino encontraremos cuatro retablos en este lado. El primero está presidido por un lienzo que representa a la Virgen en el trance de su Soledad, de autor anónimo y datado entre finales del XVII y principios del XVIII. Ante ella se ha colocado recientemente una talla moderna de san Pancracio, que limita la visión de la Virgen. En el ático del retablo barroco del siglo XVIII se adivina, más que se ve, la pintura San Carlos Borromeo rezando.
Virgen en el trance de su Soledad y san Pancracio.
San Carlos Borromeo en el ático.
El siguiente retablo nos muestra una imagen de san Antonio de Padua, que ya estaba en el templo desde los tiempos de los Clérigos Menores. Es de un barroco tardío (mediados del XVIII), en tanto que el retablo, de estilo neoclásico, pertenece al siglo siguiente.
Retablo de san Antonio de Padua. Estilo neoclásico, siglo XIX.
San Antonio de Padua con el Niño. Siglo XVIII.
Según el rótulo que reza junto a él (en esta iglesia hay letreros informativos, después hablaremos sobre el tema), el retablo de la Virgen del Mayor Dolor es del siglo XVII y realizado por Bernardo Simón de Pineda. Servidor no ha cursado estudios de arte, pero no hace falta ser catedrático para ver que este retablo es de estilo plenamente rococó y, por tanto, de mediados del siglo XVIII en adelante, y no neoclásico como nos indica el rótulo correspondiente. La Virgen es figura de talla completa, anónima, de la que se tiene constancia documental de su existencia en el templo en 1.752. 
Retablo de la Virgen del Mayor Dolor.
Virgen Dolorosa. Anónima, siglo XVIII.
Ático del retablo.
En el frontal del altar del retablo podemos contemplar, aunque difícilmente debido a los reflejos, la pintura de un Cristo Yacente, realizado en el siglo XVII, que llegó a su actual emplazamiento a mediados del XVIII.
Cristo Yacente. Pintura anónima del siglo XVII.
El patrono de los orfebres, plateros y joyeros, san Eligio (san Eloy), aparece en el retablo neoclásico ensamblado por Miguel Albis en el siglo XIX, a cuenta del gremio antes citado. La imagen del santo procede del convento Casa Grande de san Francisco, en la que los cofrades del gremio poseían capilla propia. Está atribuida a Juan de Mesa, por lo que debe ser fechada en el primer cuarto del siglo XVII, aunque muy retocada en el XIX. Sobre el altar del retablo se sitúa una imagen de tamaño académico de la Virgen Milagrosa.
Retablo de san Eligio o san Eloy.
San Eligio. Juan de Mesa. Siglo XVII.
Virgen Milagrosa.
Vista de la nave de la Epístola que acabamos de recorrer.


El acceso para personas de movilidad reducida es imposible, debido a los dos grandes escalones que hay ante la portada, además del más pequeño situado en el propio vano de la entrada.

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